La Industria, motor de la vida futura de Euskadi
(Un artículo de Sabin Azua, Socio Director de B+I
Strategy.)
La
prolongada duración de la crisis económica en que estamos sumergidos en Europa
y en Euskadi en particular sus profundos impactos negativos en la vida de las
personas en términos de desempleo, pérdida de calidad de vida, deterioro
de los niveles de igualdad social, etc., deben provocarnos una reflexión: ¿qué
capacidad tiene nuestro país para desarrollar mecanismos de generación de
riqueza que faciliten el desarrollo económico y la recuperación y mejora de los
elementos de cohesión social?
Como bien
establece el economista americano Paul Krugman “está totalmente demostrado que
una sociedad con profundas desigualdades sociales es un elemento de permanente
lastre al crecimiento, mientras que una adecuada política de distribución de
las rentas constituye una base para una economía más competitiva”. Afirma
asimismo que “no hay ninguna evidencia que demuestre que haciendo más ricos a
los ricos se produzca un enriquecimiento del Territorio en su conjunto, hecho
que si se produce cuando mejoramos las rentas de la población más necesitada”.
Múltiples
fuentes del mundo económico demuestran que los países y regiones donde se
producen menores niveles de desigualdad social obtienen los mayores niveles de
crecimiento sostenido y duradero. Esta situación ha presidido toda la actuación
de las administraciones vascas en los últimos años. No nos descubre nada que no
sepamos en nuestra sociedad – cuyo rasgo distintivo es precisamente éste -,
pero ratifica que el camino que debe seguir Euskadi en su apuesta por el futuro
deberá cimentarse en esta premisa.
Soy
consciente que la vida de muchas personas y familias de nuestro país se
ha deteriorado notablemente, que vivimos situaciones de injusticia, pero creo
que es necesario destacar como elemento claramente positivo que, según un
estudio de EHU-UPV, realizado siguiendo metodología de la Unión Europea,
Euskadi se situaría en segundo lugar a nivel europeo (sólo superado por Suecia)
entre los países con menor nivel de desigualdad social.
Nuestra
apuesta estratégica básica como nación es situarnos al frente de esa
clasificación. Hoy más que nunca necesitamos volver a apostar por la generación
de riqueza, la solidaridad, la instrumentalización de mecanismos de desarrollo
futuro, el reparto equitativo de las rentas, y una educación de calidad.
Solamente con el esfuerzo compartido y la generosidad de nuestras actuaciones
podremos sortear los vericuetos de la difícil situación económica.
Creo firmemente
que para avanzar en esta profundización de nuestra competitividad, debemos
combinar adecuadamente la generación de riqueza y la cohesión social. La
batalla por reducir las desigualdades sociales no se gana simplemente elevando
el gasto social y promoviendo la redistribución de la renta, sino que se apoya
– en primer término – en la generación de riqueza en el territorio. Para mí,
ésta es la primera de las políticas sociales.
La apuesta
central de nuestro país en cuanto a mecanismos de generación de riqueza es la
potenciación de la competitividad de nuestra Industria. La importancia del
sector industrial ha sido reconocida por las economías más avanzadas,
acrecentándose su relevancia en el momento económico que vivimos. Hemos caído
en la cuenta que cuando se pierde la pujanza industrial es terriblemente
complicado reconstruir esa capacidad. Aquellos países que mejor se están
recuperando de la crisis son los que cuentan con una economía basada en una
industria orientada hacia la inserción internacional de productos de valor
añadido.
El nuevo
escenario en el que se moverán nuestras empresas industriales tendrá que hacer
frente a importantes y numerosos retos: creciente complejidad de la competencia
internacional, incorporación de empresas provenientes de los llamados
países emergentes y los BRICs, la configuración de nuevos espacios de
competencia en cada uno de los mercados, la tendencia al fortalecimiento de la
industria en muchos países como eje central de competitividad, la presencia de
nuevas pautas de comportamiento más centradas en el proteccionismo, la
necesidad de crear valor en economías con unos niveles de desempleo elevados,
etc.
Por todo
ello debemos seguir avanzando para situar a la empresa en el centro del modelo
de desarrollo económico y social de nuestro país. La empresa constituye el
espacio natural para la generación de riqueza, promueve la mayoría de la I+D
que se realiza, es el ámbito natural para el desarrollo personal y profesional
de un número significativo de personas del territorio, dinamiza la creación de
empleo sostenible, produce bienes y servicios necesarios, etc.
Como he
comentado previamente el camino para mantener la tensión competitiva de
nuestras empresas es complicado dados los innumerables retos señalados.
En Euskadi
partimos de una posición adecuada para afrontar este reto. Debemos completar
nuestra apuesta por la industria potenciando algunos de nuestros rasgos y
capacidades diferenciales: la capacidad de industrializar procesos, la
construcción de proyectos empresariales basados en/por las personas (sin
parangón en Europa), la interacción cooperativa entre todos los agentes, las
sinergias de la cercanía entre lo público y lo privado, o la creciente
capacidad de interactuar internacionalmente.
Seamos conscientes
que el País, o es industrial o no será.
13.03.15
“ÉTICA Y FISCALIDAD” - Nuestro compromiso en 2015:
Actuar como contribuyentes éticamente responsables
Un grupo de
laicos de distintos grupos eclesiales (Barandiaran Kristau Elkartea, Cáritas
Diocesana, Fe y Justicia, Itaka y Misiones Diocesanas, Cristianos
Socialistas…), ante la actual situación social y económica que vivimos en
nuestra sociedad, estamos realizando desde 2011 una reflexión para aplicar a
nuestra realidad las orientaciones de la pastoral de los obispos vascos “Una
economía al servicio de las personas”
Las
conclusiones de esa reflexión nos llevaron a proponer, en el ámbito de la
responsabilidad personal, medidas concretas para incrementar la comunicación
cristiana de bienes, promoción de la participación, reforzamiento del papel de
Cáritas y formación en Doctrina Social de la Iglesia.
Por lo que
se refiere a posibles sugerencias a realizar a los creyentes respecto a la
comunicación cristiana de bienes y al comportamiento de los cristianos como
“agentes económicos”, hemos llegado a la conclusión de que lo fundamental es el
ejemplo, con comportamientos diferenciales que puedan resultar indicativos de
responsabilidad y solidaridad especiales de los creyentes.
Proponíamos,
en este sentido, estos SEIS compromisos a los que cada comunidad puede
añadir otros cuatro entre aquellos que considere más oportunos:
- Donar un día de sueldo/pensión al mes para las personas más desfavorecidos
- Ofrecer 2ó 3 h. semanales de trabajo voluntario en tareas de “transformación social”, preferentemente en organizaciones que se preocupan de las necesidades de las personas empobrecidas y buscan un modelo socio-económico más justo y más humano.
- Actuar como contribuyentes éticamente responsables, pagando todos los impuestos sin fraudes ni artimañas legales, incluso solicitando la factura para pagar siempre el IVA
- Ahorrar en banca ética o en las entidades más comprometidas socialmente
- Visitar, al menos dos veces al año, una tienda de Comercio Justo, Ecológico o Solidario
- Propiciar la existencia de becas u otras ayudas públicas, utilizándolas responsablemente a fin de que puedan llegar a todas las personas que realmente las necesitan
Este año
2015, queremos abordar especialmente el punto 3.
2015: “ÉTICA
Y FISCALIDAD”
Ética y fiscalidad
han llegado a parecer dos términos sin relación mutua. La imposición fiscal se
ha presentado como una cuestión técnica, sin implicaciones éticas. A menudo se
ha asociado a una actuación excesiva y arbitraria, hasta injusta, por parte del
Estado respecto del individuo, víctima éste de la voracidad recaudadora de
aquél. Lógicamente, lo justo y lo inteligente, ha sido sortear de mil maneras
los deberes fiscales. Más aún si eran considerados una amenaza para el
crecimiento de la economía y el dinamismo de las empresas.
Sin embargo, uno de los asuntos que la crisis ha puesto al descubierto es
la múltiple relación entre ética y fiscalidad, en varias dimensiones:
La política fiscal es una herramienta decisiva para
hacer frente a la desigualdad creciente. Si hay un instrumento privilegiado
para hacer realidad el principio del “destino universal de los bienes -de la
doctrina social de la Iglesia- , es precisamente el de la fiscalidad. Debe
reorientarse con un sentido redistributivo, esto es, para una distribución más
equitativa y justa de los ingresos. Ello implica la progresividad, esto es,
mayor tipo impositivo para quien más beneficios obtiene. Pero también la
redistribución, dar más a quien más necesita, a través de una política
presupuestaria con atención a los derechos sociales: educación, sanidad y
desempleo. El economista francés Thomas Piketty propone no elevar más el tipo
impositivo de los grandes beneficios sino un nuevo impuesto anual sobre el patrimonio
de carácter más reducido (un 2%). Según sus estimaciones en Europa afectaría al
2,5% de la población y podría reportar el equivalente al 2% del PIB europeo.
- Es necesaria una ética fiscal ciudadana que potencie la honestidad y la responsabilidad para con nuestros deberes fiscales, a la vez que repruebe el fraude fiscal. Se trata de cambiar una cultura ciudadana y empresarial basada en el divorcio entre ética pública y fiscalidad, con demasiada tolerancia e incluso aprobación hacia la elusión de los deberes fiscales, lo cual perjudica a todos y especialmente a los menos iguales. No es posible mantener un sistema de servicios públicos equitativo y de calidad sin la aportación de todos los ciudadanos al mismo, a través de los impuestos, cada uno en función de sus ingresos y su patrimonio. Necesitamos mejorar nuestra pedagogía fiscal para romper la contradicción de valorar muy positivamente la universalidad de nuestro sistema de bienestar y, por otro lado, querer pagar cada vez menos impuestos.
- La globalización ha dado nueva dimensión el fraude fiscal. Urge el compromiso decidido contra las normativas que permiten los paraísos fiscales, en particular, en el marco de la Unión Europea. Los expertos calculan que la evasión fiscal se eleva a 130.000M€ anual. Este importe resta capacidad redistribuidora a los Estados, limita la intensidad de las políticas sociales y favorece la inequidad. Se estima que representa el 8% del ahorro mundial, y el 12% en el caso de Europa. Es necesaria una nueva fiscalidad de carácter global. El Consejo Pontificio Justicia y Paz propone “medidas de imposición fiscal a las transacciones financieras” (Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional, 2011).
Todo ello
debe situarse en una perspectiva en que la fiscalidad no debe ser impedimento,
sino instrumento al servicio de la creación de riqueza, el crecimiento
económico, y del impulso al empleo.
Para
reflexionar sobre estas cuestiones contamos con los siguientes PONENTES:
Carlos Cruzado, presidente del Sindicato de Técnicos del Ministerio
de Hacienda (GESTHA): “El fraude fiscal en España”.
Javier Arellano, (Director del Centro de Ética Aplicada de la
Universidad de Deusto y colaborador de AlboanONGD): “Fiscalidad y ética
cristiana”.
Eguzki Urteaga, Profesor de Sociología de la UPV/EHU: “Los paraísos
fiscales”
Carmen
Gallastegui, Economista y ex Consejera de
Economía y Hacienda del Gobierno Vasco: “Política fiscal e impulso al empleo”.
MODERADOR: Koldo Campo: Periodista y Jefe de Programación de ‘Radio
13.03.15
Cristianos
comprometidos ante la crisis reclaman ética fiscal
Hoy se celebrará una mesa redonda
bajo el título “Con ética (fiscal) no hay paraísos”, a las 19 horas en Arrupe
Etxea. Participarán cuatro personas expertas en paraísos fiscales, fraude
fiscal, política fiscal e impulso al empleo y a la fiscalidad desde claves
cristianas, al hilo de uno de los “compromisos cristianos ante la crisis” que
un grupo de laicos y laicas de la Diócesis de Bilbao llevan promoviendo varios
años. Juan Manuel Sinde, miembro del equipo promotor, ofrece algunas claves
sobre el trabajo que están realizando.
Juan Manuel
Sinde.
¿Cuál es el
balance de estos cuatro años de actividad?
Hemos
realizado la presentación de los Compromisos a unos 60 grupos diferentes
mayoritariamente de la Diócesis de Bilbao.
Mantenemos
un blog en el que incorporamos noticias, artículos,
actividades relacionadas con los Compromisos con una frecuencia semanal.
Hemos
incrementado la lista de personas adheridas a través de las distintas redes
sociales a más de 800 personas.
Tres personas
del grupo promotor nos hemos incorporado a la Comisión de Economía del Área de
Caridad y Justicia, con lo que tenemos una vía adicional para plantear en el
futuro desarrollos de los Compromisos relacionándolos con distintas actividades
diocesanas.
En esta
ocasión con la mirada puesta en la ética fiscal. ¿Cuál es la razón de acentuar
este compromiso?
Las
necesidades sociales en nuestra Diócesis, como se sabe, están aumentando. Se
incrementan, asimismo, las necesidades de las Administraciones públicas para
hacer frente a esas demandas. No es posible estar indefinidamente asumiendo
déficits públicos que, en última instancia, tendrán que afrontar generaciones
posteriores.
Por otro
lado, nos situamos más fácilmente en clave de reclamar "a otros" que
en la clave de asumir la parte de responsabilidad que nos corresponde.
En ese
sentido, la ética ciudadana relacionada con las obligaciones fiscales es, en
otros países, sobre todo del Centro y Norte de Europa, claramente de mayor
calidad.
Si queremos
tener unos servicios públicos sostenibles tendremos que preocuparnos todos
también de los ingresos que los hacen posible.
En el pasado
ha habido gran permisividad desde el punto de vista moral, pero entendemos que
los cristianos tenemos que liderar el cambio cultural.
Como
cristianos comprometidos ¿cuál debería ser nuestra actitud ante el fraude
fiscal?
En primer
lugar, rechazar tajantemente aprovecharnos del mismo (caso del IVA que nos
podemos ahorrar en determinados servicios).
En segundo
lugar, afearlo y, si tiene entidad suficiente, denunciarlo a las instancias
oportunas para corregirlo.
"Una
economía al servicio de las personas". Se trata del núcleo central de
vuestra labor. ¿Está calando este mensaje en la sociedad? ¿Y entre los
gobernantes?
Creemos que
la sociedad, en general, se está concienciando de la necesidad de buscar
fórmulas que permitan aunar la necesaria competitividad empresarial (que es la
que permite mantener y crear nuevos puestos de trabajo) con otros objetivos
relacionados con la dignidad de las personas, la participación de los
trabajadores en las decisiones, el respeto al medio ambiente, la solidaridad
con la comunidad en la que se inserta la empresa,...
Por lo que
se refiere a los gobernantes, no hay porqué pensar que hay mala intención en
ninguno de ellos, sino que tienen distintas visiones respecto a cómo resolver
los problemas económicos, en los que, a veces, soluciones de corto plazo son
perjudiciales para resolver los problemas de fondo y al revés.
A partir de
mañana ¿qué otras actuaciones se prevén?
Seguiremos
con la actividad sensibilizadora a través del blog y las redes sociales. Por
otro lado, tenemos pendientes de desarrollar e implementar los compromisos en
el ámbito de colectivos concretos, como empresarios y trabajadores, y en
actividades de educación de jóvenes (catequesis, centros diocesanos,...).
Buscaremos
el momento y la forma más adecuada para colaborar para ello con otras
instituciones diocesanas.
31.03.15
170 años de capitalismo, marxismo y cooperativismo
(Un artículo
de Juan Manuel Sinde, miembro de Arizmendiarrietaren Lagunak Elkartea,
publicado en DEIA, el 9 de noviembre de 2014)
En 1844
coinciden en Inglaterra hechos relevantes representativos de los tres sistemas
económicos que iban a dominar el mundo económico en los siguientes años. Con la
perspectiva del tiempo se pueden hacer algunas consideraciones, necesariamente
esquemáticas, sobre la evolución de cada uno de ellos. Los eventos reseñables
fueron los siguientes:
1.-Se
aprobaron en el Parlamento inglés la ley que regulaba el funcionamiento de las
sociedades por acciones y la ley constituyente del Banco de Inglaterra, que
fijaba el papel del Banco central en la economía y completaba las bases del
sistema bancario y monetario.
Se
establecen, de esta manera, tanto a nivel microeconómico como macroeconómico la
estructura del llamado sistema capitalista ó de libre mercado.
2.-Ese mismo
año Marx y Engels publican sendos libros, describiendo las pésimas condiciones
de la clase trabajadora británica y desarrollando los fundamentos filosóficos
del posterior Manifiesto Comunista, editado 4 años más tarde.
(Marx y
Engels - Foto: Berlin.de / Tobias Kneschke)
3.-Después
de numerosos intentos fallidos anteriores, 28 trabajadores (27 hombres y 1
mujer) fundan en Rochdale, localidad cercana a Manchester, la primera
cooperativa que va sobrevivir, representando simbólicamente el nacimiento del
cooperativismo moderno.
Mucho se ha
escrito desde entonces sobre las desigualdades e injusticias creadas por el
sistema capitalista, como luego describiremos sucintamente. En cualquier caso,
la implantación de dicho sistema coincide con el período en que una buena parte
de la humanidad ha incrementado espectacularmente su renta y mejorado sus
condiciones de vida. Según las estimaciones de Angus Madison, en su libro "La
economía de Occidente y del resto del mundo en el último milenio" la
renta media de los países del Occidente de Europa se dobló desde el año 1.000
al 1.800 pero luego se ha multiplicado por 20 en los dos siglos posteriores.
Las
sucesivas crisis del sistema, al que Marx predijo su muerte como consecuencia
de sus contradicciones internas, se han ido resolviendo con sucesivas reformas,
en parte motivadas por la acción reivindicativa de las clases trabajadores,
tanto a nivel de empresa como mediante la acción política, modificando leyes
injustas que daban privilegios inadmisibles a grupos económicos minoritarios
que les aseguraban pingues beneficios a expensas de altos precios a pagar por
la ciudadanía en productos de consumo básicos.
El sufragio
universal, sustituyendo al derecho de voto exclusivo de los poseedores de
tierras (y que hacía, por ejemplo, que sólo tuvieran derecho a voto un 2% de la
población), es apoyado por los grupos más preclaros de las clases dirigentes y
abre la puerta a reformas sociales y económicas que, 100 años más tarde,
culminan en la denominada " economía social de mercado", que poco
tiene que ver con las dramáticas condiciones en que vivían las clases
trabajadoras al comienzo de la revolución industrial.
El
extraordinario incremento de la renta en los años en que el sistema capitalista
ha estado en vigor es consecuencia, por otra parte, de la eficacia en la
aplicación de los descubrimientos científicos y técnicos, con el consiguiente
aumento de la productividad y de la creación de riqueza.
Sin embargo,
en los primeros años de este sistema, el egoísmo desenfrenado de los
propietarios de los nuevos medios de producción hizo pensar a Marx que la
dramática situación de los trabajadores nunca se podría corregir dentro del
sistema, dominado por unos pocos, y que sólo una fórmula revolucionaria podría
modificarla.
Ciertamente,
el descontento social tenía razones sobradas: niños de 8 y 9 años trabajando 12
horas diarias en las industrias textiles (¡hasta el año 1833 no se aprueba la
ley prohibiendo el empleo de niños menores de 9 años!), jornadas laborales
generalizadas de 15 horas diarias para los jóvenes y de 12 a 15 horas paras las
mujeres (hasta el año 1847 no se limita la jornada diaria a 10 horas).
Se daba, por
otra parte, una alta mortalidad infantil debido a la falta de nutrición y de
condiciones higiénicas adecuadas: en 1839 la mitad de los funerales en Londres
fueron de niños menores de 10 años y la emigración suponía una de las pocas
salidas individuales a aquella situación, lo que generó la marcha a USA de 11
millones de personas en los últimos 20 años del siglo XIX.
Sin embargo,
la aplicación de las propuestas de Marx condujo a una situación económicamente
ineficaz y que produjo la muerte de millones de personas en la URSS, bien por
errores económicos, bien por razones políticas. La búsqueda del bien común
sustituyendo la propiedad privada de los medios de producción (y con ella
cualquier iniciativa privada) por la propiedad estatal de los mismos; la
sustitución del mercado por la planificación centralizada y de la democracia
política por la dictadura de un partido único "bienintencionado"
devino en un sistema cuyo fracaso se visibilizó con la caída del Muro de
Berlín.
La
superioridad práctica de la llamada “economía de mercado” (a pesar de sus
nuevas crisis) quedaba, así, incuestionable, lo que hace que cualquier otra
alternativa se reduzca a países como Corea del Norte con regímenes
ineficientes... y despiadados.
¿Y cuál ha
sido la aportación del cooperativismo en este tiempo? La respuesta a esta
pregunta merece unos comentarios adicionales que son objeto de otro artículo en el que
describimos las indudables aportaciones-pero también los límites-de este
movimiento empresarial que ha cuajado con singular importancia en nuestro País.
Lo económico y lo social
(Un artículo de Guillermo Dorronsoro, Decano de Deusto
Business School, publicado en DEIA el 14 de Marzo 2015)
El lenguaje
que utilizamos va construyendo una forma de entender la realidad, y por
eso es importante usarlo con propiedad. Y en los últimos tiempos estamos
construyendo una barrera cuando hablamos de lo económico y de lo social para
describir dos facetas diferentes de nuestra actividad.
Hablamos de
planes económicos cuando nos referimos a la creación de riqueza, y en
coherencia, utilizamos como patrón de medida el crecimiento del producto
interior bruto. Hablamos de empresas y empresarios, hablamos de instituciones
financieras, hablamos de inversiones, y todas esas cosas nos parece que encajan
bien en el ámbito de lo económico.
Y hablamos
de planes sociales cuando nos referimos a cómo se distribuye la riqueza, y
utilizamos para medirlo el coeficiente de Gini o, últimamente, las tasas de
desempleo, que se ha convertido en el factor de desigualdad más evidente.
Hablamos de ONGs, de rentas de garantía o de viviendas protegidas.
Y vamos
tirando con esa división entre lo económico y lo social, y vamos interiorizando
que lo propio de la economía es crear riqueza y distribuirla mal, y lo propio
de lo social es ayudar a las personas a las que la economía maltrata.
No es casual
esta percepción, el sistema de capitalismo global imperante ha demostrado que
es el más eficiente para crear riqueza, pero es mucho más torpe para
repartirla. Y esa torpeza es mucho más visible cuando la economía crece
despacio, porque la poca riqueza que se crea queda atrapada por aquellos que
tienen más poder en el sistema, mientras los que quedan abajo ven como cada día
se tienen que arreglar con menos.
Pero no
tendría que ser así, y tenemos la responsabilidad histórica de arreglar esta
disociación. Igual que reclamamos y defendemos las líneas rojas en políticas
sociales (como la educación o la sanidad), la sociedad tendría que reclamar y
defender líneas rojas en materia de políticas económicas. ¿De qué vale tener
instrumentos para distribuir la riqueza, si nos olvidamos de crearla? ¿Qué
futuro tendrá esta sociedad, si decidimos que quienes se dedican a la creación
de riqueza son enemigos de la sociedad, cuyo único
destino es ser asados en impuestos para que paguen sus delitos?
Por eso me
ha gustado mucho la estrategia económica que ha presentado a principios de ese
mes de marzo la Primera Ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, que desarrolla
cuatro ejes: Inversión, Innovación, Internacionalización y Reducción de
Desigualdades. Tres ejes para crear el contexto en el que puedan florecer
empresas y un eje para recordar a esas empresas que es también su trabajo repartir
bien la riqueza que crean.
Y no ha
dividido esta estrategia en dos, estrategia económica y estrategia social, sino
que interioriza que debemos transformar la economía, para que vuelva al camino
que no debió abandonar: estar al servicio de la sociedad.
Hay más
cosas que me gustan de la estrategia económica de Escocia, un país con el que
Euskadi comparte muchas facetas. Por ejemplo, cuando en el primer eje, el de la
inversión, prioriza las inversiones en las personas, e incluye también aquellas
necesarias para la defensa del medio ambiente.
No es
casualidad que Escocia sea un país referente por la calidad de sus
Universidades (4 situadas entre las 200 mejores del mundo en el exigente
ranking que publica anualmente el Times Higher Education), y tampoco que sea
líder mundial por su producción científica (en términos relativos a su
dimensión) ¿Sabías que la máquina de vapor, la bicicleta, el teléfono, la
televisión o la penicilina, fueron desarrollados por la ciencia y la ingeniería
escocesa?
El futuro de
los países depende de las inversiones que sean capaces de hacer hoy en sus
personas, en sus infraestructuras de conocimiento y en su industria. Y por
supuesto, depende también de que estas inversiones se hagan con criterios de
justicia, que no demos por perdida a la economía como motor de la igualdad.
Nos interesa
mucho que nuestra economía vaya bien, porque es condición indispensable crear
riqueza para luego poder distribuirla. O mejor aún, nos interesa una economía
que aprenda a distribuir mejor esa riqueza que creamos.
Sin duda es
un reto histórico, y nos llevará mucho tiempo cambiar las reglas de juego, pero
todas las grandes transformaciones, empiezan por romper barreras que tenemos
dentro de nuestras cabezas. Vamos a dejar de separar en nuestras cabezas lo
económico y lo social, vamos a recuperar la imagen de empresarias y empresarios
como lo que son, motores del desarrollo social y prosperidad.
Vamos a
trabajar porque Euskadi sea líder en mundial en la creación de las condiciones
para que la economía florezca. Pero será una economía diferente, una economía
que no olvide su fin último: la sociedad, las personas.
Todo en común
Un artículo de Carlos García de Andoin en El Correo del 16
de abril de 2015.
(Carlos García de Andoin es Miembro del Instituto Diocesano
de Teología Pastoral de Bilbao.)
La posesión de
bienes, en la visión cristiana, fija sobre la propiedad más deberes que
derechos e interpela sobre su función social.
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