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diumenge, 22 de febrer del 2015

FELIÇOS ...



BENAURANCES DE LA REIL·LUSIÓ


Feliços els qui poden veure i valorar els petits-grans miracles que hi ha cada dia en el nostre món, des de l’albada fins al capvespre.
Feliços els qui són capaços de prescindir de tot el que els lliga, perquè ja són lliures.
Feliços els qui es banyen cada matí en les aigües ardents de la tendresa i l’alegria.
Feliços els qui reneixen quan s’adonen que encara conserven espurnes del nen o la nena que porten a dins.
Feliços els qui es reenamoren cada matí i reinventen els petons, les flors, les paraules, les mirades.
Feliços els qui preguen sense presa, sense mètode, com si conversessin amb el seu millor amic.
Feliços els qui senten l’amistat com un perfum sempre fresc, la fragància del qual els embriaga.
Feliços els qui vessen una llàgrima davant la imatge d’una dona maltractada.
Feliços els qui descobreixen al captard de cada dia què és allò necessari i què és allò superflu en la seva existència.
Feliços els qui continuen somniant, recorden els seus somnis i intenten fer-los realitat.
Feliços els qui, quan els augmenten el sou, analitzen quant poden compartir de més.
Feliços els qui s’aturen en el viarany de la vida, miren al voltant amb serenor i continuen caminant.
Feliços els qui es reserven cada dia uns moments de silenci per entrar joiosos en el seu cor.
Feliços els qui beuen en les fonts de la Paraula i dels fets quotidians.
Feliços els qui no es deixen abatre pels problemes, ni es complauen excessivament en els seus èxits.
Feliços els qui es commouen i lluiten per eliminar la misèria, l’odi i la injustícia.
Feliços els qui mantenen l’esperança, malgrat tanta mort, fam i violència.
Feliços els qui celebren amb goig les petites i importants victòries dels pobres.
Feliços els qui teixeixen al seu voltant, amb paciència i fermesa, xarxes de solidaritat.
Feliços els qui intenten descobrir en els altres el positiu que tenen i disculpen els seus errors.
Feliços els qui omplen el seu cor per la Mare Terra i en tenen cura amb tendresa.
Feliços els qui mantenen una recerca permanent del Misteri en el fons del seu cor i en els altres.
Feliços els qui vibren de joia amb la seva comunitat i es troben buits quan en són lluny.
Feliços els qui són vulnerables, ploren, gaudeixen i es mantenen fidels, propers als afligits.
Feliços els qui són perseguits per seguir tossudament l’estrella de la utopia.
Feliços els qui han descobert que la seva cadena original d’ADN i la de la humanitat és l’amor i la solidaritat.
Feliços els qui treballen per la pau en la seva vida i a la vegada lluiten per la justícia en el món.
Feliços els qui han descobert que la pobresa no allibera, però sí els empobrits.
Feliços els qui es continuen sorprenent, continuen jugant, rient, contemplant, agraint, acaronant, sentint.
Feliços els qui saben contemplar i reconèixer les empremtes, el pas, els sentiments que el bon Pare i Mare Déu va sembrant en la seva pròpia vida.
Feliços els qui continuen fidels a l’amor de Déu manifestat en Jesús, però oberts al vent de l’Esperit que bufa on vol, ens convida a ser lliures, sense saber mai cap a on ens durà.



















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¡AQUELLAS PIEZAS ARQUEOLÓGICAS!
Ayuno y abstinencia-2015 MARI PAZ LÓPEZ SANTOS
ECLESALIA, 23/02/15.- Empieza la Cuaresma un año más. Han pasado ya diez años desde que escribí sobre este tema. He vuelto a leer el artículo (ECLESALIA, 18/02/05) con ánimo de ponerme a tono ante la llegada de la Cuaresma.
¡Qué livianas me parecen mis palabras de entonces! Después de tres mil seiscientos cincuenta y pico días y, aunque “lo escrito, escrito está” y era para un tiempo concreto, han cambiado muchos las cosas.
Entonces aún nadábamos en la abundancia (o eso creíamos); aún no habían saltado por los aires los engranajes de un pozo de corrupción financiera, económica y política a nivel mundial; aún no nos sonaban nombres como Lemans Brothers, Prima de Riesgo, Rescate, Perdonar Deuda a países del Bloque Occidental; aún no aguantábamos un Paro desorbitante pues fluía dinero no controlado (eso se ha visto luego); había Paro pero no a los niveles que tocamos ahora. Aunque es buena la memoria y recordemos que, aún en la abundancia, la denominación “mileurista” es de aquellos tiempos. Aún podíamos hablar del 0,7 para los países en vías de desarrollo; aún… aún no había estallado la Crisis.
Aquí estoy de vuelta preguntándome como hace 10 años si el ayuno y la abstinencia tienen un sentido traducido a nuestros días: los del año 2015, después de siete años de caída libre y recortes sociales hasta en lo más esencial y pagando siempre los de abajo.
¿Cómo vivir el ayuno y la abstinencia en este momento cuando ya casi no sirven los planteamientos de hace unos pocos años?
… Y si el ayuno y la abstinencia se convirtieran en ayuda y asistencia a quienes no tienen ingresos.
… Y si la denuncia de las injusticias se convirtiera en un deber diario sumando voces más allá de ideas y colores políticos.
… Y si empezáramos a hacer gestos de apoyo mutuo, intercambiando tiempo y cuidado unos por otros.
… Y si la televisión pasara a un segundo o tercer plano en la realidad de nuestros hogares. De esto ya hablaba en el anterior… pero seguimos dependiendo más y más de los medios.
… Y si apagamos el móvil de vez en cuando. No dije poner en vibración ni en silencio (¡hace diez años no teníamos whatsapp!) digo practicar la desconexión como una forma de terapia.
… Y si diéramos tiempo a la conversación, a la escucha, a dar nuestro tiempo con quienes están más solos.
… Y si hiciéramos más cosas de esas que no cuestan dinero.
… Y si no nos dejáramos saquear por las grandes compañías y exigiéramos un trato más humano, por ejemplo: no hablar con ordenadores por teléfono; no pagar por pedir información a un banco, aseguradora o compañía de telefonía; no dar datos personales sin que a su vez nos faciliten los de la empresa.
… Y si cada vez más participáramos en Mareas (blancas, verdes… científicas, artísticas, etc.) que siguieran impulsado la protesta ante tanto despropósito.
… Y si fomentáramos el encuentro interreligioso en pequeños detalles de la vida para que dejáramos de mirar “al otro” como estereotipo, el diferente, el “no-yo”.
… Y si dedicamos más tiempo al silencio, a la oración, a la meditación para recobrar energía y sentido, necesarios para salir al ruedo de la vida de todos los días.
… Y si dejáramos de escuchar tanta confrontación y violencia política hasta que se dieran cuenta de que hay que ponerse de acuerdo en beneficio de todos y en perjuicio de los que abusan y se corrompen.
… Y si en esta Cuaresma, el ayuno es el de muchos padres que han visto partir a sus hijos a buscar trabajo en otros países. Ayunar de hijos… es muy triste.
… Y si en esta Cuaresma, la abstinencia la vemos materializada en quienes se abstienen de ir a su casa, porque han sido desahuciados por los bancos; en quienes esperan su medicación contra el cáncer, la hepatitis C (y otras) que no llega porque el presupuesto se gastó en otra cosa.
Creo que después de estos 10 años, el ayuno y la abstinencia que es mucho más que si como carne o pescado, se han convertido para muchas personas en el modo de vida; una vida no elegida pero sí sufrida. Cáritas sabe muy bien qué es ayunar y qué es abstenerse mucho más de 40 días.
La Cuaresma puede ser el principio de un camino de conversión. Los cuarenta días que dura es el pistoletazo de salida. Si algo caló, el año se quedará pequeño para vivir una vida en coherencia y solidaridad y querremos comprometernos cada día de nuestra vida.
Que no tengamos que escuchar un año más las palabras de Jesús: “¿Todavía no comprendéis ni entendéis nada?” (Mc 8, 14-21). No, no atendemos, no entendemos y no comprendemos; por mucho que nos advierta seguimos tragando la levadura de los que engañan y manipulan.
Unas palabras del Papa Francisco en su Mensaje para la Cuaresma 2015 también ayudarán en este tiempo: “Toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres”.
Vayamos, entonces, como mujeres y hombres libres: con ojos que miran y ven; oídos que oyen y saben escuchar; con mente que clara que sepa discernir y no se deje manipular; y con un corazón atento y amante ante el sufrimiento humano. Sin olvidar la alegría que produce la levadura que, compartiendo el pan con otros, al final sobra. 


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