ANTIGUO
EGIPTO
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1 -
La
fascinante historia de una de las civilizaciones más ancestrales del
mundo está presente en todo el territorio egipcio. Cada yacimiento,
templo o valle es una lección de historia donde el Antiguo
Egipto cobra
vida. Lo hace en las pirámides
de Guiza,
donde los viajeros van de una a otra hasta terminar en la Gran
Esfinge.
También en Abu
Simbel,
el templo de Nubia levantado durante el reinado de Ramsés II, o el
popular Valle
de los Reyes,
donde se encontraron enterrados a un gran número de faraones.
Algunos de los de los más conocidos descansan en el museo
de El Cairo,
detrás de una vitrina de cristal,
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2 -
En
la ribera
oriental del Nilo,
en cambio, el gran tesoro son Lúxor
y
Karnak,
los templos que se ubican en la antigua ciudad de Tebas, capital del
Imperio
Nuevo del Antiguo Egipto.
El bullicio está en sus mercados, donde los locales disfrutan con el
juego del regateo de los viajeros, mientras que los amantes del
submarinismo encuentran en el
mar Rojo su paraíso marino.
FOTOS:
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3 -
1990-1994
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5 -
Gran
Esfinge de Gizeh
La
Gran
Esfinge de
Gizeh, un ser híbrido con cabeza de rey y cuerpo de león, es un
símbolo inmortal del Antiguo Egipto. La estatua ha pasado más
de 4.500 años a la intemperie, pero sigue conservando su
magnificencia. Con el semblante impasible ha resistido al sol
implacable, a tormentas de arena, lluvias torrenciales y a la
capacidad devastadora del ser humano. Dicen que su
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6 -
nariz
fue mutilada por unos iconoclastas o por un cañonazo de las tropas
napoleónicas o británicas. El Museo Británico expone un fragmento
de su barba postiza que probablemente fue añadido en una época
posterior. Esta excelente imagen fue tomada el pasado mes de
noviembre, durante los últimos trabajos previos a la reapertura del
patio circundante, que permite el tránsito de turistas alrededor de
la esfinge. Entre sus patas extendidas se percibe claramente la
Estela del Sueño, erigida por Tutmosis IV para rememorar un sueño
visionario que tuvo mientras se quedó dormido a la sombra de la
esfinge: ésta le prometió el trono de Egipto si retiraba la arena
que cubría su cuerpo.
¿Se
construyó la Gran Esfinge de Gizeh con una cabeza de león y más
tarde se le dio el rostro de un rey? Tradicionalmente se ha visto
en ella la efigie del faraón Kefrén, pero nuevos estudios
sugieren interpretaciones distintas. Zahi Hawass –secretario
general del Consejo Superior de Antigüedades de Egipto y
explorador residente de National Geographic Society– presenta
teorías más recientes sobre el misterio que envuelve esta
enigmática obra del Imperio Antiguo.
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7 -
El
código de la pirámide
Durante
cinco mil años, las pirámides de Egipto han ejercido una poderosa
fascinación sobre quienes las han contemplado. ¿Quién las
erigió? ¿Cómo se construyeron, y por qué? Sabemos que los
antiguos túmulos hechos de piedra y arena se convirtieron en
mastabas, que dieron paso a las pirámides. Estas impresionantes
construcciones –como la Gran Pirámide de Keops– se levantaron
siguiendo un código secreto que ahora los arqueólogos están en
condiciones de desvelar.
1990
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8 -
Esnofru,
el gran constructor
A
inicios de la dinastía IV, Esnofru quiso dar un paso más en la
consecución de una pirámide perfecta para que fuera su morada de
eternidad. En esta búsqueda, el faraón llegó a construir al menos
tres de estos grandes monumentos
Las
pirámides de Gizeh
La
dinastía IV representa el cénit en el arte de construir pirámides.
Keops y después su hijo Kefrén erigieron las pirámides más
grandes y perfectas en la necrópolis de Gizeh, como muestra la
imagen
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9 -
La
Gran Esposa Real
Detalle
de un cofre hallado en la tumba de la reina Hetepheres, esposa de
Esnofru, en Gizeh. A la izquierda, un cartucho contiene el nombre
Nesu-Bity
del
rey: el de las bondades.
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10 -
El
constructor de pirámides
Faraón,
posiblemente Esnofru, con la corona blanca del Alto Egipto. Museo
Egipcio, El Cairo.
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11 -
Un
hijo del faraón
Antílope,
en un fragmento de pintura mural de la tumba de Nefermaat. Museo
Británico, Londres
Rey
del Alto y del Bajo Egipto
Esnofru
entronizado y tocado con la doble corona. Relieve en el Museo
Egipcio, El Cairo.
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12 -
Las
pirámides de Dashur
La
imagen muestra la pirámide Romboidal en primer término, alzándose
en la llanura de Dashur; al fondo se vislumbra la pirámide Roja.
Ambas fueron construidas por Esnofru.
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13 -
Esnofru,
el gran constructor
En
contra de lo que podría pensarse, el mayor constructor de pirámides
de la historia de Egipto no fue Keops, el faraón al que se debe la
Gran Pirámide de Gizeh. Ese título corresponde en realidad a su
padre Esnofru, quien, según han calculado los estudiosos, empleó
para la construcción de las tres pirámides que se le atribuyen un
cuarenta por ciento más de metros cúbicos de piedra que su hijo
Keops, el constructor de la Gran Pirámide de Gizeh. Esnofru, además,
fue el primer soberano egipcio que levantó una pirámide perfecta de
caras lisas y que desarrolló la estructura clásica de los complejos
funerarios egipcios, que perduraría durante varios siglos.
Los
tres grandes monumentos funerarios creados por Esnofru coronaron el
sensacional desarrollo de la arquitectura funeraria egipcia a partir
de la dinastía III. El rey Djoser, gracias a su conocido arquitecto
Imhotep, fue el primero que construyó su tumba totalmente en piedra,
ofreciendo así un sentido de eternidad a unos edificios que
anteriormente se hacían de adobe y que por ello se desvanecían al
poco tiempo. Además, en esta gran obra que llevó a cabo en Saqqara
(una necrópolis próxima a Menfis, la capital de Egipto), Imhotep
prescindió de la típica mastaba, un edificio funerario rectangular
con paredes en talud. La sustituyó por una pirámide escalonada,
compuesta por un total de seis niveles que alcanzaban los 62 metros
de altura. Cabe señalar que éste fue el edificio más alto del
mundo hasta el reinado de Esnofru.
Gesta de la ingeniería y
plasmación del poder del Estado faraónico, la pirámide escalonada
tenía una estructura característica, en la que los estudiosos han
visto el reflejo de un simbolismo estelar propio de la cultura
egipcia en esa época. Así, el eje principal del complejo, de 544
metros de longitud, se orienta de norte a sur y la entrada a la
pirámide se sitúa en el lado norte, al igual que el templo
funerario del faraón, adosado a la pirámide sobre una base de dos
metros de altura. Además, el denominado serdab –una habitación en
el lado norte de la pirámide en la que estaba colocada la estatua
del ka del faraón (su espíritu o fuerza vital)– poseía dos
orificios a través de los cuales una estatua de Djoser podía
observar Dubhe y Kochab, dos importantes estrellas circumpolares. La
propia forma de la pirámide, como un edificio de seis escalones,
evoca las escaleras por las que el espíritu del faraón ascendía al
cielo.
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14 -
El
soberano innovador
Durante
la dinastía III, los reyes Sekhemkhet y Khaba levantaron en Saqqara
y Zawiyet el-Aryan construcciones similares a la pirámide escalonada
de Djoser. Lo mismo hizo Esnofru en su pirámide de Meidum, una
necrópolis situada 55 kilómetros al sur de la pirámide escalonada
de Saqqara. Allí el faraón erigió un gran monumento funerario a
modo de pirámide de ocho escalones, con una torre central de
mampostería y paredes en talud, a la que se añadieron capas
superpuestas también en talud con una inclinación de 75º.
Sin
embargo, a finales de su reinado Esnofru puso en marcha una tercera
fase constructiva que cambiaría radicalmente la fisonomía de la
pirámide de Meidum. En la base, los obreros levantaron una
plataforma nivelada de bloques de caliza, y sobre ésta fueron
colocando sucesivas hiladas horizontales de piedra. Por último, toda
la construcción recibió un revestimiento exterior de fina caliza de
Tura. De este modo se obtuvo una pirámide perfecta, con cuatro caras
lisas de 51º de inclinación, 144 metros de base y 92 de altura.
La
pirámide de Meidum
La
innovación arquitectónica impulsada por Esnofru en Meidum está
relacionada con el auge del culto solar durante la dinastía IV, que
promovió la identificación del faraón con el dios sol Re. No es
casualidad que Huni, el predecesor de Esnofru, fuese el primer
monarca en inscribir su nombre y títulos en un cartucho, el óvalo
que simboliza el recorrido de Re; y tampoco que Didufri, nieto de
Esnofru, fuera el primer faraón en llamarse Hijo de Re.
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15 -
De
acuerdo con esta visión, la pirámide simbolizaría el benben, la
colina primordial, ese primer trozo de tierra que, tras la creación
del dios solar Atum, emergió de las aguas del nun, el inerte, oscuro
y silencioso océano primordial. La pirámide, como la colina
primigenia, representa la creación y el renacimiento y se convierte
en el vehículo de la revitalización del faraón difunto. Si las
pirámides de la dinastía III simbolizaban escaleras al cielo
estrellado, ahora la pirámide, como elemento solar, podía expresar
también la idea de los rayos del Sol que permitían el ascenso del
rey hasta la divinidad solar. Con sus caras lisas que resplandecían
gracias a su recubrimiento con caliza blanca de Tura, los colosales
edificios podían ser vistos desde la lejanía y se convertían en
perfectos marcadores geográficos y manifestación del poder de Re y
del dominio del faraón.
De
acuerdo con esta nueva concepción, el eje de construcción principal
del complejo funerario pasó a ser el este-oeste, en lugar del
norte-sur anterior. Así se pretendía propiciar la unión del rey
con el dios solar en su recorrido diario, desde que se asomaba por el
este en forma del escarabajo Khepri, pasando por su culminación al
mediodía como Re, en forma de disco solar, y su ocaso por el oeste
en forma de carnero, Atum.
La
pirámide de Meidum marcó el triunfo definitivo de este nuevo modelo
de conjunto funerario. La obra de Esnofru incluye por primera vez
todos los elementos característicos de los complejos funerarios
faraónicos a partir de entonces: una pirámide satélite junto a la
principal, un templo funerario, otro templo situado a la orilla del
río y una rampa que enlazaba estos dos edificios. De acuerdo con el
modelo solar, el templo funerario quedó adosado a la cara oriental
de la pirámide, en vez de la septentrional, aunque el acceso al
interior se realizaba aún por el lado norte, como en la pirámide de
Djoser. Desde esta entrada, a unos 18 metros de altura, parte un
corredor descendente de casi 60 metros de longitud y una inclinación
de 28º. Este conducto termina en un pasillo horizontal que desemboca
en el fondo de un pozo, cuya parte superior da acceso a la cámara
sepulcral, construida con una técnica típica de inicios de la
dinastía IV: la falsa bóveda por aproximación de hiladas.
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16 -
La
pirámide Romboidal
Esnofru
construyó una segunda pirámide en la necrópolis de Dashur, a 45
kilómetros al norte de Meidum. La forma final que adoptó este
monumento es singular. Comenzada como una pirámide de 60º de
inclinación, posteriormente se le añadió una envoltura a base de
bloques inclinados 6º hacia el interior y una rebaja de la pendiente
en cinco grados. A partir de los 47 metros de altura, se redujo la
pendiente de las caras de la pirámide a 43º, dándole así el
peculiar aspecto de «pirámide romboidal», como se la conoce. No se
sabe si este cambio de pendiente se debió a problemas estructurales
que hubo que resolver sobre la marcha o bien tenía un significado
simbólico: la doble pendiente representaría, por ejemplo, la unidad
del Alto y el Bajo Egipto. Una vez concluida, la pirámide alcanzó
los 105 metros de altura, con una base de 188 metros de lado.
La
pirámide Roja de Dashur
La
estructura interna de la pirámide Romboidal es inusual a causa de
sus dos entradas. Una se halla, como era costumbre, en el lado norte,
a 12 metros de altura, y da paso a un corredor de 80 metros de
longitud que lleva a un pasillo horizontal; éste, a su vez, conduce
a una cámara con falsa bóveda de 17 metros de altura. La segunda
entrada, originalmente camuflada tras un bloque de revestimiento, se
halla en el lado oeste, a 33 metros de altura. Da a un corredor
descendente que al cabo de 65 metros continúa a modo de un pasillo
horizontal, donde se dispusieron dos cámaras con bloques de cierre
y, finalmente, una cámara funeraria con falsa bóveda de 16 metros
de altura.
La
tercera pirámide de Esnofru, conocida popularmente como «pirámide
Roja», fue construida dos kilómetros al norte de la anterior, en
Dashur. Es la segunda pirámide con mayor base (220 metros), sólo
diez metros menor que la de la Gran Pirámide. Sin embargo, también
es la que tiene menor pendiente de sus caras (43º), por lo que sólo
alcanzó los 105 metros de altura. Su acceso se encuentra a 28 metros
de altura en el lado norte, y desde allí parte un corredor
descendente de 63 metros que termina en un pasillo horizontal. Éste
atraviesa dos cámaras con falsa bóveda y luego da acceso a una
cámara sepulcral, situada a un nivel superior, también con falsa
bóveda y de casi 15 metros de altura. Tal vez el faraón fue
enterrado allí.
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17 -
Sinhué,
aventuras
de un egipcio en el exilio
Tras
el asesinato de Amenemhat I, y por temor a posibles represalias,
Sinuhé huye de Egipto y se refugia en el Próximo Oriente, donde se
convertirá en un hombre rico y respetado. Así empieza la Historia
de Sinuhé, uno de los relatos más famosos del antiguo Egipto
Conjura
y exilio
El
Papiro de Berlín 3022 (en la imagen) es el que conserva la copia más
completa de la Historia de Sinuhé, un noble que huye de Egipto
para
evitar las luchas por la sucesión tras el asesinato de Amenemhat I.
Museos Estatales, Berlín.
Dintel
de Amenemhat I
Amenemhat
fundó una nueva capital, Iti-Tauy, al sur de Menfis, cerca de la
cual hizo construir la necrópolis de el-Lisht, donde se alza su
pirámide. Arriba, relieve con la imagen del faraón. Museo
Metropolitano, Nueva York.
El
dignatario Hotep
Statua-cubo
de la Dinastía XII. Museo Egipcio, El Cairo.
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19 -
Los
peligros del extranjero
Otros
textos, como Las aventuras de Unamón, también narran las peripecias
de sus protagonistas fuera de Egipto.
En este caso, durante un viaje naval a Biblos. Abajo, maqueta de
barco del Imperio Medio. Museo Ashmolean, Oxford.
La
necesidad de morir en Egipto
Sinuhé
anhelaba morir en Egipto,
ya que un egipcio debía ser enterrado según las tradiciones de su
país. Abajo, mesa de ofrendas para el difunto. Estela funeraria.
Dinastía XII.
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20 -
Estela
de Sesostris I
Procedente
de Elefantina. Museo Británico, Londres.
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21 -
Uno
de los óstraca en los que se inscribió la Historia de Sinuhé.
Dinastía XIX, Museo Británico.
Versiones
del relato de Sinhué
La
versión más completa y antigua que conocemos del relato de Sinuhé
es la conservada en el papiro Berlín 3022, que fue descubierta en
una tumba tebana a mediados del siglo XIX. Posee 311 líneas de
texto, si bien le faltan justo las primeras. Este
papiro data de la dinastía XII, en torno al año 1800 a.C.De
esa misma dinastía datan otros papiros que sólo aportan pequeñas
partes de la historia. Otro ejemplo muy completo es el papiro Berlín
10499, de la dinastía XIII (hacia 1700 a.C.), que fue encontrado por
James Quibell dentro de una caja llena de textos médicos, literarios
y administrativos en una tumba cercana al Ramesseum, el templo
funerario del faraón Ramsés II. En cuanto a los óstraca
(fragmentos de cerámica o piedra), la
mayoría procede del yacimiento de Deir el-Medina y seguramente son
de época ramésida,
es decir, más de seiscientos años posteriores al papiro Berlín
3022. La mayoría sólo presenta parte del inicio del relato, pues
son ejercicios de los aprendices de escriba en los que primaba la
caligrafía y el modo de plasmar un texto en egipcio clásico. En
cambio, un ostracon del Museo Ashmolean de Oxford, con 130 líneas de
texto, conserva buena parte del relato.
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22 -
Estatuilla
de Sesostris I
El
rey realizó una política expansiva y estableció la frontera sur
del país en la segunda catarata del Nilo.
La
pirámide de Amenemhat I
El
faraón construyó su complejo funerario en la necrópolis de
el-Lisht, cerca de Iti-Tauy, como haría su hijo Sesostris I más
tarde. Debido al expolio de los materiales constructivos, la pirámide
apenas se ha conservado.
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23 -
Un
médico cura el ojo a un paciente.
Copia en papiro de una pintura mural
Adaptaciones
del relato deSinhué
La
Historia de Sinuhé fue tomada como referencia
e inspiración por dos conocidos escritores del siglo XX, Naguib
Mahfouz, premio
Nobel
de
Literatura en 1988, y el finlandés Mika Waltari. El
egipcio Naguib Mahfouz publicó en 1941 la novela Awdat Sinuhi, que
fue traducida al inglés en 2003 con el título de The Return of
Sinuhe ("El regreso de Sinuhé"). El argumento sigue, en
realidad, la historia del relato de Sinuhé contenido en los textos
egipcios clásicos, con la diferencia de que Mahfouz realiza toda una
serie de añadidos para completar la historia. Pero, sin duda, el
Sinuhé más conocido es el de la novela Sinuhé el egipcio,
la obra más exitosa del novelista Mika Waltari, publicada en finés
en 1945. La novela fue llevada al cine en 1954 por el director
Michael Curtiz. Waltari situó a su Sinuhé en tiempos del faraón
hereje Akhenatón, unos seiscientos años después del Sinuhé del
relato egipcio, convirtiéndolo en un médico real que a la muerte
del monarca se ve obligado a exiliarse, iniciando un periplo por
diversos países. Las situaciones políticas que expresa el autor
probablemente buscan asimilarse a los difíciles años de la segunda
guerra mundial,
cuando se escribió la novela.
Capilla
blanca de Sesostris I
Este
templete fue erigido en el recinto de Karnak
para
conmemorar el jubileo del faraón. Durante el Imperio Nuevo, el
edificio fue desmontado y sus piezas usadas de relleno en el tercer
pilono del templo
*
* * * * *
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25 -
"La
Residencia permanecía en silencio, los corazones afligidos, las
puertas cerradas, los cortesanos con las cabezas en las rodillas y
las gentes en lamentos". Con esta descripción
del ambiente de desolación reinante en la corte de Egipto
por
la muerte de Amenemhat I empieza
la Historia de Sinuhé, la composición literaria más conocida del
antiguo Egipto y considerada una obra maestra.
Las
múltiples copias que se conservan de este texto demuestran la
popularidad que tuvo en época faraónica. Fue muy usado por los
aprendices de escriba, razón por la que se han conservado hasta 28
óstraca (fragmentos cerámicos o de piedra empleados para escribir y
dibujar) y siete papiros que recogen diversas partes del relato. De
ningún otro texto literario egipcio poseemos tal cantidad de copias.
Gracias
a los óstraca y los papiros se ha podido reconstruir de principio a
fin el relato de la Historia de Sinuhé,
cuyo argumento se desarrolla a comienzos de la dinastía XII, a
partir de la muerte de Amenemhat I y a lo largo del reinado de su
hijo Sesostris I. El texto está lleno de acción, con inserciones de
diálogos que incrementan su vivacidad, e incluso con transcripciones
de las cartas
intercambiadas entre el monarca y el protagonista,
lo que otorga más realismo a la narración.
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26 -
Todas
las versiones conocidas del relato de Sinuhé se plasmaron en
escritura
hierática, una simplificación de la jeroglífica
y
la más utilizada por los escribas.
Éstos solían escribir con tinta negra, usando la roja para los
títulos o enunciados principales o para las revisiones y
correcciones que los maestros pudieran hacer sobre el escrito
original. Estos detalles, así como la caligrafía personal de cada
escriba, se observan en las diversas copias conservadas. Por otra
parte, el
estilo del texto se enmarca en su mayor parte en el género del verso
narrativo.
De hecho, en algunas versiones el escriba marcó puntos en tinta roja
para separar las oraciones principales, quizá para formar pareados.
Un
noble al servicio del faraón
El
protagonista de la historia es Sinuhé,
cuyo nombre significa "hijo del sicomoro",
un
personaje que es presentado al principio del texto como el "noble,
líder, juez, portador del sello real,
administrador de los distritos del soberano en las tierras de los
asiáticos, verdadero conocido del rey, su amado, seguidor" y
"sirviente" de la reina Neferu, la gran esposa real de
Sesostris I, lo cual denota su importancia y su cercanía al faraón
y su familia. Por otro lado, esta introducción intenta asemejarse a
los textos autobiográficos usualmente inscritos en muchas tumbas y
en los que el egipcio hacía gala de su currículo.
El
faraón fue asesinado en su palacio mientras dormía, como se
describe en las Instrucciones de Amenemhat
La
acción de la
Historia de Sinuhé se inicia con la muerte de Amenemhat I en el año
30 de su reinado,
un regicidio que no se describe como tal en el relato, pero del que
hablan otros documentos históricos. El faraón fue asesinado en su
palacio mientras dormía, como se describe en las Instrucciones de
Amenemhat, un texto en el que el espíritu del rey relata su muerte a
su hijo y sucesor, y le aconseja sobre cuestiones de gobierno. En la
Historia de Sinuhé tampoco
se indica si la inesperada muerte de Amenemhat provocó revueltas en
Iti-Tauy,
la capital fundada por el faraón, como si se hubiera decidido dejar
caer un velo de misterio sobre la muerte del rey y la reacción
posterior de Sinuhé.
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27 -
Sí
se indica en la historia que Sesostris I regresaba de una campaña
contra los libios en aquel momento, por lo que se enviaron mensajeros
para informarle de la muerte de su padre. Ante la terrible noticia, y
sin que se explique en el texto, Sinuhé,
que acompañaba al ejército del príncipe heredero, reaccionó como
si algún sentimiento de culpabilidad le acompañara:
"Un temblor recorrió mi cuerpo y me marché a saltos buscando
un escondite; me metí entre dos arbustos".
La
huida de Sinuhé
Sinuhé
comienza su extraña huida remontando el Nilo
desde
el oeste del Delta hasta la meseta de Gizeh,
y a la altura de un pueblo llamado Negaur cruza el río en una balsa
sin timón, aprovechando el viento del oeste. Tras pasar por la
cantera de Gebel Ahmar, cerca del actual El
Cairo,
seguirá por el este del Delta, hasta los Muros del Gobernante, en la
frontera oriental del país, una especie de sistema de
fortificaciones levantado por Amenemhat I para evitar las incursiones
de los pueblos asiáticos. Cuando
llega a la zona de los Lagos Amargos, al norte del istmo de Suez,
Sinuhé se halla al borde de la muerte:
"Tuve un ataque de sed. Estaba deshidratado, mi garganta reseca.
Me dije: “Éste es el sabor de la muerte”.
En
ese estado de postración es hallado por unos nómadas que le salvan.
Numerosos
documentos de esta época hablan de la llegada pacífica de asiáticos
a la región del Delta,
bien por motivos comerciales –como se muestra en una pintura de la
tumba del gobernador Khnumhotep II en Beni Hassan– o simplemente
para pasar temporadas en las fértiles tierras aluviales que,
especialmente en época de carestía, servían como pasto para su
ganado.
Una
vez en Qedem, cerca de Biblos, Sinuhé conoce a Amunenshi, gobernante
de la región del alto Retenu, en Siria. Cuando éste le pregunta por
la situación en palacio y por su extraño viaje, Sinuhé
vuelve a obviar los graves acontecimientos, pero al tiempo recalca su
inocencia:
"No fui acusado, no se me escupió. No se escuchó ninguna
crítica, no se pronunció mi nombre en boca del heraldo. No sé qué
me llevó hasta esta tierra extranjera".
Sinuhé,
acto seguido, describe la grandeza y buenas maneras del nuevo faraón,
Sesostris I,
y aconseja a Amunenshi que le escriba y le sea leal como lo fue con
su padre Amenemhat I, con quien había tenido relaciones
diplomáticas. En este momento, nada hace presagiar que Sinuhé, que
en Egipto se había mostrado temeroso y huidizo, incluso cobarde,
vaya a distinguirse por todo lo contrario en su nuevo país.
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28 -
Soldado
valeroso
Nuestro
protagonista se integra en la tribu del príncipe Amunenshi y se casa
con su primogénita,
convirtiéndose de este modo en jefe tribal y yendo a vivir a un
lugar fronterizo llamado Iaa, que es descrito como un auténtico
vergel, una tierra fértil, rica en miel, aceite, frutas, cereal y
ganado. Tras largos años, incluso sus hijos se convertirán en jefes
de tribu.
Sinuhé,
además, combatirá contra los beduinos asiáticos como
comandante de las tropas del gobernante del alto Retenu, demostrando
continuamente su valía.
Un
día, un héroe y campeón de Retenu reta a Sinuhé y acuerdan
batirse al amanecer. Las tribus de ambos permanecerán expectantes
siguiendo las reglas tribales, según las cuales la autoridad es
personal pues el devenir de la tribu quedará marcado únicamente por
el resultado del combate entre los dos jefes. En este fragmento
algunos
autores han querido ver el prototipo literario del enfrentamiento
bíblico entre David y el gigante filisteo Goliat.
Éste
es
el momento álgido de la historia: Sinuhé logra derrotar a su rival
y arrebatarle todas sus pertenencias,
alcanzando el momento de mayor gloria en su país de adopción. Pero
cuando su estancia allí se prolonga y le llega la vejez, su corazón
sigue
apesadumbrado por estar lejos de Egipto:
"Mi casa es hermosa, mi posición es privilegiada, pero mi
pensamiento permanece en palacio. ¡Oh dios! cualquiera que seas que
has dictaminado esta huida, sé clemente, sin duda permitirás que
vuelva a ver el lugar en el que mi corazón siempre ha permanecido
[…] ¿Qué hay más importante que mi cuerpo sea enterrado en la
tierra donde nací?".
No
mueras en tierra extranjera
El
deseo de Sinuhé de volver a Egipto llega a oídos del faraón
Sesostris I,
que en una carta le manifiesta su deseo de que vuelva: "No
mueras en la tierra extranjera, que no te entierren los cananeos, que
no te envuelvan en una piel de carnero a modo de ataúd […], piensa
en tu cuerpo y vuelve". Sesostris
no plantea acusaciones o reproches,
pero en su respuesta a la misiva real, Sinuhé insiste en desconocer
qué le motivo a huir: "Esta huida no la había previsto, no
estaba en mi corazón, no la había premeditado, no sé lo que me
trajo hasta este lugar […] Tenía miedo, aunque no se me iba
persiguiendo".
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29 -
Antes
de volver a Egipto, Sinuhé deja sus propiedades y el mando de la
tribu a su hijo mayor.
El regreso lo hace a través de los Caminos de Horus, la ruta militar
y comercial que seguía la costa palestina en dirección a la
fortaleza de Tjaru, la puerta de entrada a Egipto. Una vez en
palacio, el exiliado se postra ante el rey. La
visión del faraón impacta a Sinuhé, quien vuelve a revivir sus
miedos y deja su vida en manos del monarca:
"Yo era como un hombre atrapado por la oscuridad, mi ba se había
ido, mi cuerpo desfallecía, mi corazón no se encontraba en mi
cuerpo, y no distinguía entre la vida y la muerte".
Tras
sus años en Siria,
el aspecto y la vestimenta de Sinuhé son los propios de un cananeo.
Su estado físico, además, hace que ni los príncipes egipcios sean
capaces de reconocerlo. Pero sí el rey: "Él
no ha de temer. Él no ha de tener miedo. Él será un amigo entre
los nobles, será colocado en medio de los cortesanos".
Mi
ba se había ido, mi cuerpo desfallecía, mi corazón no se
encontraba en mi cuerpo, y no distinguía entre la vida y la muerte
Al
salir del palacio, Sinuhé es acompañado a la casa de un noble,
donde es aseado y engalanado: "Se me quitaron años de encima,
estaba afeitado, mi pelo peinado. Abandoné
la suciedad del desierto y las vestimentas de quienes recorren la
arena, y me vestí con lino,
me ungí con el mejor aceite, y dormí sobre una cama". Sinuhé
renuncia a su ser cananeo para volver a renacer como egipcio gracias
a la voluntad del faraón. Se le regala la casa de un potentado y se
le proporciona abundante sustento diario, y –lo más importante–
se le concede una tumba de piedra y decorada, con un completo ajuar y
el servicio funerario asegurado. Así podrá acabar sus días en
Egipto, donde siempre había permanecido su corazón. "Su
Majestad fue quien hizo que se llevara a cabo [...] Permanecí bajo
los favores del rey hasta el día de partir".
- 30 -
La
tumba excavada en Gizeh contiene numerosas pinturas murales en buen
estado de conservación en las que aparece Hetpet, una sacerdotisa o
funcionaria de alto rango
Más
de 4.300 años de antigüedad
Las
pinturas murales de la tumba de Hetpet tienen más de 4.300 años de
antigüedad.
Mesa
de ofrendas
La
difunta aparece sentada ante una gran mesa de ofrendas y recibiendo
ofrendas de sus hijos.
Escenas
rurales
Escenas
rurales del Antiguo Egipto.
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32 -
Escenas
de caza y pesca
Diferentes
escenas de caza y pesca.
Autoridades
egipcias
Las
autoridades egipcias visitan el interior de la tumba, que consta de
una entrada que conduce a un santuario en forma de "L".
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33 -
Escenas
de caza
Diferentes
escenas de caza en el interior de la tumba de Hetpet.
Tumba
de Hetpet
Un
trabajador de las excavaciones arqueológicas señala un mural
hallado en el interior de la tumba de Hetpet.
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34 -
Policromía
original
Las
pinturas murales conservan su policromía original.
Escena
musical
Escena
en la que aparecen diferentes individuos con instrumentos musicales.
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35 -
Dinastía
V
Pinturas
murales de finales de la dinastía V de Egipto
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36 -
Una
tumba de finales de la dinastía V de Egipto, de
más de 4.300 años de antigüedad,
ha salido a la luz durante las excavaciones que está realizando una
misión arqueológica egipcia en el cementerio occidental de Gizeh,
según anunció ayer el Ministerio de Antigüedades de Egipto. La
tumba del Reino Antiguo, la época en que se construyeron las
pirámides de Gizeh, fue
creada para una mujer llamada Hetpet,
una funcionaria de alto rango a finales de la dinastía V. La tumba
contiene
maravillosas pinturas murales en buen estado de conservación en
las que aparece Hetpet en diferentes escenas de caza y pesca o
sentada ante una gran mesa de ofrendas y recibiendo ofrendas de sus
hijos.
En
las pinturas murales aparecen un mono recogiendo fruta y otro
bailando frente a una orquesta
El
complejo funerario de Hetpet consta de una entrada que conduce a un
santuario en forma de "L" con un cuenco de purificación,
donde aparecen grabados el nombre y los títulos de la alta
funcionaria. En el naos, la sala más importante del templo, había
una estatua de la propietaria de la tumba que aún no ha sido
descubierta.
Las pinturas murales incluyen escenas sobre la cosecha de las frutas,
la fundición de los metales, la fabricación de barcos de piel y de
papiro y
otras escenas que muestran actuaciones musicales y de danza.
Cabe
destacar la representación de dos monos en dos posiciones
diferentes, unos animales que eran domésticos en aquella época. En
la primera escena aparece un mono recogiendo fruta y en la segunda un
mono bailando frente a una orquesta.
- 37 -
La
imagen de Akenatón
fue
abrazada con igual entusiasmo por los nazis y por el movimiento
afrocéntrico, te contamos los secretos de este enigmático faraón
Conservado
en el Museo Egipcio de Berlín, (Neues Museum), este busto de
Akenatón
muestra
las cicatrices de tiempos turbulentos, pretéritos y presentes.
Destrozado por los sucesores del rey en el siglo XVI a.C., también
sufrió daños al ser trasladado durante la Segunda Guerra Mundial.
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38 -
Proyectos
faraónicos
Un
vendedor ambulante cairota ofrece máscaras de Abdelfatah el-Sisi
durante las elecciones presidenciales de Egipto de 2014. Tras
derrocar a su predecesor en un golpe de Estado, el exgeneral obtuvo
el 97 % de los votos. Cuando hubo tomado posesión del cargo, anunció
la construcción de una nueva capital en el desierto al este de El
Cairo, un proyecto de unos 280.000 millones de euros que recuerda al
de Akenatón,
la capital que el padre de Tutankamón fundó en el desierto, hoy
conocida como Amarna. "Es la misma historia –dice la
arqueóloga Anna Stevens–. Todos siguen a El-Sisi porque es un
hombre fuerte".
Reconstrucción
de un muro de talatats
Los
templos y palacios de Akenatón
se
erigieron con los llamados talatats,
bloques más ligeros que podía acarrear un solo obrero y que
permitieron construir con rapidez. También facilitaron la demolición
de la ciudad de Akenatón
a
sus sucesores. En el museo de Luxor, la reconstrucción de un muro de
talatats
muestra
al rey, cortesanos y sacerdotes bañados por los rayos del sol.
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39 -
Honrar
a los muertos
Cerca
de Menia, los egipcios de hoy todavía honran a sus muertos
construyendo estructuras permanentes, como este cementerio de bóvedas
y muros de caliza. En la antigua Amarna la élite se hacía excavar
opulentas tumbas en lo alto de los riscos al este de la ciudad.
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40 -
Un
icono imperecedero
Hallada
bajo un templo de Karnak, parece que esta pieza de arenisca fue
enterrada por orden del propio rey, quien cambiaba una y otra vez el
estilo con el que quería ser retratado, desechando versiones
previas. Tres milenios después, su rostro sigue siendo un icono; en
Menia, un artista decora su casa con esculturas de Akenaton y
Nefertiti (esta última inspirada en una noble llamada Tuya).
Bloques
de caliza
La
madera es escasa en Egipto, y las leyes restringen el uso de suelo
aluvial para la fabricación de ladrillos, por lo que los bloques de
caliza son esenciales en la construcción de bajo coste.
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41 -
Fuente
de inspiración
Akenatón
sigue
siendo fuente de inspiración para el arte monumental, como esta
escultura de la Universidad de Menia .
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42 -
Pieza
de arenisca
Hallada
bajo un templo de Karnak, parece que esta pieza de arenisca fue
enterrada por orden del propio rey, quien cambiaba una y otra vez el
estilo con el que quería ser retratado, desechando versiones
previas. Tres milenios después, su rostro sigue siendo un icono; en
Menia, un artista decora su casa con esculturas de Akenatón
y
Nefertiti (esta última inspirada en una noble llamada Tuya).
- 43 -
Museo
de Atón
A
bordo de su falúa, Mamdouh Abu Kelwa pasa frente al inacabado Museo
de Atón, en Menia. A
Akenaton le
bastaron cinco años para construir la nueva capital; en cambio, el
complejo museístico de 10,5 hectáreas lleva más de una década en
construcción debido a la inestabilidad política y económica. Desde
el inicio del proyecto, Egipto ha vivido una revolución, un golpe de
Estado y el enjuiciamiento de dos expresidentes.
Interés
en el aspecto personal
El
pueblo llano era enterrado en el suelo del desierto, donde apenas se
han hallado hitos o ajuares fúnebres. Las elaboradas trenzas de este
cráneo reflejan el interés que ponían los habitantes de la ciudad
en su aspecto personal, pese a lo difícil de sus circunstancias.
- 44 -
Antiguos
silos de Amarna
Un
guarda armado patrulla cerca de los antiguos silos de Amarna, cuyas
ruinas intactas ofrecen una oportunidad excepcional de estudiar una
ciudad antigua congelada en el tiempo. Los palacios, templos y
principales avenidas de Amarna se diseñaron con esmero, pero la
mayor parte de la ciudad se construyó sin orden ni concierto. Bill
Erickson, profesor de diseño urbano de la Universidad de
Westminster, en Londres, apunta que los patrones de habitación de
Amarna eran sorprendentemente similares a los que ha observado en los
modernos barrios de chabolas no planificados. "Tendrán tres
milenios, pero estos lugares nos dan una importante lección acerca
de nuestras ciudades actuales"
- 45 -
Vivir
del río
La
vida diaria de los habitantes de Amarna todavía gira alrededor del
Nilo. Akenatón
fundó
antaño la capital en una franja de desierto situado en la ribera
oriental del río. El lugar acogió palacios reales, templos y
viviendas para trabajadores, pero posteriormente quedó inundado por
las crecidas anuales. Actualmente los núcleos agrarios se encuentran
en la ribera occidental.
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Reconstrucción
del Gran Templo de Atón
Un
equipo de arqueólogos reconstruye los fundamentos del Gran Templo de
Atón, cuya ausencia de techo permitía a los devotos sentir la
omnipresencia del dios del Sol. Los sucesores de Akhenatón
desmantelaron parte de los edificios construidos durante su reinado.
Arte
de Ajnatón
La
nueva visión de Akenatón
trastocó
el arte establecido hacía siglos y supuso una rápida transición
hacia escenas de la vida familiar y poses menos rígidas en entornos
naturales. Las mujeres asumieron un papel más prominente.
- 47 -
El
poder de los antepasados
En
lo alto de un risco sobre el Nilo, una pareja desciende la pared de
un acatanilado con la esperanza de que ello les sirva para curar la
infertilidad. En ocasiones los egipcios piden a los arqueólogos que
permitan a las mujeres jóvenes caminar rodeando una excavación con
el convencimiento de que el poder de las antigüedades les ayudará a
quedarse embarazadas. Dichas creencias no tienen nada que ver con el
islam y reflejan comportamientos que podrían ser comunes en épocas
antiguas. "Inventar tradiciones era algo en lo que los egipcios
eran realmente buenos", afirma el arqueólogo Barry Kemp.
Una
zona en expansión
Mohammed
Khallaf, antiguo director de la oficina de antigüedades de Menia,
asegura que cuando él era pequeño vivían en Amarna unas 7.000
personas. Ahora asegura que en la zona residen unos 17.000
habitantes.
- 48 -
Una
pasión familiar
El
egiptólogo Barry Kemp asegura que su padre, quien trabajó en Egipto
durante la Segunda Guerra Mundial, desperó su interés por este
campo cuando le enseño algunas de las fotos que trajo de la tumba de
Tutankamón. Kemp ha pasado los últimos 40 años trabajando en
Amarna.
Un
territorio difícil
La
mayoría de los residentes de Amarna son agricultores que dependen de
las bombas de irrigación alimentadas con gasóleo para cultivar y de
las mulas para desplazarse. Durante la época de Akenatón,
sus habitantes tenían que beber directamente del agua del Nilo.
-
49 -
Arte
tradicional
El
arte egipcio tradicional representaba a las figuras en poses rígidas
y estereotipadas que denotaban roles y estatus oficiales. Entre los
temas más habituales firugaba la exhibición de la fuerza militar y
los preparativos para la vida en el más allá.
*
* * * *
-
50 -
A
veces la opinión más reveladora sobre un rey es la que no se
expresa. Una mañana en Amarna,
una población del Alto Egipto situada a unos 300 kilómetros al sur
de El Cairo, se dispuso sobre una mesa de madera un conjunto de
huesos tan delicados que parecían los de una golondrina. "Aquí
está la clavícula, y el húmero, las costillas, la tibia y el
peroné –dijo la bioarqueóloga estadounidense Ashley Shidner–.
Tendría entre año y medio y dos años". Era el esqueleto de un
niño que vivió hace más de 3.300 años en Amarna, cuando esta
ciudad era la capital de Egipto. Fue fundada por Akenatón,
un rey que, junto con su esposa Nefertiti y su hijo, Tutankamón, ha
seducido nuestra imaginación como ninguna otra figura del antiguo
Egipto.
Ese
esqueleto anónimo, por el contrario, se
había exhumado de una tumba sin nombre.
Los huesos mostraban signos de malnutrición, algo que Shidner y
otros arqueólogos han observado en los restos de decenas de niños
de la antigua Amarna. "El retraso del crecimiento se inicia en
torno a los siete meses y medio –me explicó–, que es cuando
empieza la transición de la leche materna a los alimentos sólidos".
En Amarna parece que esa transición se pospuso para muchos niños.
"Posiblemente la madre decidía seguir amamantando al hijo
porque no había comida suficiente".
Hasta
hace poco los súbditos de Akenatón
parecían
ser los únicos que no tenían nada que decir sobre su legado. Otros
han hablado extensamente acerca de este faraón que gobernó
entre 1353 y 1336 a.C. e intentó transformar la religión, el arte y
la política de Egipto.
La mayoría de sus sucesores fueron muy críticos con su reinado.
Hasta Tutankamón firmó un decreto en el que se criticaban las
condiciones de vida en tiempos de su padre: "El país pasaba
penurias; los dioses habían abandonado esta tierra". La
dinastía siguiente se refería a Akenatón
como
"el criminal" y "el rebelde", y los faraones
destruyeron sus estatuas e imágenes en un intento de borrarlo por
completo de la historia.
-
51 -
Descubrimiento
en 1905
Esa
consideración dio un giro de 180 grados en los tiempos modernos,
cuando Akenaton
fue
redescubierto por la arqueología. En 1905 el egiptólogo
estadounidense James Henry Breasted describía al rey como "el
primer individualista de la historia de la humanidad". Para él,
y para muchos otros, Akenaton
fue
un revolucionario cuyas ideas, en especial el concepto de monoteísmo,
eran
adelantadas para su época por innovadoras y radicales.
Y
el registro arqueológico ha sido siempre lo bastante exiguo como
para dar alas a la imaginación. El egiptólogo británico Dominic
Montserrat, autor de un libro sobre Akenatón
subtitulado
Historia,
fantasía y antiguo Egipto, apuntaba
que a
menudo tomamos certezas sueltas sobre la antigüedad y las hilamos en
relatos propios de la lógica de nuestro mundo.
Lo hacemos, escribe en su obra, "para poder colocar el pasado
ante el presente, como si de un espejo se tratase".
Ese
espejo moderno de Akenatón
ha
reflejado casi todas las identidades imaginables: ha sido presentado
como un profeta, como un protocristiano, como un ecologista
pacifista, como un homosexual declarado y orgulloso y como un
dictador totalitario. Su imagen fue
abrazada con igual entusiasmo por los nazis y por el movimiento
afrocéntrico.
Thomas Mann, Naguib Mahfouz y Frida Kahlo incorporaron al faraón en
su arte.
Thomas
Mann, Naguib Mahfouz y Frida Kahlo incorporaron al faraón en su arte
Cuando
Philip Glass compuso tres óperas sobre pensadores visionarios, optó
por Einstein, Gandhi y Akenatón.
Sigmund Freud sufrió un desmayo mientras discutía acaloradamente
con el psiquiatra suizo Carl Jung sobre
si el rey egipcio se resentía o no de un excesivo amor materno
(según
el neurólogo austríaco, Akenaron tenía complejo de Edipo casi mil
años antes de que apareciese el mítico rey de Tebas).
-
52 -
Los
arqueólogos siempre
trataron de resistirse a este tipo de interpretaciones,
pero les faltaban piezas clave del rompecabezas. Buena parte del
estudio de Amarna se había centrado en la cultura de las élites:
escultura y arquitectura reales, e inscripciones de las tumbas de los
funcionarios de alto rango.
Durante
años los expertos aguardaron a que se presentara la ocasión de
estudiar las necrópolis del pueblo llano, conscientes de que la
breve existencia de Amarna –17 años– haría de un cementerio una
instantánea de la vida cotidiana. Hubo que esperar hasta que, recién
entrado el siglo XXI, un examen detallado del desierto circundante
identificó
por fin vestigios de cuatro cementerios diferentes.
Tras
el descubrimiento, arqueólogos y bioarqueólogos invirtieron
casi un decenio en excavar y analizar la mayor de esas cuatro
necrópolis.
Tomaron muestras de al menos 432 esqueletos. De las sepulturas en las
que se conoce la edad del fallecido, el 70% no llega a los 35 años y
solo nueve individuos parecen haber superado los 50. Más de un
tercio perecieron antes de cumplir los 15.
Más
de un tercio perecieron antes de cumplir los 15 años de edad
Los
niños mostraban
retrasos del crecimiento de hasta dos años.
Muchos adultos presentaban daños vertebrales, algo que los
bioarqueólogos interpretan como una prueba de que la población
estaba sometida a un exceso de trabajo, quizá relacionado con la
construcción de la nueva capital.
En
2015 el equipo se trasladó a otro cementerio, situado al norte de
Amarna, donde exhumaron 135 cuerpos. Anna Stevens, la arqueóloga
australiana que dirige el trabajo de campo en las cuatro necrópolis,
me contó que enseguida
percibieron que aquellos enterramientos eran diferentes.
Muchos cuerpos parecían haber sido sepultados apresuradamente, y
yacían en tumbas que apenas contienen bienes ni objetos.
No
hay indicios de muerte violenta, pero parece que no se respetaron los
vínculos familiares; en muchos casos da la impresión de que en la
misma tumba se
enterraron de cualquier manera dos o tres personas que nada tenían
que ver entre sí.
Eran jóvenes: el 92% de los individuos inhumados en ese cementerio
no superaba los 25 años. Más de la mitad murieron entre los siete y
los 15.
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53 -
"Salta
a la vista que no
estamos ante una curva de mortalidad normal –me
dijo Stevens–. Quizá no sea casualidad que en esta zona se
encontrasen las canteras de caliza del rey. ¿Se trata de un grupo de
obreros reclutados por su juventud y obligados a trabajar hasta
morir?". A su entender, una cosa está clara: "Esto despeja
de una vez por todas cualquier tentación de seguir creyendo que
Amarna era un buen lugar para vivir".
"Esto
despeja la creencia de que Amarna era un buen lugar para vivir",
opina Stevens
Para
Akenatón,
Amarna era un proyecto puro y profundamente visionario. "Ningún
funcionario me ha transmitido jamás ninguna prevención al
respecto", escribió el rey con orgullo sobre la fundación de
la nueva capital. Escogió su ubicación –una amplia zona de
desierto virgen sobre la margen oriental del Nilo– porque no
estaba contaminada por el culto a ninguna divinidad.
Es
posible que también
quisiera emular a su padre,
Amenhotep III, uno de los mayores constructores de monumentos,
templos y palacios de la historia egipcia. Padre e hijo pertenecían
a la XVIII dinastía, que llegó al poder tras derrotar a los hicsos,
un grupo procedente del Mediterráneo oriental que había invadido el
norte de Egipto.
Los
antepasados de la XVIII dinastía estaban radicados en el sur de
Egipto, y para expulsar a los hicsos copiaron de sus enemigos
innovaciones como el carro de guerra y el arco compuesto. Los
egipcios profesionalizaron el ejército y, a diferencia de la mayoría
de las dinastías precedentes, la
XVIII mantuvo uno permanente.
También
eran buenos diplomáticos, y con el tiempo el imperio se
extendió desde lo que hoy es Sudán hasta la actual Siria.
Los extranjeros llevaron a la corte de Egipto riquezas y
conocimientos nuevos, lo que tuvo efectos de gran calado. Con
Amenhotep III, que reinó aproximadamente entre 1390 y 1353 a.C., el
estilo artístico de la realeza viró hacia unos planteamientos que
hoy describiríamos como más naturalista.
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54 -
Aunque
Amenhotep III se mostraba abierto a las nuevas ideas, también
miraba hacia el pasado remoto.
Estudió las pirámides de reyes que habían vivido hacía más de un
milenio e incorporó elementos tradicionales en festividades, templos
y palacios reales. Mantuvo el culto al dios Amón, patrón de Tebas,
pero empezó a dar relieve también a Atón. Representado como un
disco solar, Atón era una manifestación del dios Sol Ra, una
reminiscencia de un antiguo culto religioso.
Atón
era una manifestación del dios Sol Ra, una reminiscencia de un
antiguo culto religioso
Su
hijo subió al trono como Amenhotep IV, pero durante el quinto año
de su reinado tomó dos decisiones cruciales: cambió su nombre por
el de Akenaton –"el que place a Atón"– y abandonó
Tebas para fundar su nueva capital en el lugar que hoy conocemos como
Amarna.
La llamó Akenatón,
que significa "horizonte de Atón", y muy pronto en aquel
trozo de desierto desolado había surgido una ciudad habitada por
30.000 personas. Con gran rapidez se erigieron palacios y templos
enormes: el Gran Templo de Atón medía unos 800 metros de largo.
Entre
tanto, el arte egipcio experimentaba su propia revolución. Las
tradiciones inamovibles que durante siglos habían definido las
temáticas, proporciones y posturas en que los modelos posaban en las
pinturas y esculturas quedaron trastocadas por Akenatón.
Los artistas empezaron a plasmar escenas realistas y dinámicas del
mundo natural y a retratar al faraón y su esposa, la reina
Nefertiti, en
actitudes rompedoras por su naturalidad e intimidad.
El matrimonio aparece besando y acariciando a sus hijas. Las
facciones de Akenaton
tienen
la intención de impresionar: mandíbula enorme, labios belfos y ojos
almendrados. Según la visión del joven rey, la religión se
simplificaba radicalmente.
Los
egipcios adoraban hasta un millar de dioses, pero
Akenaton era
fiel a uno.
Nefertiti y él eran los únicos intermediarios entre el pueblo y
Atón, asumiendo el papel del estamento sacerdotal. Nefertiti tenía
consideración de corregente y, aunque no está claro si ejerció un
poder político efectivo, sí poseía un estatus religioso y
simbólico excepcional en una reina.
Akenaton y
Nefertiti eran los únicos intermediarios entre el pueblo y Atón.
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55 -
La
nueva situación debió de originar fricciones con los sacerdotes del
antiguo orden, que seguían adorando a Amón. Tras unos años en
Amarna, el faraón ordenó
que se arrancasen todas las imágenes de Amón de los templos
estatales.
Fue un acto de audacia inconcebible: era la primera vez en la
historia que un rey atacaba a un dios. Pero a menudo las revoluciones
se vuelven contra sus mayores entusiastas, y aquella violencia
acabaría aniquilando las creaciones del propio Akenatón.
Llegué
a las ruinas del Gran Templo de Atón
justo el día que Barry Kemp hallaba un fragmento de una estatua rota
de Akenatón.
Kemp, profesor emérito de la Universidad de Cambridge y director del
Proyecto Amarna, lleva trabajando en el yacimiento desde 1977. Ha
dedicado a excavar la ciudad el triple de años que tardó Akenaton
en
construirla.
"Qué belleza –dijo, sosteniendo el
fragmento de piedra esculpida en el que solo se veía la parte
inferior de las piernas del rey–. Estos
daños no son accidentales".
La arqueología en Amarna tiene algo de investigación forense porque
muchas piezas fueron destruidas deliberadamente tras la muerte
repentina del rey hacia 1336 a.C. Su único hijo y heredero era
Tutankatón, un niño de menos de 10 años que enseguida sustituyó
el «Atón» de su nombre (Tutankatón) por el título del dios que
tanto había odiado su padre: Tutankamón.
Muchas
piezas de Amarna fueron destruidas deliberadamente tras la muerte
repentina del rey
Abandonó
Amarna y abrazó de nuevo las antiguas tradiciones. Tutankamón murió
de improviso, y el jefe de su ejército, Horemheb, se
autoproclamó faraón en el que posiblemente haya sido el primer
golpe de Estado militar de la historia.
Horemheb y sus sucesores, entre ellos Ramsés el Grande,
desmantelaron los palacios y templos de Amarna. Destruyeron las
estatuas de Akenatón
y
Nefertiti y expurgaron el nombre del rey hereje y sus sucesores de
las listas oficiales de gobernantes egipcios. Tan eficaz fue aquel
acto de damnatio memoriae que explica en parte por qué la tumba de
Tutankamón escapó a gran parte del expolio del que fue objeto el
Valle de los Reyes.
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56 -
En
la época faraónica, generación tras generación de saqueadores
peinaban aquellas tumbas, pero la de Tutankamón apareció casi
intacta. La gente simplemente olvidó que estaba allí. También
olvidó casi todo de la vida en Amarna. Las últimas excavaciones de
Kemp han revelado que el Gran Templo de Atón fue destruido y
reconstruido en algún momento del año 12 del reinado de Akenatón.
El fragmento de estatua que me mostró coincidía en la datación:
había
sucumbido por orden del propio rey,
no de sus sucesores.
"Desde
nuestro punto de vista es una maniobra muy extraña –me confesó
Kemp, explicando que Akenatón
usó
aquellos cascotes para cimentar un templo nuevo, reinventado–. La
estatua ya no se necesitaba, así que la
redujeron a escombros.
No se nos cuenta qué es lo que estaba pasando".
Hay
otras pruebas en un excepcional estado de conservación. Los
asentamientos antiguos solían situarse en el valle del Nilo, donde
milenios de crecidas y presencia humana han destruido las estructuras
originales. Pero Amarna está en el desierto, por encima del río.
Por ese motivo el lugar estaba deshabitado antes de Akenatón,
y por ese motivo se
abandonó completamente después de él.
Todavía hoy se ven los muros de ladrillo originales de las casas de
Amarna, y hay fragmentos de cerámica por doquier. Puede visitarse el
edificio de 3.300 años de antigüedad en el que un equipo de
arqueólogos alemanes halló el famoso busto policromado de Nefertiti
en 1912.
Un
equipo de arqueólogos alemanes halló el famoso busto de Nefertiti
en 1912
Kemp
me contó que se
interesó en Amarna porque era un yacimiento intacto,
no por Akenatón.
El arqueólogo cree que al rey se le han atribuido demasiados rasgos
modernos y que el mero uso del término religión en referencia al
antiguo Egipto es "un extravío". Como la mayoría de los
expertos actuales, no califica a Akenatón
de
monoteísta, porque es un adjetivo con demasiadas connotaciones de
las subsiguientes tradiciones religiosas y porque durante el reinado
de este faraón la mayoría de los egipcios perseveraron en el culto
a otras deidades.-
57 -
No
obstante, Kemp no se resiste del todo a especular sobre el carácter
del rey. Le impresionan la volubilidad de su pensamiento y su
capacidad de obligar a los trabajadores a llevar a cabo sus
caprichos. En el Gran Templo de Atón, me mostró los restos de
grandes altares de ofrendas de adobe que en su día debieron de estar
repletas de alimentos y de incienso, como parte de los rituales. El
número es sorprendente: más de 1.700. "Nos
permite entrever a un hombre con un pensamiento que raya en lo
obsesivo",
afirmó Kemp, quien también ha escrito lo siguiente: "El
peligro de ser un monarca absoluto es que nadie se atreve a decirte
que acabas de decretar un disparate".
Esa
absoluta libertad de acción probablemente también inspiró la
emancipación artística. Ray Johnson, director de la Casa de
Chicago, el centro de investigación en Luxor de la Universidad de
Chicago, cree que Akenatón
debió
de ser "un genio de la creatividad", pese a sus tendencias
obsesivas y despóticas. "Las representaciones artísticas
tardías de Amarna son bellísimas –me dijo–. Sus autores
rechazan el canon afectado y exagerado del arte egipcio tradicional y
adoptan un estilo mucho más laxo. Las
representaciones femeninas en concreto son de una sensualidad
increíble".
Recientemente
Johnson ha recompuesto digitalmente bajorrelieves y estatuas juntando
fragmentos que estaban diseminados en colecciones del mundo entero.
Me mostró un "ensamblaje" virtual en el que había
encajado la fotografía de un fragmento localizado en Copenhague con
la de otro custodiado en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva
York. "Los separan 6.000 kilómetros, pero me percaté de que
encajan", me dijo. La reunificación revela
una escena sorprendente:
Akenatón
celebra
un rito no con Nefertiti,
sino con Kiya, otra esposa, que carecía del estatus de reina.
Los
expertos que participan en esta labor y con los que hablé parecían
tener una opinión más benévola de Akenatón,
quizá nacida del estrecho contacto con su arte. Las obras artísticas
son el legado más perdurable del rey, al menos hasta que fue
redescubierto en nuestra época. Al pueblo le faltó tiempo para
abandonar su ciudad y sus ritos, pero el estilo artístico de Amarna
influyó en los períodos posteriores. Marsha Hill, conservadora del
Metropolitano de Nueva York, me confesó que trabajar con los
fragmentos escultóricos de Amarna le ha inspirado una opinión más
positiva sobre Akenatón.
"En mayor o menor medida, a todo el mundo le son simpáticos los
revolucionarios –me dijo–. Nos gustan las personas que tienen una
buena idea, una idea potente que nos induce a pensar que todo va a ir
mejor. Yo no
veo en Akenatón
un
personaje destructivo.
Sí, es cierto que su idea naufragó, pero eso suele ocurrir. El
vapor se va acumulando en el subsuelo hasta que explota, y luego hay
que recomponerlo todo".
El
estilo artístico de Amarna influyó en los períodos posteriores
La
actual revolución egipcia ha hecho más difícil todavía, si cabe,
el estudio arqueológico de los vestigios –fragmentados y
desperdigados– del reinado de Akenatón.
En febrero de 2011 las protestas de la plaza Tahrir forzaron la
dimisión del presidente Hosni Mubarak después de casi tres décadas
al mando del país. En 2012 Egipto
celebró los primeros comicios presidenciales de su historia,
de los que salió victorioso Mohamed Morsi, uno de los dirigentes de
los Hermanos Musulmanes, pero fue derrocado por un golpe militar tras
apenas un año en el cargo. A raíz de aquello, las fuerzas de
seguridad masacraron en El Cairo a cientos de partidarios de Morsi.
Se
registraron violentas protestas en todo el país, como en Mallawi,
ciudad ubicada frente a Amarna, al otro lado del Nilo. En agosto de
2013 una turba de seguidores de Morsi atacó una iglesia copta, un
edificio gubernamental y el Museo de Mallawi. Durante los disturbios
el
portero del museo fue asesinado y robaron todas las piezas que
pudieron llevarse,
en total más de 1.000. Desde entonces la policía ha recuperado la
mayoría de ellas, pero el museo tardó tres años en reabrir sus
puertas.
En Amarna el avance de la agricultura es una amenaza
incluso mayor que los saqueos. Ahora que puede bombearse el agua
desde el río con motores diésel, los agricultores están ocupando
el terreno desértico, incluidas partes de la ciudad milenaria que
aún no se han excavado. En teoría el yacimiento tiene protección
oficial, pero la revolución ha complicado sobremanera su
salvaguardia. Mohammed Khallaf, entonces director de la oficina de
antigüedades de Menia, la capital de la región, me explicó que los
habitantes de la zona de Amarna pueden cultivar por ley unos 300
feddans (126 hectáreas). "Pero infringiéndola han sumado otros
300 –me dijo–. El 80% de la usurpación se ha producido después
de la revolución". La revolución también
ha paralizado las obras de construcción del Museo de Atón,
el edificio más imponente de Menia. Diseñado por arquitectos
alemanes y egipcios, su moderna estructura, que recuerda a una
pirámide, se yergue 50 metros a orillas del Nilo.
En
todo Egipto, Akenatón
es
el único faraón en cuyo honor todavía se erigen construcciones
monumentales. Ello da fe de que los líderes islámicos del país
explotan
la identidad popular del Akenatón
monoteísta,
pero al mismo tiempo se diría que el suyo es un legado condenado a
vivir turbulencias políticas. En el museo se habían invertido más
de 9 millones de euros cuando de la noche a la mañana dejó de
financiarse, víctima del colapso económico post-Tahrir.
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59 -
El
día que visité el complejo me encontré con 11 empleados sentados
en una oficina con las luces y el aire acondicionado apagados; en el
exterior la temperatura era de 43 °C. Mohammed Shaben se presentó
como el director informático del museo y se disculpó por el calor:
no tenían suministro eléctrico. Pregunté a qué se dedica un
director informático cuando no hay electricidad. "A nada
–respondió–. Todos
estamos esperando".
Tenía 26 años; la mayoría de sus compañeros eran aún más
jóvenes. Todos tenían estudios: eran conservadores, diseñadores de
interiores, restauradores de arte. En torno al 60% de la población
egipcia tiene menos de 30 años; los jóvenes dominaron las protestas
de la plaza Tahrir. También son ellos quienes han pagado el precio
más caro al fracasar la revolución.
Los
jóvenes han pagado el precio más caro al fracasar la revolución
Desde
el golpe militar, la disidencia ha sido castigada con brutalidad y
las cárceles recluyen a decenas de miles de presos políticos,
muchos de ellos jóvenes. Casi un tercio de la juventud del país
está en paro. Shaben me contó que tanto a él como a otros
funcionarios públicos se les exigía presentarse en su puesto de
trabajo y matar las horas en él, pese a que la construcción del
complejo estaba paralizada. Me enseñó el museo, que consta de cinco
plantas, 14 salas de exposiciones y un auditorio, todo
a medio construir y a merced de los elementos.
Por doquier se veían losetas, barras de acero corrugado y tubos de
aire acondicionado oxidados. "Ojo con los murciélagos", me
advirtió cuando entramos en el auditorio. Algún día, me dijo,
tendrá un aforo de 800 espectadores.
Ahmed
Gaafar, el joven inspector de antigüedades que nos acompañaba, se
quejaba de que la agitación política había estancado su carrera de
conservador. Es un patrón que siempre se repite, desde las tumbas de
Amarna hasta la frustración de Tahrir: en todas partes y en todo
momento, las
revoluciones fagocitan a los jóvenes.
Gaafar mencionó las recientes elecciones presidenciales, en las que
ganó Abdelfatah el-Sisi, el general al mando del golpe que había
derrocado al líder islamista Morsi. Gaafar veía un paralelismo
entre aquel golpe y la era de Akenatón.
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60 -
Gaafar
veía un paralelismo entre el golpe que derrocó a Morsi y la era de
Akenatón
"Hay
quien dice que Morsi es como Akenatón,
y El-Sisi, como Horemheb –dijo–. Horemheb liberó Egipto de un
Estado teocrático que se debilitaba por momentos. –En tono
esperanzado, añadió–: Y abrió la puerta al período ramésida,
que fue el de mayor esplendor de la historia de Egipto. Con El-Sisi
ocurre lo mismo: está
preparando a Egipto para que recupere su grandeza".
Esa idea –preparar a Egipto para que recobre su grandeza– es muy
anterior a El-Sisi e incluso al propio Akenatón.
En el antiguo Egipto, tras los períodos de debilidad o desunión,
los dirigentes solían declarar un wehem mesut, que literalmente
significa "repetición del parto": un renacimiento. Con
símbolos antiguos se valían de las glorias pretéritas para
prometer éxitos futuros.
Tutankamón
declaró un wehem
mesut y
parece ser que Horemheb hizo otro tanto. La estrategia sigue viva en
la actualidad en otros lugares del mundo. Las revoluciones ganan
legitimidad cuando se vinculan con el pasado, y eso explica por qué
muchas de las pancartas de la plaza Tahrir iban acompañadas de
imágenes de los líderes políticos Gamal Abdel Nasser y Anwar
el-Sadat. En 2012, cuando Morsi y los Hermanos Musulmanes llegaron al
poder, aprobaron
una Constitución que aludía al "monoteísmo" de Akenatón,
y titularon su programa político Nahda, que en árabe significa
renacimiento.
En
Egipto siempre ha existido la tentación de reflejar el pasado en el
espejo moderno, recreando el mundo faraónico a nuestra propia
imagen. Pero también es cierto que los antiguos egipcios
desarrollaron tácticas políticas sofisticadas; al fin y al cabo, su
sistema político perduró más de 3.000 años.
Introdujeron el concepto de reinar por la gracia de dios, así como
muchos símbolos universales de poder, como la corona y el cetro.
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61 -
El
arte de Amarna solía
tener funciones propagandísticas,
con representaciones de Akenatón
entregando
premios a sus aduladores y paseándose por la ciudad con su deferente
guardia personal. Barry Kemp afirma que todas esas escenas
constituyen "una caricatura inopinada de todos los líderes
modernos seducidos por las mieles de la exhibición carismática".
En las ruinas del Gran Templo de Atón pregunté a este egiptólogo
inglés si esos patrones de pensamiento y conducta son
universales
y atemporales. "Pertenecemos todos a la misma especie –me
respondió–. Hasta cierto punto estamos programados para pensar y
actuar de la misma manera. Pero las tradiciones que se mantienen en
el tiempo moderan a las sociedades. Esa es nuestra responsabilidad:
hallar el equilibrio entre patrones universales y patrones culturales
distintivos".
"Las
tradiciones que se mantienen en el tiempo moderan a las sociedades",
afirma Kemp
El
Proyecto Amarna, que coordina las investigaciones sobre el terreno,
cuenta con un despacho en un edificio contiguo a la plaza Tahrir.
Anna Stevens me contó que ese entorno le ha aportado una nueva
perspectiva a la hora de contemplar el pasado. "Vivir los
acontecimientos de esta época me ha llevado a meditar mucho sobre
Akenatón
y
el impacto de las revoluciones –me dijo, refiriéndose al ascenso
de El-Sisi–. Me llama la atención el interés que siempre
despierta la figura del hombre fuerte como líder". Me comentó
que en las tumbas de los altos dignatarios de Amarna aparece
imaginería de Atón y la familia real, pero que hasta la fecha no se
han hallado imágenes similares en las necrópolis del pueblo llano.
"No
hay ni una sola mención a Akenatón
ni
a Nefertiti –aseguró–.
Es como si aquel no fuese su espacio".
La
arqueóloga observa
una dinámica parecida en el elitismo de la política actual:
"Puedes introducir transformaciones radicales en las altas
esferas, pero por debajo nada cambia. Puedes trasladar una ciudad
entera a otra parte de Egipto; puedes trasladar todo un grupo humano
a la plaza Tahrir, pero nada cambia".
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En
su opinión, una revolución es un acto de narración selectiva.
"Akenatón
está
creando un relato –me dijo un día en su despacho, y acto seguido
señaló una imagen de los esqueletos de un cementerio plebeyo–.
Pero en realidad ese relato no es para estas gentes".
“Akenaton
está
creando un relato, pero ese relato no es para estas gentes",
según Stevens
Jamás
conoceremos la historia de esas personas, de igual manera que no nos
fijamos en la vida de la mayoría de los egipcios de hoy cuando
ponemos toda nuestra atención en las figuras dominantes de la
política nacional: Mubarak, Morsi y El-Sisi. Si nos cuesta
aprehender toda la variedad de experiencias revolucionarias de los
últimos seis años, ¿qué
posibilidad tenemos de comprender como es debido los vaivenes
políticos de mediados del siglo XIV a.C.?
"¡Así
es la vida!", dijo al fin Anna Stevens. Ocupaba un despacho seis
pisos por encima de la plaza Tahrir y estaba rodeada de un
batiburrillo de datos de las excavaciones de Amarna. Pero parecía
cómoda con la incertidumbre fundamental de Akenatón:
los misterios de su fe, los mensajes de los huesos de sus súbditos y
todas las piezas rotas que nunca podrán recomponerse. Sonrió y
dijo: "No
hay relato claro".
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NEFERTITI
"La
Bella de las Bellas de Atón-la Bella ha llegado". Este es el
significado del nombre de la soberana reina
Neferneferuatón-Nefertiti. Sabemos que Nefertiti fue la Gran Esposa
Real de Akhenatón y que vivió
hace casi 3.500 años en
un período fascinante de la historia de Egipto. Sin embargo los
detalles de su biografía son todo un enigma y un campo en el que los
arqueólogos luchan por tener razón.
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Nefertiti
ostentó un
papel principal en la corte de Amarna, el Horizonte del Sol,
la nueva capital fundada por su marido Akhenatón en
honor al disco solar Atón. ¿Fue Nefertiti una especie de primera
dama de la Antigüedad? Existen muchas especulaciones sobre el papel
que desempeñaba en la corte de Ajtatón. De hecho son tan abundantes
como contradictorias. Y parece que el misterio continuará durante
mucho tiempo, al menos hasta que se encuentre la tumba donde
descansan sus restos.
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66 -
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68 -
la
corte de Akhenatón y Nefertiti
En
el octavo año de su reinado, el faraón Akhenatón trasladó la
capital de Egipto a Amarna,
el Horizonte del Sol, una nueva ciudad que enseguida se llenó de
espléndidas mansiones y barrios de trabajadores
La
tumba real de Amarna
Descubierta
en 1893, Akhenatón evitó decorarla con escenas del viaje de Re por
el inframundo, que contradecían el culto a Atón.
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Los
reyes en familia
Esta
estela de Amarna
muestra
a Akhenatón y Nefertiti jugando de un modo distendido con sus hijas.
Museo Egipcio, Berlín
El
palacio del Norte
Entre
los restos de Amarna
que
empezaron a excavarse a finales del siglo XIX se cuentan los del
Palacio del Norte, en la imagen.
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Una
vaca pasea entre los marjales
Fragmento
de azulejo de Amarna.
Museo del Louvre.
La
reina del Sol
Busto
policromado de la reina Nefertiti hallado en Amarna
por
Borchardt en 1912. Museo Egipcio, Berlín.
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71 -
El
naturalismo del arte de Amarna
Unos
ánades levantan el vuelo en los marjales del Nilo, representados por
plantas de papiro y lotos. Pavimento del palacio de Maru Atón. Museo
Egipcio, El Cairo.
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Amarna,
la corte de Akhenatón y Nefertiti
Cuando,
descendiendo por el Nilo, desembarcamos en Amarna,
la que fuera capital de Egipto durante el breve reinado de Akhenatón
y Nefertiti, nos encontramos en una planicie desértica con algunas
ruinas diseminadas. Sólo las dos columnas reconstruidas del Pequeño
Templo de Atón dan fe de su antigua grandeza. La
ciudad fue abandonada poco después de la muerte de su fundador,
Akhenatón, y los siguientes faraones arrancaron sus piedras para
reutilizarlas en sus propias construcciones mientras
los aldeanos de los pueblos vecinos se llevaron los ladrillos para
sus casas; pero, por fortuna para los arqueólogos, no se alzó nunca
otra ciudad encima de su suelo. Por esto, las arenas del desierto
fueron enterrando y conservando los cimientos de sus edificios y los
restos abandonados por sus habitantes, con lo que Amarna es
el enclave arqueológico que más datos aporta sobre la vida de los
antiguos egipcios. Una
de las cosas que más información ha proporcionado sobre la vida en
la ciudad desaparecida son los montones de basura de aquella época,
entre los que se han descubierto plumas y huesos de aves, restos de
cabras y de ovejas, espinas de pescado, semillas de cebada,
guisantes, lentejas, pepinos, cebollas, ajos, granadas, uvas, higos,
aceitunas, dátiles... De todo ello podemos deducir que la dieta de
los «amárnicos» era sana y equilibrada.
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73 -
Casas
en las que no faltaba nada
Cuando,
en el quinto año del reinado de Akhenatón,
la corte se trasladó a Amarna,
los primeros en instalarse fueron los nuevos funcionarios que
siguieron al faraón. Cada
uno eligió el sitio y el tamaño de su casa, situada en una gran
parcela con todas las comodidades. En el exterior había graneros y
almacenes donde se guardaban los alimentos y los artículos que se
intercambiaban por bienes necesarios para la familia, las cuadras
para los caballos, un pequeño recinto para los carros y talleres de
tejido y cerámica para uso diario. No
faltaban una huerta y un pozo, ni los establos para los animales
domésticos. Había
igualmente lugares especiales donde se elaboraban los alimentos: uno
para moler el grano, pues esta faena levantaba mucho polvo, otro
destinado a la fabricación de cerveza, además de la cocina
propiamente dicha, al sur de la casa para que el viento del norte, el
que más sopla en Amarna,
se llevara los humos y malos olores fuera del recinto. También se
construía una pequeña capilla con estatuas o relieves de los reyes,
a quienes como intermediarios entre hombres y dioses se les pedía
que dirigieran sus súplicas y peticiones a Atón, el disco solar.
Las
viviendas estaban formadas por un salón central alrededor del cual
se distribuían las demás estancias. Ese salón constaba de tres
elementos que se repiten en todas las casas: un banco bajo con
almohadones para sentarse encima con las piernas cruzadas, un brasero
para calentar las frías noches del desierto y una losa de abluciones
con un cántaro de agua para lavarse las manos y los pies o,
simplemente, refrescarse. La
losa era de piedra en las casas importantes y de barro en las
medianas –como
la de un artesano excavada en 1987–, pero está totalmente ausente
en las pequeñas casitas de la Aldea de los Trabajadores, lugar de
residencia de los obreros destinados a la construcción de las tumbas
reales y de los nobles.
Una
de las casas más lujosas de Amarna
era
la del visir Nakht. Además de un salón profusamente decorado,
disponía de otra pequeña sala que serviría de comedor, así como
dos estancias más de recepción: dos galerías con grandes
ventanales que se abrían al jardín, una al norte para el viento
fresco del verano y otra al oeste para recibir los últimos rayos de
sol en el invierno. Las casas grandes y medianas poseían un cuarto
de aseo que constaba de un excusado con un asiento de piedra, el cual
contenía un recipiente de barro y una tapa de madera, y la ducha,
que era una losa de piedra con un canalillo que llevaría el agua a
un agujero con una vasija para recogerla. Los tocadores de las damas
nos han dejado muestras de la delicadeza de los artesanos al fabricar
pequeños frascos de vidrio o alabastro para perfumes, cajitas para
guardar los cosméticos, peines, espejos...
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74 -
Los
artesanos más cotizados
Alrededor
de estas grandes casas se fueron levantando otras más pequeñas de
gentes que acompañarían a estas familias nobles y trabajarían para
ellas. En Amarna
no
había un barrio de ricos y otro de pobres, sino que cualquiera podía
elegir el lugar de su vivienda. Así, la ciudad se fue llenando de
habitantes llegados de otros pueblos y ciudades de Egipto; venían en
grupos de un mismo lugar y formaban un pequeño barrio para vivir
juntos y no sentirse solos en una ciudad extraña. A veces, varias
viviendas tenían salida al mismo patio, lo que suponía que entre
los vecinos debía haber una relación amistosa.
También
llegaban familias de artesanos que habían trabajado juntos y
decidían probar fortuna en la nueva capital. En el barrio norte
encontramos una serie de pequeñas casitas pobres en las que se
fabricaba conjuntamente cerámica vidriada. Algún vecino trabajaría
en un taller estatal y conseguiría, como parte de su sueldo, los
materiales necesarios para montar un pequeño negocio. En las
excavaciones de 1931 se recogieron infinidad de cuentas de collares
con formas de flores, de frutos o simplemente redondas; además de
las cuentas, también se hallaron los moldes para fabricarlas. Así
pues, en esta zona se fabricaría una bisutería muy de moda en
Amarna;
buena prueba de ello es que Nefertiti, en el famoso busto de Berlín,
luce un collar de varias hileras de cuentas de cerámica, a modo de
pectoral que la cubre casi hasta el pecho.
Esta
actividad sugiere que en Amarna
se
desarrolló una incipiente economía privada basada en el
pluriempleo, gracias a la libertad de que gozaron sus habitantes y su
afán por aumentar su nivel de vida. Así se aprecia en la antes
mencionada Aldea de los Trabajadores. En un principio todas las
casitas eran iguales, pero al poco tiempo se varió su estructura
porque quien era trabajador y a la vez emprendedor podía mejorar su
situación económica. Fuera de la aldea se instalaron una serie de
pocilgas donde se criaban cerdos. En el año 1984 se descubrieron dos
edificios en esta zona; por sus características, los arqueólogos
determinaron que en uno se sacrificaba a los animales y en el otro se
fabricaban salazones y conservas. Posiblemente esta actividad daría
ingresos adicionales a los obreros, pues estos alimentos se venderían
en las zonas ricas de la ciudad.
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75 -
Las
mujeres también obtenían beneficios extra para la familia
instalando un telar que a juzgar por sus dimensiones no se utilizaba
sólo para las necesidades familiares. Entre los años 1979 y 1986 se
recogieron en la aldea 5.000 fragmentos de tejido, principalmente de
lino, y los expertos han determinado las diferentes clases de lino
utilizadas, las distintas tramas y dibujos, cómo se remataba la tela
cuando se sacaba del telar y hasta cómo se cosía. Eran unos
tejedores admirables, pero unos costureros poco habilidosos, por lo
que las piezas se tejían del tamaño necesario para la prenda que se
iba a utilizar. Un rectángulo servía de vestido a las damas con un
simple anudado (como se aprecia en una famosa estatua de Nefertiti en
el Museo del Louvre) y con un trozo de tela doblado, cosido por los
bordillos laterales y haciendo un agujero en el centro para meter la
cabeza, se obtenía una camisa o una túnica a la que se podía dar
el largo deseado. Los chales plisados completaban la vestimenta.
La
calle mayor de Amarna
Amarna
no gozó de una urbanización inicial. La única calle planificada
fue la Calzada Real, que salía del extremo norte, donde residían
Akhenatón y Nefertiti, y cruzaba toda la Ciudad Central. En ella se
situaron los edificios oficiales, como los dos templos dedicados a
Atón, grandes espacios que al parecer estaban abiertos al pueblo
–por ejemplo, en el Gran Templo había 929 mesas de barro para
recibir las ofrendas de los habitantes–. Egipcios y extranjeros
debían de asombrarse por la belleza de sus palacios cuando eran
invitados a las recepciones reales, porque Amarna
fue
una ciudad muy cosmopolita, capaz de atraer tanto a un comerciante
griego que se instaló en el barrio norte como al asiático que
aparece representado en una pequeña estela bebiendo cerveza a través
de un gran filtro, como se hacía en su país. Así, en el constante
trasiego de gentes que transitaban por la Calzada Real se veían
indumentarias diferentes y se oían idiomas distintos. En alguna
ocasión, los maravillados paseantes podían incluso contemplar a los
reyes desplazándose en sus carros para atender los ritos religiosos
en los dos grandes templos de la ciudad o las ceremonias oficiales en
el Palacio Central.
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76 -
En
la tumba del alto dignatario Meryre, una hermosa escena nos da idea
de la magnitud de una procesión en la Calzada Real. El rey, sin
cochero, sujeta un brioso corcel, mientras detrás va Nefertiti,
única reina de Egipto a la que vemos conduciendo su propio carro.
Observamos también a las princesas saliendo de palacio, donde dos
porteros hablan, acompañadas por portadores de abanicos y damas, a
la vez que los soldados corren delante del carro y a los lados de
la calzada, y el visir precede a los reyes.
Pero
no todo era bello y saludable en la Amarna
de
Akhenatón. La intransigencia religiosa del rey a partir del año 9
de su reinado debió de desilusionar a muchos nobles, que abandonaron
la decoración de sus tumbas y seguramente huyeron de Amarna.
Por otro lado, desde el año 2005 los arqueólogos están excavando
fuera de la ciudad los cementerios de la gente pobre. Los restos
humanos hallados muestran una gran mortandad juvenil y graves
lesiones en los hombros y la espalda, resultado de haber cargado
grandes pesos.
Amarna
existió
muy poco tiempo como ciudad: doce años durante el reinado de
Akhenatón y se supone que unos tres años durante el de Tutankhamón.
Sin embargo, fue un período de una gran actividad intelectual, de
notables innovaciones y de extraordinaria libertad, como se
manifiesta en las distintas formas de arte y en la proliferación de
pequeñas empresas. La cosmopolita, dinámica y creativa Amarna
representó,
sin duda, un momento único de la historia del antiguo Egipto
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¿Existieron
las 10 plagas de Egipto?
Peste,
langostas, ranas... Son solo algunas de las plagas que asolaron
Egipto. Descubrimos cuánto de real hay en ellas
El
libro del Éxodo cuenta que, cuando los egipcios se hallaban más
oprimidos por el faraón, Moisés y su hermano Aarón acudieron a su
corte para advertirle de que si
no dejaba partir a su pueblo Yahvé desencadenaría una terrible
plaga sobre Egipto.
Así
sucedió: el agua del Nilo
se
convirtió en sangre y todos los peces murieron. Como
el faraón se negó a rectificar, siguieron otras nueve plagas –de
ranas, de mosquitos, de granizo, de peste, etc.–, hasta que los
judíos obtuvieron el permiso para salir de Egipto.
Ante
la pregunta de si estas plagas tienen una base histórica, algunos
historiadores han encontrado referencias que remiten al reinado de
Akhenatón.
Así, las llamadas Cartas de Amarna –tablillas que contienen la
correspondencia entre la corte egipcia y otros Estados del Próximo
Oriente–
informan de una plaga (¿de peste?) que se habría difundido desde
Canaán al reino hitita y de allí a Chipre
y
Akhetatón, la capital de Egipto.
En
2004 se descubrió en el poblado de los trabajadores de Akhetatón
(la moderna Tell el Amarna) una alta frecuencia de pulgas y otros
parásitos fosilizados
que contenían las bacterias productoras de la peste (Yersinia
pestis).
En
la Estela de la Tempestad se describe una serie de extraordinarios
fenómenos atmosféricos que se observaron en Egipto como
consecuencia de la erupción de un volcán
Sin
embargo, ,la
peste fue sólo una de las diez plagas mencionadas en el libro del
Éxodo.
Quizá se encuentra un eco de las demás en la Estela de la
Tempestad, inscrita en tiempos del faraón Ahmosis (dinastía XVIII).
En ella se describe una serie de extraordinarios fenómenos
atmosféricos que se observaron en Egipto como consecuencia, muy
probablemente, de la erupción del volcán de la isla de Tera (actual
Santorini),
en el Egeo.
La
devastadora erupción provocó tsunamis que llegaron hasta las costas
de Egipto y fenómenos como lluvia de cenizas, oscurecimiento del
cielo,
terremotos o comportamientos anómalos de los animales que sin duda
se dejaron sentir en todo el Mediterráneo
oriental
y, por supuesto, en Egipto. Cabe pensar que el recuerdo de este
desastre, tal como se refleja en la Estela de la Tempestad, dio lugar
a relatos de tradición oral que más tarde inspirarían a los
autores del Antiguo Testamento.
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79 -
¿Estuvieron
los judíos cautivos en Egipto?
Los
judíos vivieron largo tiempo en Egipto trabajando como esclavos,
hasta que emprendieron el éxodo a la tierra prometida bajo la guía
de Moisés. Así lo afirma la Biblia. Pero ¿qué nos dicen la
historia y la arqueología?
Esta
pintura mural que decora la tumba del gobernador Knumhotep ilustra la
migración de gentes procedentes del Próximo Oriente a Egipto.
La
historia de los judíos en Egipto
comienza
con José, hijo de Jacob. Tras provocar la envidia de sus hermanos,
éstos lo acaban vendiendo a unos mercaderes que lo llevan a Egipto.
Allí, un golpe de suerte lo convierte en visir del faraón. En
cumplimiento de su cargo, José crea reservas de grano que salvan a
los egipcios de una hambruna. En
cambio, la familia de José es víctima de la sequía y acude a
Egipto a comprar grano. José concede el perdón a sus hermanos y los
invita a establecerse con él, dando inicio a la presencia judía en
Egipto.
Esta
historia refleja una realidad histórica: en
caso de hambruna, la población de Canaán emigraba a Egipto en busca
de alimento,
porque allí las cosechas eran abundantes y no dependían de las
lluvias, sino de la crecida del Nilo. La Biblia, en el Génesis,
recuerda este hecho en las "bajadas a Egipto" de Abraham o
de los hijos de Jacob.
Por
otra parte, se
conoce un episodio de emigración masiva de un grupo étnico al delta
del Nilo en búsqueda de una vida mejor.
Estos pobladores de lengua semita, como los judíos, dominaron el
Delta durante un siglo. Se denominaban a sí mismos aamu,
"asiáticos", aunque son más conocidos como hicsos, del
egipcio heqa khaseshet, "soberanos de países extranjeros".
Un
grupo de origen semita, que tenía como dios principal a una
divinidad extranjera, entró en conflicto con la población egipcia
Los
hicsos establecieron su capital en Avaris, en el Delta, y tenían
como divinidad principal al dios semita Baal,
aunque lo representaban con las normas formales egipcias. Pero esto
no supuso un conflicto religioso con la población autóctona, que
siguió venerando sin problemas a sus propios dioses. Los egipcios,
con capital en Tebas y adoradores del dios Amón, comenzaron una
"guerra de liberación" contra los hicsos que culminaría
en tiempos de Ahmosis (1539-1514 a.C.), el fundador de la dinastía
XVIII, con la derrota hicsa y la unificación del país. Avaris fue
destruida y los hicsos volvieron a Canaán.
En
resumen, un grupo de origen semita, que tenía como dios principal a
una divinidad extranjera, entró en conflicto con la población
egipcia y fue expulsado a la tierra de la que procedía: Canaán. En
este momento de la historia no se puede hablar de judíos, pero,
indudablemente, el "retrato robot" coincide con el de los
descendientes de Jacob que menciona el Génesis.
¿Fue
Moisés una figura histórica?
La
Biblia describe algunos de los episodios más célebres de la vida de
este personaje, pero ¿cuánto hay de cierto en ellos?
Lo
que sabemos sobre Moisés procede tan sólo de testimonios
literarios.
En el libro del Éxodo de la Biblia,
redactado definitivamente en el siglo V a.C., se narran los episodios
más conocidos de su vida, empezando por su salvación milagrosa
cuando era un bebé y sus padres, para burlar la orden del faraón de
exterminar a todos los varones judíos, lo
lanzaron al Nilo en un cesto que recogería la hija del faraón.
Otras
fuentes ofrecen un relato distinto. Por ejemplo, el sacerdote egipcio
Manetón (siglo III a.C.) cuenta
que en tiempos de Amenofis Egipto sufrió una plaga y que un grupo de
personas contagiadas decidieron marchar a Palestina.
En el camino se refugiaron en Avaris, antigua capital de los hicsos,
y allí eligieron como líder a Osarsef, un sacerdote egipcio de
Heliópolis. Osarsef dictó una ley absolutamente opuesta a la de los
egipcios, y tras aliarse con los hicsos conquistó el país del Nilo
y adoptó el nombre de Moisés (el cual, en efecto, procede del
egipcio mose,
"he nacido", del mismo modo que en el caso del faraón
Tutmosis: "[el dios] Toth ha nacido").
En
la década de 1930, Sigmund Freud señaló la semejanza entre el
culto de Atón y el de Yahvé, y consideró que Moisés era en
realidad un egipcio
Tanto
la biblia como los cronistas posteriores mencionan siempre a
propósito de Moisés su papel de líder religioso, las relaciones
con la población asiática y la enfermedad (plaga). Algunos
estudiosos han encontrado estos tres elementos en una fase concreta
de la historia del antiguo Egipto:
la dinastía XVIII (1552-1305 a.C.). En este lapso de tiempo Egipto
sufrió tres experiencias que le afectaron profundamente: la
dominación de los hicsos, la revolución religiosa llevada a cabo
por el faraón Akhenatón –quien suprimió los cultos tradicionales
e impuso el culto a Atón, el disco solar– y una plaga de peste que
asoló Oriente Medio.
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83 -
En
la década de 1930, Sigmund Freud señaló la semejanza entre el
culto de Atón y el de Yahvé, y consideró que Moisés era en
realidad un egipcio que transmitió a los judíos el monoteísmo de
Akhenatón. Autores posteriores han desarrollado explicaciones más
elaboradas. Jan
Assmann considera que los sucesos traumáticos que vivieron los
egipcios en la dinastía XVIII originaron un relato mítico en
el que aparecían invasores asiáticos, un líder religioso y una
plaga. Como el recuerdo de Akhenatón, el faraón hereje, quedó
borrado, su puesto lo ocupó un nuevo protagonista, Moisés. La
tradición oral egipcia sería luego adoptada por los cronistas
judíos que redactaron la Biblia.
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84 -
¿Tuvo
lugar realmente el Éxodo de los judíos?
Analizamos
la parte de realidad que compone el célebre episodio del éxodo de
israelitas desde Egipto a Canaán explicado en la Biblia
-
85 -
Como
ocurre con todos los demás elementos de la historia de Moisés,
tampoco
existe ninguna fuente histórica o arqueológica que confirme la
existencia de un éxodo de israelitas desde Egipto a Canaán tal
como lo describe la Biblia.
En cualquier caso, de haberse producido, probablemente los egipcios
no habrían dejado constancia de ello, pues los habitantes del País
del Nilo
no
eran amigos de recordar sus derrotas y humillaciones. Además, el
número de personas implicadas (600.000 contando sólo hombres, en
total unos dos millones) es absolutamente irreal,
ya que habría superado a la población de Canaán en una proporción,
como mínimo de veinte a uno. De hecho, un estudio reciente sugiere
una cifra de 20.000 para el grupo entero.
También
es problemática la datación del episodio.
La Biblia dice que el éxodo se produjo 480 años antes de la
fundación del templo de Salomón en Jerusalén,
lo que supondría situar la emigración en torno a 1450 a.C. Pero en
la misma fuente también se afirma que los judíos trabajaron en la
construcción de una ciudad llamada Rameses, probablemente Pi Ramsés,
la capital construida por Ramsés II en el delta del Nilo en el siglo
XIII a.C.
Pese
a ello, existen algunos indicios de veracidad.
Por ejemplo, la
ruta que, según la Biblia, tomaron los israelitas es la misma que
siguieron dos esclavos que habían escapado de Egipto en
el siglo XIII a.C. y cuyas andanzas quedaron consignadas en el Papiro
Anastasi V.
Cabe
pensar asimismo que el éxodo desde Egipto podría reflejar otros
episodios históricos en los que los israelitas se habrían visto
fuera de su país
Cabe
pensar asimismo que el éxodo desde Egipto podría reflejar otros
episodios históricos en los que los israelitas se habrían visto
fuera de su país, esclavizados y anhelando el regreso a su patria.
En
el siglo VIII a.C., el reino de Israel
sufrió
su ruina y la deportación de su población a manos de los asirios,
dando lugar al mito de las tribus perdidas de Israel.
Por su parte, el reino de Judá fue conquistado por el monarca
babilonio Nabucodonosor II en el año 586 a.C., y la élite judía
fue deportada a Babilonia. Si tenemos en cuenta que el relato bíblico
del éxodo se elaboró, probablemente, en el siglo V a.C., destacan
aún más los paralelismos entre los dos episodios mencionados y la
historia de Moisés, a quien se presenta en la Biblia como modelo de
fidelidad a Yahvé y obediencia a la Ley.
-
86 -
El
comercio caravanero de productos de lujo hizo de Petra
una
próspera ciudad, donde soberanos y ricos mercaderes construyeron
magníficos edificios excavados en su rosada piedra arenisca
Una
entrada monumental
Oculta
entre las montañas, Petra
se
convirtió en una rica ciudad gracias al comercio caravanero. A su
entrada se alza la magnífica fachada del Tesoro, tal vez la tumba
del rey Aretas IV.
- 87 -
El
emperador Trajano
Sextercio
acuñado en Roma. Año 103. Numismática Jean Vinchon, París.
La
sede de los espectáculos
Excavado
en la rosada arenisca de Petra,
el teatro tiene una cávea con 45 filas de asientos distribuidos en
tres sectores horizontales. Algunos autores elevan la cifra de
espectadores hasta 10.000.
Los
dioses nabateos
Diosa
Hayyan, procedente del templo de los Leones Alados,Petra.
-
89 -
Las
tumbas reales
La
tumba de la urna, situada en la vía de las tumbas reales, en una
litografía realizada por David Roberts. siglo XIX.
Mosaico
bizantino
Detalle
de un mosaico procedente de la iglesia bizantina de Petra.
-
90 -
Las
ruinas de la antigua ciudad nabatea de Petra,
en el desierto de Jordania, compiten en espectacularidad y belleza
con las de Palmira, en Siria, Baalbek, en el Líbano, o Gerasa, en
Jordania. Petra sigue despertando el entusiasmo de todos aquellos que
la visitan. La grandeza de su arquitectura tallada en la piedra
arenisca – que con sus vetas de colores rosados hace aún más
soberbia su belleza– impresiona de tal modo al viajero que éste no
se pregunta por los edificios que constituyeron en su día la ciudad
de los vivos, para siempre aniquilada por los terremotos. En efecto,
las fachadas dispersas por todo su perímetro corresponden en su
mayoría a las tumbas de los riquísimos comerciantes, nobles y
monarcas que compitieron por mostrar a sus paisanos su fortuna
formidable. Pero Petra
no
era sólo una ciudad para los difuntos; los palacios, las casas, los
negocios, los templos, los almacenes, los talleres y los espacios
públicos daban cobijo a las actividades cotidianas de una ciudad
próspera, bulliciosa y –como señaló el geógrafo griego
Estrabón– abierta al establecimiento de extranjeros, por más que
su localización proporcione la imagen de una ciudad cerrada y
recóndita, accesible tan sólo para algunos privilegiados que vivían
o se refugiaban en ella. Frente a las ciudades de su época, la
muralla de Petra era su posición geográfica en medio de un
laberinto de cañones horadados en la roca. Esa defensa natural
resultaba tan poderosa que la mantuvo durante siglos oculta a la
curiosidad de los extraños. La reforzaban bastiones como la torre
Conway, que toma su nombre de Agnes Conway, la arqueóloga que la
excavó en 1929, y algunos lienzos aislados; al parecer, la ciudad no
se dotó de un verdadero recinto amurallado hasta mediados del siglo
III.
-
91 -
Capital
de las caravanas
El
origen de la riqueza de Petra estuvo en el comercio caravanero.
Hasta siete rutas confluían en la ciudad del desierto, desde donde
se distribuían los productos hacia Alejandría, Jerusalén, Damasco,
Apamea y muchas otras ciudades. Las fuentes literarias, como el
Periplo del Mar Eritreo y Plinio, detallan las enormes tasas a las
que estaban sujetas las mercancías que circulaban a través del
reino nabateo. Se dan cifras de hasta un 25 o un 50 por ciento de
imposición tributaria. Esa carga, unida al alto valor de los
productos comercializados, como seda, betún, incienso, especias o
mirra, y por la enorme cantidad de mercancías desplazadas permiten
comprender el súbito esplendor del reino nabateo, ocasionado por la
enorme demanda derivada de la Pax
Romana,
que se materializa en su portentosa capital.
Sobre
la cronología del reino nabateo no se dispone de datos directos que
permitan trazar una historia más o menos firme. Hemos de
conformarnos con la información arqueológica y las noticias
aisladas que proporcionan las fuentes clásicas, esencialmente
Diodoro Sículo, Estrabón y Flavio Josefo. Toda esta documentación
permite constatar que a mediados del siglo II a.C. existía una
familia real en Petra,
atestiguada por Estrabón, aunque la institución monárquica puede
haber precedido a la dinastía de Aretas I, considerado
tradicionalmente el primer rey nabateo; el nombre de Aretas I aparece
mencionado en la inscripción nabatea más antigua, de 168 a.C. A
partir de ese momento se consolidaron las estructuras del reino y se
empezó a construir la necrópolis real. Los diferentes reyes
competirían entre sí por lograr fachadas cada vez más bellas y
espectaculares para sus tumbas talladas en las paredes rocosas.
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92 -
La
ciudad de los muertos
Desde
el punto de vista formal, la tipología de tumbas talladas en la roca
tiene su origen en el extraordinario conjunto de Naq i-Rushtan, la
necrópolis de los reyes aqueménidas cercana a Persépolis, en el
actual Irán, donde se hicieron enterrar los grandes soberanos persas
como Darío I o Jerjes. Esta costumbre se extendió por todo el
Oriente helenístico, desde Anatolia, donde se encuentran los
hipogeos de Myra, hasta la Arabia Felix (el actual Yemen) y
Jerusalén. No se trata, pues, de una invención nabatea, aunque las
características de la piedra arenisca de Petra
le
otorgan un aspecto singular y único. Por otra parte, esta
arquitectura presenta, además, influencias orientales, con
decoración de escalinatas en la cima de los monumentos, obeliscos y
motivos geométricos, basada en modelos asirios, persas o egipcios; y
también un gusto más barroco, de inspiración helenística y
romana. Los estudios ponen de manifiesto que la ciudad monumental
corresponde básicamente a la época imperial romana, después de que
Petra
cayera
bajo la órbita de Roma en el siglo I a.C. Las fachadas de las tumbas
reproducen las de los grandes templos, como si los difuntos
compitieran con los dioses en la suntuosidad de sus moradas.
Las
inscripciones que permiten identificar a los personajes relacionados
con estos edificios son muy escasas. La más importante se ha hallado
fuera de Petra,
en la cercana capilla de en-Numeir. Está datada en el año 20 d.C. y
contiene una importante secuencia de soberanos nabateos: «Ésta es
la estatua de Oboda, el dios, que han hecho los hijos de Honianu,
hijo de Hotaishu, hijo de Petammon… colocada aquí junto al dios
Du-Tarda, dios de Hotaishu, que están en la capilla de Petammon, su
bisabuelo, por la vida de Aretas, rey de Nabatu, que ama a su pueblo…
y de Shaqilat, su hermana, la reina de Nabatu, y de Malco y de Oboda
y de Rabel y de Fasael y de Sha’udat y de Hagiru, sus hijos, y de
Aretas, hijo de Hagiru… en el mes… del año 29 de Aretas rey de
Nabatu, que ama a su pueblo…».
-
93 -
En
el interior de Petra
se
ha encontrado otra importante inscripción. Se trata del epitafio de
Sextio Florentino, gobernador de la provincia de Arabia en el año
127, que grabó su hijo en cumplimiento del testamento de su padre.
Florentino, de rango ecuestre, debió de morir durante su gobierno en
la provincia y adoptó el uso tradicional de la aristocracia local en
su monumento funerario.
La
ciudad de los vivos
Los
espectáculos, la vida política, los pleitos, el mercado... Todo
tenía su espacio en la brillante ciudad donde recalaban caravanas de
dromedarios cargados de exóticos productos llegados de los rincones
más lejanos de Oriente. La ciudad hoy olvidada de los vivos, el
escenario de la actividad diaria de sus habitantes, poseía varios
espacios públicos entre los que destaca el magnífico teatro,
tallado en la roca viva probablemente durante el reinado de Aretas IV
(8 a.C.-40 d.C.) y remodelado tras la incorporación de la ciudad a
Roma para dar cabida a 6.000 espectadores.
Una
gran vía con columnas, la principal arteria de Petra,
porticada a ambos lados y a la que se abrían las tiendas, locales y
negocios, unía los principales espacios públicos de la ciudad, como
los grandes templos. Uno de ellos ha proporcionado una de las
novedades más espectaculares desde el punto de vista arqueológico
en los últimos años. El llamado Gran Templo, edificio nabateo del
siglo I a.C., fue remodelado en su interior tras la anexión de Petra
al
Imperio romano. Las excavaciones dirigidas desde 1993 por la
arqueóloga Martha Joukowsky han puesto de manifiesto que en el siglo
II se habilitó en él un pequeño teatro con capacidad para más de
300 personas. Es muy probable que fuera usado como odeón –un
edificio destinado a certámenes musicales–, aunque también se ha
sugerido que podía tratarse de un bouleuterion, el lugar de reunión
del consejo de la ciudad o boulé. Aparentemente, también se empleó
para sesiones de carácter judicial, presididas por el gobernador
provincial romano cuando éste visitaba Petra.
La transformación de un recinto religioso en un espacio cívico no
es insólita, pues se conoce el caso del Artemision de Dura Europos,
en Siria. La originalidad del edificio, no obstante, es
extraordinaria, como se ve en los capiteles en los que las volutas
del estilo jónico se han convertido en cabezas de elefante; al
parecer las paredes estaban estucadas y aún mantienen restos de
decoración pictórica.
-
94 -
Agua
en el desierto
La
arqueología proporciona información sobre algunos aspectos de la
vida cotidiana en Petra.
Por ejemplo, las excavaciones han revelado que el pescado formaba
parte destacada de la dieta de los habitantes de Petra,
y que su consumo se acrecentó con el tiempo. Los datos disponibles
en el barrio de ez Zantur, situado al suroeste de Petra,
indican que aproximadamente una cuarta parte de los restos de fauna
hallados corresponden a pescado procedente del mar Rojo, que se
encuentra a 150 kilómetros de distancia. Casi el setenta por ciento
pertenece a ovejas y cabras, mientras que los restos de aves suponen
apenas un ocho por ciento, esencialmente pollo y perdiz local. Como
curiosidad, diremos que en Petra
hay
una ausencia total de gatos; quizá la introducción de estos
animales tuviera lugar ya en época bizantina, durante el siglo VI.
En
cuanto a la agricultura, el área de Petra dedicada a cultivos era
considerable. Entre finales del siglo I a.C. y finales del II se
construyeron numerosos diques y canales. Muchos restos de estas
pequeñas represas son aún visibles en el área circundante de la
ciudad, pero lo que resulta más vistoso son los canales que conducen
el agua a su interior, que todavía hoy son causa de admiración
entre los viajeros que discurren por el Siq, el angosto desfiladero
que conduce a Petra.
El agua abastecía fuentecillas y estanques en el área urbana, así
como a un gran ninfeo, un santuario dedicado a las ninfas, diosas
acuáticas, cuyos restos todavía son visibles en la vía Columnada,
junto a un árbol solitario, testigo de la humedad del lugar.
Pero
aún falta por excavar el ochenta por ciento de la superficie de
Petra,
cuyo palacio real tuvo que ser de una extraordinaria suntuosidad a
tenor de la grandeza de los edificios públicos conservados y de las
fabulosas riquezas que atribuyen las fuentes clásicas a sus
gobernantes. Estrabón dice que las casas eran de piedra y lujosas.
Las más antiguas, del siglo III a.C., no responden a ese
estereotipo, pero su construcción mejora a partir del siglo I; se
labran los sillares, se pavimentan los suelos, las paredes se
decoran, se canalizan las aguas subterráneas y las viviendas se
dotan de letrinas, e incluso de termas. En una gran mansión,
destruida por el terremoto de 419, aparecieron los restos aplastados
de una mujer y un niño. Pero las ruinas causadas por los tres
grandes terremotos que destruyeron Petra
ocultan,
sin duda, testimonios de la vida del reino nabateo que depararán
importantes sorpresas a los arqueólogos.
En
el desolado paraje de Qumrán
se
hallaron unos 200 manuscritos copiados hace 2.000 años por gentes de
una ascética comunidad esenia; probablemente se trata de los más
antiguos testimonios del texto bíblico
Las
cuevas de los manuscritos
Estas
cavidades se encuentran en unos riscos sobre el lecho del wadi
Qumrán,
un cauce seco de torrentera al pie del antiguo asentamiento.
-
98 -
La
norma de los esenios
Regla
de la comunidad (detalle). 100-75 a.c. Santuario del Libro,
Jerusalén.
-
99 -
El
final de un mundo
En
el año 73, la toma de la fortaleza de Masada (en la imagen) por los
romanos marcó el fin de la gran revuelta judía durante la cual las
legiones destruyeron Qumrán.
-
100 -
Laboriosa
restauración
Labores
de restauración de un fragmento de manuscrito procedente del área
de Qumrán
Recipientes
de arcilla
En
varios casos, los manuscritos hallados en Qumrán
estaban
protegidos en el interior de vasijas como la que se reproduce aquí,
descubierta en la Cueva 1, en el año 1947.
Jerusalén,
ciudad sagrada
A
inicios de la era cristiana, habría existido una comunidad esenia
cerca de la puerta de Sión, que se abre en la muralla medieval de la
Ciudad Vieja.
- 102 -
Qumrán
"En
mano del Príncipe de las Luces está el dominio sobre todos los
hijos de la justicia; ellos marchan por caminos de luz. Y en mano del
Ángel de las Tinieblas está todo el dominio sobre los hijos de la
falsedad; ellos marchan por caminos de tinieblas". Estas
palabras, que volvieron
a ser leídas por ojos humanos dos mil años después de que fuesen
escritas,
devolvían los "hijos de la luz" a la historia.
Aquel
antiguo texto era la Regla
de la comunidad,
y sus protagonistas eran los esenios, una secta que destacó entre
los fariseos, saduceos, samaritanos, zelotas y otros grupos que
formaban la sociedad judía en tiempos de Jesús. Con el paso de los
siglos, los esenios fueron cayendo en el olvido, hasta que a finales
del siglo XIX y comienzos del XX aparecieron en la literatura
científica y pseudocientífica como la
agrupación que había influido o dado origen a los movimientos de
Juan el Bautista y Jesús.
Los
hallazgos de Qumrán
El
interés por aquellos enigmáticos esenios creció cuando, entre 1947
y 1956, se
hallaron miles de fragmentos de manuscritos en pergamino y papiro en
once cuevas del desértico paraje de Qumrán,
próximo al mar Muerto. De la llamada Cueva 1, donde se dice que unos
pastores beduinos realizaron el primer descubrimiento de estos
textos, procede la Regla
de la comunidad.
Está escrita en hebreo, como la mayor parte de los fragmentos;
otros, una minoría, fueron escritos en arameo y en griego. Los
manuscritos se guardaban en forma de rollo y se habían depositado en
el interior de tinajas para preservarlos. En aquellos mismos años se
llevaron a cabo excavaciones arqueológicas en Qumrán, un conjunto
de ruinas ubicado a 35 kilómetros al este de Jerusalén, y en las
cuevas próximas a este enclave, donde habían aparecido los
manuscritos. Allí, aparte de utensilios de cerámica, metal o
madera, restos de tejidos y huesos de animales, se descubrió un
inmenso cementerio con casi 1.200 tumbas.
-
103 -
Hasta
entonces, sólo tres autores antiguos (todos ellos del siglo I d.C.)
habían dejado información más o menos detallada sobre los esenios:
el griego Filón de Alejandría, el judeorromano Flavio Josefo y el
romano Plinio el Viejo. Los estudiosos compararon sus escritos con
los hallazgos de Qumrán, y la mayoría de los investigadores
concluyó que los hombres que vivieron en aquellas construcciones y
en las cuevas adyacentes durante casi 150 años (entre comienzos del
siglo I a.C. y mediados del siglo I d.C.) fueron los mismos que
estudiaron, escribieron y colocaron en las cuevas los rollos antiguos
–si no todos, por lo menos una buena parte–. Y estos
hombres habrían pertenecido a la secta de los esenios.
Los esenios, pues, no eran el fruto de la imaginación de los autores
antiguos, sino seres humanos de carne y hueso.
Las
fuentes clásicas mencionaban la existencia de esenios en centros
urbanos, como se deduce de la afirmación de Josefo respecto a que
los piadosos esenios "no integran una ciudad única; viven
dispersos en gran número en todas las ciudades" (Guerra
de los judíos II),
y de la noticia de Filón sobre el hecho de que los esenios "viven
en muchas ciudades de Judea y en muchas aldeas" (Hipotéticas
II).
Según la información presente en los rollos –especialmente en el
llamado Documento
de Damasco–, estas comunidades urbanas de esenios habrían
tenido un carácter familiar y su organización no habría sido muy
estricta.
Según algunos, incluso hubo un barrio esenio en el área occidental
de Jerusalén, cerca de la actual puerta de Sión.
Sin
embargo, en su Historia
Natural,
el geógrafo Plinio el Viejo alude a un asentamiento esenio separado,
próximo al mar Muerto: "Al oeste [del mar Muerto] los esenios
se mantienen apartados de la orilla para evitar sus efectos
perniciosos", es decir, las posibles exhalaciones de un agua sin
vida. Los hallazgos de Qumrán se complementan perfectamente con
los datos de Plinio, y todo lleva a concluir que en
las orillas del mar Muerto,
y probablemente en otras zonas aledañas del desierto de Judea, como
el-Ghuweir y Hiam el-Shaga, vivieron
comunidades de esenios.
-
104 -
La
comunidad de los puros
Dado
el carácter inhóspito y salvaje de la zona del mar Muerto, esas
comunidades esenias debieron
de ser diferentes de las de sus correligionarios urbanos:
mucho más organizadas para afrontar las dificultades que presentaba
la vida en este medio, desde el empleo del agua hasta la obtención
de alimentos; de talante más ascético, que concordaba con la
frugalidad obligada de una existencia en tales parajes, y con una
gran actividad en común. Este último rasgo, fundamental en tales
comunidades, estaría implicado en el mismo nombre de Yahad –en
hebreo, "comunidad"– presente en los rollos, y
especialmente en la Regla
de la comunidad,
texto fundamental del movimiento.
¿Por
qué estos esenios decidieron asentarse en tan árida región? Todo
parece indicar que consideraron
el desierto como un símbolo de pureza.
En el libro de Ezequiel, al final de los tiempos el desierto en las
proximidades del mar Muerto se convertiría en un jardín
paradisíaco, similar al Edén bíblico. Según el profeta, Dios le
dijo: "Esta agua sale hacia la región oriental, baja a la
Arabá, desemboca en el mar, en el agua hedionda, y el agua quedará
saneada. [...] Los peces serán muy abundantes, porque allí donde
penetra esta agua lo sanea todo, y la vida prospera en todas partes
adonde llega el torrente. [...] A orillas del torrente, a una y otra
margen, crecerá toda clase de árboles frutales cuyo follaje no se
marchitará y cuyos frutos no se agotarán" (Ezequiel 47, 6-12).
De ser así, los esenios eligieron el desierto para apartarse
radicalmente del mundo de la impureza, con el fin de permanecer tan
puros como fuera posible. Como está escrito en un pasaje fundamental
de la Regla de la comunidad: "Y cuando éstos existan como
comunidad en Israel según estas disposiciones, se separarán de en
medio de la residencia de los hombres de iniquidad para marchar al
desierto y abrir allí el camino de Aquél [Dios]; como está
escrito: 'En el desierto, preparad el camino de [Dios], enderezad en
la estepa una calzada para nuestro Dios'".
-
105 -
La
vida diaria de los esenios
¿Dónde
vivían los hombres de Qumrán?
Los investigadores han sugerido que en los edificios sólo residía
un puñado de funcionarios, guardias o ancianos (probablemente, en un
segundo piso que no se ha conservado), mientras que el
resto de miembros de la comunidad habría encontrado refugio en
cuevas, tiendas y chozas próximas.
Algunos investigadores consideran que la comunidad de Qumrán sólo
habría tenido unas pocas decenas de miembros; otros aseguran que,
como mucho, su número habría llegado a 120 o 150 personas.
Los
manuscritos no ofrecen una imagen coherente y completa sobre el modo
de vida de estas gentes, pero las fuentes clásicas son de gran ayuda
a la hora de reconstruirlo, sobre todo Flavio Josefo, quien describe
de este modo el día a día de los esenios:
"Su piedad religiosa asume caracteres particulares. Nunca
pronuncian una sola palabra profana antes de salir el sol; dirigen al
sol oraciones tradicionales, como si le suplicaran que aparezca.
Luego los encargados envían a cada uno a trabajar en su oficio, lo
que hacen con gran empeño hasta la hora quinta. Luego se reúnen de
nuevo en su mismo sitio, se envuelven el lomo con una faja de lino y
se lavan todo el cuerpo con agua fría. Tras esta purificación se
congregan en una sala particular donde no puede entrar ninguna
persona profana; ni ellos mismos pueden penetrar en ese comedor sin
estar puros, como si fuera un recinto sagrado. Se sientan sin
hacer ruido y el panadero sirve a cada uno un pan y el cocinero un
plato con una sola comida. El sacerdote pronuncia una oración antes
de comer, y nadie puede probar bocado antes de que haya concluido la
oración. Después de la comida el sacerdote repite el rezo. Todos
dan gracias a Dios, dispensador del alimento que hace vivir, al
principio y al final de la comida".
Sigue
Josefo: "Luego se quitan las ropas de la comida como si fueran
vestiduras sagradas, y vuelven a sus trabajos hasta la noche;
regresan entonces a su local común y cenan de la misma manera, esta
vez con sus huéspedes, si han encontrado alguno en el camino. Ni
gritos ni tumultos perturban la casa; cada cual habla por turno. A
los que pasan delante de ella, el silencio que reina en el interior
les parece como si en ella se estuviera celebrando algún temible
misterio, pero ello se
debe simplemente a la invariable sobriedad de los esenios,
a su costumbre de medir los alimentos y la bebida en la cantidad
suficiente para saciarse, sin excederse" (Guerra
judía II).
-
106 -
Un
aspecto clave de la vida cotidiana de los esenios era la pureza
ritual. La Regla
de la comunidad describe
así la relación entre la inmersión en el agua y la participación
en la comida comunitaria: "Que no entre en las aguas para
participar en el alimento puro de los hombres de santidad pues no se
han purificado, a no ser que se conviertan de su maldad; pues es
impuro entre los transgresores de su palabra". La arqueología
confirma el papel esencial de la pureza: de los dieciséis estanques
descubiertos en Qumrán,
sólo seis habrían servido para almacenar agua, mientras que los
diez restantes sirvieron, con toda probabilidad, para la práctica de
baños rituales. La concentración de baños rituales de Qumrán sólo
es superada por la de Jerusalén, donde estaba el Templo, lo que pone
de manifiesto que para
los qumranitas la pureza ritual era un baluarte de su vida religiosa.
El
fin de la injusticia
La
comunidad de Qumrán fue
más estricta en cuestiones de higiene personal y purificación que
sus contemporáneos,
y en su esfuerzo por garantizar la pureza de la comunidad y elevar el
nivel de santidad de sus miembros extendió las restricciones sobre
pureza e impureza a muchas más esferas que las requeridas por la ley
normativa judía. Su escrupulosidad se habría debido al hecho de que
ellos se habrían visto a sí mismos como un "templo
espiritual", semejante a un campamento santo en el que vivían
en compañía de los ángeles. Como está escrito en el Rollo de la
guerra: "Y todo hombre que no se haya purificado de “fuente”
el día de la batalla, no descenderá con ellos, pues los ángeles
santos están juntos con sus ejércitos".
Esta
obsesión por la pureza ritual pudo ser una de las razones, quizá la
fundamental, por la cual las comunidades esenias más estrictas, del
tipo Yahad, como la de Qumrán, habrían
sido de características ascéticas y celibatarias,
distinguiéndose de las comunidades urbanas de tipo familiar
diseminadas por todo el país.
A
esta doble estructura social del movimiento esenio se habría
referido Josefo al decir que, por un lado, había un grupo de
piadosos esenios que "desdeñan el matrimonio para ellos […]
No condenan en principio el matrimonio y la procreación, pero temen
el libertinaje de las mujeres y están convencidos de que ninguna es
fiel a un solo hombre". Y, por otro lado, "hay otra clase
de esenios, que concuerdan con los anteriores en el régimen, las
costumbres y las leyes, pero difieren en lo concerniente al
matrimonio. Creen que renunciar al matrimonio es
realmente excluir la parte más importante de la vida, o sea, la
propagación de la especie"
(Guerra,
II).
-
107 -
Es
probable que nunca podamos conocer a ciencia cierta la verdadera
naturaleza de estos esenios, profundamente convencidos de que, como
manifiesta la Regla
de la comunidad,
"Dios, en los misterios de su conocimiento y en la sabiduría de
su gloria, ha fijado un fin a la existencia de la injusticia, y
en el tiempo de su visita la destruirá para siempre".
-
108 -
Descifran
uno de los dos últimos manuscritos inéditos de los Rollos de Qumrán
El
manuscrito descifrado revela la existencia de un calendario
excepcional de 364 días que fue usado por los miembros de la secta
del desierto de Judea
-
109 -
Jonathan
Ben-Dov
El
profesor Jonathan Ben-Dov, de la Universidad de Haifa, ha participado
en el desciframiento de uno de los dos últimos Rollos de Qumrán que
no habían sido publicados.
Código
secreto
"El
manuscrito está escrito en un código secreto, pero su contenido es
simple y bien conocido y no había razón para ocultarlo",
aseguran los investigadores de la Universidad de Haifa.
-
110 -
Descifran
uno de los dos últimos manuscritos inéditos de los Rollos de Qumrán
Eshbal
Ratson y Jonathan Ben-Dov, dos investigadores de la Universidad de
Haifa, han
conseguido restaurar y descifrar uno de los dos últimos Rollos de
Qumrán que no habían sido publicados,
de un total de unos 900 manuscritos descubiertos en las cuevas de
Qumrán, al noroeste del mar Muerto, en los años cuarenta y
cincuenta del siglo XX. Los diferentes textos religiosos, escritos en
hebreo, arameo y griego, datan principalmente desde mediados del
siglo III a.C. hasta mediados del siglo I d.C.
Los
investigadores de la Universidad de Haifa han pasado más de un año
recomponiendo minuciosamente las más de sesenta pequeñas partes de
uno de los Manuscritos del Mar Muerto, escrito
en un código secreto,
según explica la universidad israelí en un comunicado. El
manuscrito descifrado revela
la existencia de un calendario excepcional de 364 días que fue usado
por los miembros de la secta del desierto de Judea e
incluye el descubrimiento, por primera vez, del nombre que dicha
secta daba a los días especiales que marcaban las transiciones entre
las cuatro estaciones: tekufah,
que puede ser traducido como "periodo".
Esta
secta seguía un calendario de 364 días que era "perfecto",
según los investigadores
Los
miembros de la secta de Qumrán se referían a sí mismos como la
comunidad de Yahad ("Juntos"), un
grupo de fanáticos que practicaba una vida eremítica en el desierto
y
que se enfrentaba a la persecución del sistema preponderante de la
época. Esta secta seguía un calendario de 364 días que, según
explica la Universidad de Haifa, "era perfecto porque este
número puede ser dividido por cuatro y por siete y las ocasiones
especiales siempre caían en el mismo día, a diferencia del
calendario lunar que aún sigue el judaísmo". El pergamino
también ofrece detalles sobre las fechas más importantes del
calendario de la secta, por ejemplo dos ocasiones especiales no
mencionadas en la Biblia
pero
ya conocidas a través del Rollo del Templo, uno de los Manuscritos
del Mar Muerto más largos. Son las siguientes: los
festivales del Vino Nuevo y del Aceite Nuevo.
-
111 -
"El
manuscrito está escrito en un código secreto, pero su
contenido es simple y bien conocido y no había razón para
ocultarlo.
Esta práctica también se observa en varios lugares de fuera de la
Tierra de Israel, donde los líderes escribían en un código secreto
incluso cuando trataban cuestiones ampliamente conocidas, como un
reflejo de su estatus. Esta costumbre pretendía mostrar que el autor
estaba familiarizado con el código, mientras que otros no lo
estaban. Sin embargo, el
autor de este manuscrito en concreto cometió numerosos errores",
concluyen los investigadores.
MAR
MORTA
(
1994 )
¿Existió
el Rey David?
La
arqueología
trata,
desde hace años, de dar respuesta a esta pregunta.
Los
rebaños de David
Unos
pastores cuidan de sus cabras cerca de Jerusalén, a escasos
kilómetros de donde David
apacentaba
sus rebaños.
-
113 -
David
En
la famosa escultura de Miguel Ángel, el joven
guerrero adopta una postura heroica mientras se dispone a enfrentarse
con el gigante Goliat, un filisteo enemigo de Israel.
Si David que
un monarca poderoso o un simple jefe local es hoy objeto de una
encendida controversia entre los expertos.
-
114 -
Meggido
Unos
turistas visitan la milenaria Megiddo, al norte de Jerusalén, donde
los arqueólogos han hallado restos de un palacio y de establos,
evocados por esta escultura de metal. En principio se atribuyeron a
Salomón,
pero las pruebas sugieren que son al menos un siglo posteriores a la
fecha bíblica de su muerte.
-
115 -
"Casa
de David"
Hasta
que en 1993 se descubrió una estela del siglo IX a.C. con la
inscripción «Casa de David»,
no había pruebas de la existencia real de David.
Hoy casi nadie la discute.
-
116 -
El
valle del Elah
En
el valle del Elah, el lugar donde según la Biblia David
mató
a Goliat, las excavaciones de la ciudad fortificada de Jirbet Qeiyafa
pusieron al descubierto en 2008 una puerta con varias cámaras, así
como objetos de la época davídica, alrededor del año 1000 a.C.
-
117 -
“El
Juicio de Salomón"
(de
Rafael)
Un
lienzo de Rafael plasma la sabiduría de Salomón:
ante dos mujeres que reclaman un bebé, el rey ordena que lo dividan
por la mitad con una espada; la mujer dispuesta a renunciar a él por
salvarle la vida es la madre.
-
118 -
La
Ciudad de David
La
Ciudad de David
es
el barrio más antiguo de Jerusalén y un yacimiento arqueológico al
sur de la Explanada de las Mezquitas. Según la tradición, en ella
levantó su palacio el rey David.
Pese a las escasas pruebas de que el edificio se contruyera aquí, el
lugar continúa siendo un imán para los visitantes.
-
119 -
Jirbat
en-Nahas
Estudiantes
de arqueología
examinan
Jirbat en-Nahas, una milenaria fundición de cobre al sur del mar
Muerto. El análisis por carbono data el yacimiento en el siglo X
a.C., sugiriendo que podría tratarse de las célebres minas del rey
Salomón.
Los
judíos etiopes,
conocidos
como Beta Israel,
celebran una festividad en Jerusalén. Se consideran descendientes
del rey Salomón
y
la reina de Saba. La mayoría huyó del hambre y la inestabilidad
política de su país de origen a bordo de unos aviones que los
llevaron a Israel
durante
las décadas de 1980 y 1990.
-
121 -
El
Muro de las Lamentaciones
El
Muro de las Lamentaciones es escenario popular de reportajes
fotográficos de bodas judías y celebraciones del rito del bar
mitzvah. Es todo cuanto queda del gran templo construido por el rey
Herodes a finales del siglo I a.C., supuestamente sobre las ruinas
del templo de Salomón.
-
122 -
Defender
el hogar
Mansour
Yousef al-Shyoukhi hace sus prácticas de lanzafuegos en el porche
trasero de su casa de Silwan, un barrio cercano a la Explanada de las
Mezquitas. Los palestinos
de
la zona siguen con su vida cotidiana a pesar del temor a que futuras
excavaciones los desalojen de sus hogares.
-
123 -
Sentada
en un banco de la
Ciudad Vieja de Jerusalén,
bajo el frío de otoño, la mujer de rostro redondo come una manzana
mientras estudia el edificio que le ha reportado tanta fama como
disgustos. En realidad, tiene poco de edificio: apenas son unos
muretes de piedra junto a los 20 metros de un antiguo muro de
contención escalonado. Pero
como arqueóloga y descubridora del yacimiento, sus ojos ven cosas
que a los demás se nos escapan. Ve
la ubicación del edificio, en una escarpa al norte de la milenaria
ciudad de Jerusalén desde la que se divisa el valle
de Cedrón, y
reconoce en él una posición privilegiada para dominar un reino.
Imagina
a los carpinteros
y picapedreros fenicios que lo erigieron en el siglo X a.C.
También a los babilonios que lo destruyeron cuatro siglos después.
Y, sobre todo, imagina al hombre que cree mandó construir el
edificio para ocuparlo. Se llamaba David.
Probablemente, ha anunciado la arqueóloga, éste sea el edificio
descrito en el
Libro Segundo de Samuel:
«Hiram,
rey de Tiro, envió [...] carpinteros y canteros, que construyeron
una casa para David.
Y así reconoció David que Yahvé lo había confirmado como rey de
Israel y que realzaba su reino a causa de su pueblo Israel».La
mujer se llama Eilat
Mazar. Su
rostro es la serenidad personificada… hasta que aparece un guía
turístico. Es un joven israelí
que, acompañado de algunos turistas, se planta delante del banco
para ver el edificio. Fue alumno suyo de arqueología.
En cuanto el chico abre la boca, ella sabe lo que se avecina. Le han
contado que ahora se dedica a llevar turistas al lugar y explicarles
que NO están viendo el palacio de David,
y que toda la labor arqueológica que se lleva a cabo en la
Ciudad de David es
obra de la derecha israelí
en su intento de ampliar las reivindicaciones territoriales del país
y desplazar a los palestinos.
Mazar
salta del banco y va directa hacia el guía turístico. Lo abronca
con un staccato
en
hebreo. Él la mira con total pasividad y se aleja con paso airado
ante la mirada atónita de los turistas. «Hay
que tener una fortaleza de acero –rezonga–.
Es
como si todo el mundo quisiera destrozar tu trabajo. ¿Por qué? ¿Qué
hemos hecho mal?» La
arqueóloga entra en el coche. Parece acongojada. «De
verdad, este estrés va a acabar conmigo»,
dice.
En
ningún otro lugar del mundo la arqueología tiene tanto de
competición. Eilat Mazar es una de las razones. Cuando en 2005
anunció que creía haber desenterrado el
palacio del rey David, en
realidad estaba
defendiendo a capa y espada una tesis de la vieja escuela denostada
desde hacía más de 25 años, según la cual la descripción bíblica
del imperio instaurado por David y continuado por su hijo Salomón es
correcta desde el punto de vista histórico. La
afirmación de Mazar ha alentado a los cristianos y judíos que en
todo el planeta defienden la posibilidad y la obligación de
interpretar el Antiguo Testamento en sentido literal. Su supuesto
hallazgo tiene especial eco en Israel, donde la historia de David y
Salomón se entreteje con las reivindicaciones históricas judías
sobre el Sión
bíblico.
Pese
a décadas de búsqueda, los arqueólogos no han hallado una sola
prueba consistente de que David o Salomón construyesen nada
La
narración que recogen las Escrituras es bien conocida. Un
joven pastor de la tribu de Judá, de nombre David,
acaba con Goliat, gigante de la tribu enemiga de los filisteos, es
ungido rey de Judá después de la muerte de Saúl, a finales del
siglo XI a.C., conquista Jerusalen, une al pueblo de Judá con las
fragmentadas tribus israelitas
del norte y acto seguido funda una dinastía real que continúa con
Salomón hasta bien entrado el siglo X a.C. Pero
cuando la Biblia cuenta que David y Salomón hicieron del reino
de Israel un poderoso imperio que se extendía desde el Mediterráneo
hasta el río
Jordán,
y desde Damasco
al
Néguev,
surge un pequeño problema: pese a décadas de búsqueda, los
arqueólogos no han hallado una sola prueba consistente de que David
o Salomón construyesen nada.
En
ese contexto, Mazar hizo su anuncio a bombo y platillo. «Sabía
bien lo que hacía–dice
su colega israelí
David
Ilan,
arqueólogo del Hebrew
Union College–.
Entró
en la refriega deliberadamente para avivar la polémica.»
El
propio Ilan pone en duda que Mazar haya localizado el palacio del rey
David.
«Mi
olfato me dice que se trata de un edificio del siglo VIII o IX»,
afirma, construido 100 años, si no más, después de la muerte de
Salomón en 930 a.C. Otras voces aún más críticas apuntan que las
excavaciones contaban con el respaldo financiero de dos
organizaciones- la Fundación
Ciudad de David
y
el
Centro
Shalem-
dedicadas a hacer valer los derechos territoriales de Israel.
Además se mofan de la lealtad de Mazar a los anticuados métodos de
sus predecesores arqueólogos, entre ellos su abuelo, quien sin el
menor sonrojo trabajaba con una paleta en una mano y la Biblia en la
otra.
La
práctica en otro tiempo común de usar la Biblia como guía
arqueológica ha recibido críticas generalizadas, que la tachan de
acientífica.
Uno de los críticos más firmes es Israel
Finkelstein,
de la Universidad
de Tel Aviv, quien
se ha forjado una carrera profesional a base de echar por tierra sin
miramientos tales axiomas. Tanto él como otros defensores de la
«baja
cronología»
afirman que el grueso de las pruebas arqueológicas presentes en
Israel
y
su entorno apuntan a una desviación de un centenar de años respecto
a las fechas propuestas por los estudiosos de las Escrituras. Los
edificios “salomónicos»
que
en las últimas décadas han excavado los arqueólogos bíblicos en
Hazor, Gézer y Megiddo no se erigieron en época de David y Salomón
sostiene, sino que han de atribuirse a reyes de la dinastía omrida
(del siglo IX a.C.), muy posteriores.
En
vida de David,
según la tesis de Finkelstein, Jerusalén era poco más que un
«villorrio»;
el propio David,
un tosco advenedizo, y su legión de seguidores, «unos
500 paisanos que, palo en mano, lanzaban berridos, juramentos y
escupitajos, no el gran ejército de hombres y carros que describe el
texto». «¡Por
supuesto que no es el palacio de David!
–ruge
Finkelstein en cuanto se le menciona el hallazgo de Mazar–. Venga,
hombre, por favor. Su trabajo me merece todo el respeto. Y ella me
cae bien, es una señora muy simpática. Pero esa interpretación
suya es, ¿cómo decirlo? Ingenua.»
-
126 -
Y
ahora la teoría de Finkelstein es la que está siendo atacada.
Apenas había terminado Mazar de anunciar el descubrimiento del
supuesto palacio del rey David,
otros dos arqueólogos divulgaron unos hallazgos notables. A 30
kilómetr
os
al sudoeste de Jerusalén, en el valle
de Elah,
donde según la Biblia mató a Goliat, Yosef
Garfinkel,
profesor de la Universidad
Hebrea,
dice haber desenterrado los primeros restos de una ciudad hebrea de
la época exacta en que reinó David.
A 50 kilómetros al sur del mar Muerto, en territorio jordano, un
profesor de la
Universidad
de California en San Diego llamado
Thomas
Levy lleva
ocho años excavando una vasta mina de cobre en Jirbat
en-Nahas.
Levy
sitúa uno de los períodos de mayor producción de cobre de la
factoría en el siglo X a.C., cuando, según el relato bíblico,
habitaban la región los edomitas, enemigos de David.
(Sin embargo, algunos investigadores, como Finkelstein, sostienen que
Edom
surgió
dos siglos después.) La existencia de una gran factoría de
extracción y fundición dos siglos antes del momento en que según
Finkelstein y los suyos emergieron los edomitas implicaría una
actividad económica compleja en la época exacta del reinado de
David y Salomón. «Es
posible que la mina fuese de David y Salomón–dice Levy a
propósito de su hallazgo–. Semejante escala de producción de
metal es propia de un estado o reino de la Antigüedad.»
Levy
y Garfinkel, ambos becados por National Geographic Society, basan sus
argumentos en datos científicos que incluyen, entre otros, restos de
cerámica y la datación por radiocarbono de huesos de aceitunas y de
dátiles hallados en los yacimientos.
Si las excavaciones siguen aportando pruebas en la misma dirección,
quizás haya que dar la razón a los eruditos que en otro tiempo
exaltaron la Biblia como narración exacta y verdadera de la historia
de David y Salomón. Como afirma Eilat Mazar con palpable
satisfacción, «esto
es el fin de la escuela de Finkelstein».
Una
autovía muy transitada, la número 38, cruza la antigua ruta que
recorre el valle de Elah rumbo al Mediterráneo. Bajo las colinas que
flanquean la carretera yacen las ruinas de Socoh
y
Azekah.
Según la Biblia, los filisteos acamparon en este valle, entre ambas
ciudades, justo antes de su aciago encuentro con David. El
legendario campo de batalla es hoy un idílico paraje rico en trigo,
cebada, almendros y vides, y también pueden verse algunos terebintos
(elah
en
hebreo), los árboles autóctonos que dan nombre al valle. Un
puentecillo parte de la ruta 38 para salvar el arroyo de Elah. En
temporada alta, los autobuses turísticos aparcan aquí para que los
viajeros bajen al valle y recojan alguna piedra del mismo lugar que
la que mató a Goliat.
«Es
posible que Goliat no haya existido nunca –dice
Garfinkel mientras cruza el puente de camino a su yacimiento, Jirbet
Qeiyafa–.
El
relato cuenta que Goliat procedía de una ciudad gigante, y a fuerza
de repetir la narración una y otra vez a lo largo de los siglos,
también él acabó convertido en gigante. Es una metáfora. Algunos
expertos pretenden que la Biblia sea como la Enciclopedia Británica,
pero hace tres milenios la historia no se escribía así. Al calor de
la lumbre, cuando caía la noche, ahí nacían narraciones como la de
David y Goliat.»
Tras
una fachada erudita y un afable sentido del humor, un tanto cáustico
cuando apunta a Israel
Finkelstein,
se esconde un hombre de ambición inconfundible. Un guarda de la
autoridad patrimonial israelí
le habló de un muro megalítico que se alzaba tres metros sobre el
arroyo de Elah. Comenzó a excavar en serio en 2008.
Garfinkel
descubrió que el muro era del mismo estilo que los hallados en las
ciudades septentrionales de Hazor y Gézer, una construcción con
doble pared y cámara interior, y rodeaba una ciudadela fortificada
de 2,3 hectáreas. Adyacentes a la muralla de la ciudad había casas
particulares, algo desconocido en la sociedad filistea. Bajo el
estrato helenístico Garfinkel halló cuatro huesos de aceituna, que
el carbono 14 situó hacia el año 1000 a.C. Encontró
también una bandeja para hornear pan ácimo, además de cientos de
raspas de pescado y huesos de vaca, oveja y cabra, pero no de cerdo.
En otras palabras, en ese lugar debieron de vivir (o al menos comer)
hebreos, no filisteos.
Ante
el hallazgo de otro vestigio excepcional, un fragmento de alfarería
con una inscripción que parece escritura protocananea con verbos
característicos del hebreo, Garfinkel lo vio claro: tenía ante sí
una compleja comunidad hebrea del siglo X a.C., exponente de las
sociedades cuya existencia negaban los defensores de la baja
cronología, como Finkelstein.¿Y cómo se llamaba la ciudad?
Garfinkel
encontró la respuesta al descubrir que la ciudadela tenía dos
puertas a falta de una, caso único entre todos los vestigios
localizados hasta hoy en los reinos de Judá e Israel. En hebreo,
«dos
puertas»
se dice shaarayim,
que resulta ser el nombre de una ciudad mencionada tres veces en la
Biblia. Una
de esas referencias (I
Samuel 17:52) describe
cómo los filisteos que huían de David, tratando de volver a Gat,
cayeron «en
el camino desde Saraím».
«Por
un lado tenemos a David y Goliat, y por otro tenemos nuestro
yacimiento: concuerda –dice
Garfinkel–. Esto
es puro reino de Judá, desde los huesos de animales hasta la muralla
de la ciudad. Que nos den dos razones para considerarlo filisteo. Una
de ellas es que Finkelstein no quiere que echemos por tierra la baja
cronología. Muy bien, ¿y la segunda?»
-
128 -
Que
David no estuviese a esa altura, o que no sea más que un mito, es
algo impensable para muchos
He
aquí el segundo argumento para tomarse con escepticismo las
conclusiones de Yossi Garfinkel: que las anunció, con prisas y no
menos parafernalias, cuando sólo tenía cuatro huesos de aceituna
sobre los que basar la datación, una inscripción de naturaleza más
que ambigua y apenas un 5% del yacimiento excavado. Dicho de otra
forma, en palabras del arqueólogo David Ilan, «Yossi
tiene su propia agenda, en parte ideológica, pero también personal.
Es un tipo listo y ambicioso. Finkelstein es el gorila alfa, y los
machos jóvenes creen que monopoliza la arqueología
bíblica. Por eso quieren destronarlo».
El
rey David
ha
logrado resistir tres milenios, omnipresente en el arte, en la
tradición y en numerosas partidas de nacimiento. Para
los musulmanes es Da'ud, el venerado emperador y el siervo de Alá.
Para los cristianos es el antepasado natural y espiritual de Jesús,
quien hereda así el manto mesiánico davídico. Para los judíos es
el padre de Israel,
el pastor que Dios ungió rey, y ellos a su vez son descendientes
suyos, el pueblo elegido de Dios. Que
David no estuviese a esa altura, o que no sea más que un mito, es
algo impensable para muchos.
«Si
nos consideramos uno de los pueblos más antiguos del mundo, con un
rol fundamental en el reino de las ideas de la civilización humana,
es porque nosotros escribimos el libro de libros, la Biblia –afirma
Daniel
Polisar, presidente del Centro Shalem, el instituto de investigación
israelí que contribuyó a financiar las excavaciones de Eilat
Mazar–.
Si
arrancas la página de David,
el libro cambia por completo. La narración pierde su carácter
histórico y pasa a ser literatura. Y el resto de la Biblia queda
reducido a un intento propagandístico de crear una realidad que
nunca existió. Y si no puedes encontrar las pruebas que lo
demuestren, probablemente nunca ocurrió. Por eso nos jugamos tanto.»
-
129 -
Es
probable que los libros del Antiguo Testamento que trazan la historia
de David y Salomón fueran escritos al menos 300 años después de
los hechos, por unos autores que no eran los más objetivos. No
existen textos coetáneos que refrenden lo narrado en esos escritos.
Desde
los albores de la arqueología bíblica, los investigadores han
tratado en vano de verificar si Abraham,
Moisés,
el Éxodo o la conquista de Jericó existieron realmente. Al mismo
tiempo, dice Amihai
Mazar,
primo de Eilat y uno de los arqueólogos más reputados de Israel,
«prácticamente
todo el mundo está de acuerdo en que la Biblia es un antiguo texto
relativo a la historia de este lugar en la edad del hierro. Puede
leerse con ojo crítico, como hacen muchos estudiosos, pero no
desdeñarse: es un texto de referencia obligada».
"No
debemos intentar demostrar su sentido literal"
Ahora
bien, añade Mazar, «no debemos intentar demostrar su sentido
literal». Pese a ello, son innumerables los arqueólogos que han
hecho de ese objetivo la misión de su vida, empezando por el erudito
estadounidense William
Albright, prócer
de la arqueología
bíblica. Entre sus protegidos estaba el investigador, político y
militar israelí
Yigael
Yadin.
Para Yadin y sus coetáneos, la Biblia era irrefutable. En
consecuencia, cuando desenterró las puertas de la ciudad bíblica de
Hazor a finales de los años cincuenta, Yadin cometió lo que hoy se
consideraría un pecado arqueológico: al no poder recurrir a la
datación por carbono, usó la Biblia, además de la estratigrafía,
para datar la cerámica descubierta intramuros. Atribuyó las puertas
a un exultante imperio salomónico
del siglo X a.C. porque así se contaba en I
Reyes.
El
problema de basarse en ese fragmento concreto de la Biblia es que fue
añadido mucho después de morir Salomón en 930 a.C., cuando Israel
ya se había escindido en dos: el reino de Judá al sur y el de
Israel al norte. «Gézer
era la ciudad más meridional del reino de Israel,
mientras que Hazor se hallaba en la parte más septentrional del
mismo, y Megiddo era un centro económico situado en el medio
–explica
la arqueóloga de la Universidad
de Tel Aviv Norma Franklin–.
Por
ello, quienes escribieron esta historia juzgaron importante reclamar
la totalidad de este territorio. Para Yadin, lo decía la Biblia, y
punto. Tres puertas: las tres de Salomón.»
-
130 -
Hoy,
muchos expertos (entre ellos Franklin y su colega Finkelstein) ponen
en duda que las tres puertas sean salomónicas,
mientras que otros (Amihai Mazar, por ejemplo) piensan que podrían
serlo. Pero todos rechazan de forma unánime el razonamiento de
Yadin, que a principios de la década de 1980 contribuyó a generar
una corriente de pensamiento opuesta al llamado «minimalismo
bíblico»,
encabezado por investigadores de la Universidad
de Copenhague.
Para
los minimalistas, David y Salomón eran simples personajes de
ficción. La
credibilidad de dicha corriente se vio truncada cuando en 1993 se
exhumó en el yacimiento de Tel
Dan,
en el norte de Israel,
una estela de basalto negro con la inscripción «Casa
de David».
La existencia de Salomón,
no obstante, aún está por verificar.
La
existencia de Salomón, no obstante, aún está por verificar
A
falta de más pruebas, hemos de quedarnos con el mundo bíblico del
siglo X a.C., decididamente gris, que Finkelstein perfiló por
primera vez en un artículo de 1996. No era un único y vasto reino
repleto de construcciones monumentales, sino un paisaje hosco de
potencias disparejas y de lenta cristalización: filisteos en el sur,
moabitas en el este, israelitas
en el norte, arameos más al norte y, sí, quizás una insurgencia de
gentes de Judá acaudilladas por un joven pastor en un Jerusalén que
poco tenía de deslumbrante. Tal interpretación irrita a los
israelíes
que consideran la capital davídica el cimiento de su existencia.
Buena
parte de las excavaciones realizadas en Jerusalén cuentan con el
respaldo financiero de la Fundación Ciudad de David,
cuyo director de desarrollo internacional, Doron
Spielman,
admite sin rodeos: «Cuando
recaudamos fondos para una excavación, nos mueve la ambición de
desenterrar la Biblia, y eso está profundamente vinculado a la
soberanía de Israel».
-
131 -
No
es de extrañar que esta agenda levante ampollas entre los habitantes
de Jerusalén que son palestinos.
Muchas excavaciones se llevan a cabo en la zona oriental de la
ciudad, donde desde hace generaciones está el hogar de sus familias,
lo que no los libra del riesgo de ser desalojados si esos proyectos
se convierten en una reivindicación territorial israelí.
Desde
la perspectiva palestina, la búsqueda obsesiva de pruebas
arqueológicas que justifiquen la conciencia de pertenencia de un
pueblo carece de sentido. Lo
explica el profesor de arqueología
y
vecino de Jerusalén Este
Hani Nur el-Din:
«Cuando
veo a las mujeres palestinas modelar una cerámica tradicional que se
remonta a la edad del bronce antiguo, cuando huelo el pan de tabún
cocido según una práctica de 4000 o 5000 a.C., percibo un ADN
cultural. Palestina carece de documentos escritos, de historiografía,
pero aun así es historia».
La
mayoría de los arqueólogos israelíes
preferiría que su trabajo no se utilizase como arma de escisión
política. Pero así funcionan las naciones jóvenes.
Tal y como observa Avraham
Faust,
profesor de arqueología de la Universidad de
Bar-Ilan,
«los
noruegos recurrieron a los yacimientos vikingos para crear una
identidad independiente de sus dominadores suecos y daneses. Zimbabwe
toma su nombre de un hito arqueológico. La arqueología es una
herramienta muy práctica a la hora de crear identidades nacionales».
«Esto
debió de ser un infierno», dice
Tom Levy al asomarse a una fosa abierta llena de escoria negra como
el carbón. En torno a él se extienden las 10 hectáreas de una
factoría de producción de cobre, y a su lado, el vasto complejo
fortificado con las ruinas trimilenarias de las casas de los
centinelas. Al parecer, éstos vivían prácticamente encima de las
fundiciones para supervisar una mano de obra a buen seguro renuente.
«Cuando
manejas una producción industrial a esta escala, necesitas un
sistema de abastecimiento de agua y comida –prosigue
Levy–. Aunque
no puedo demostrarlo, yo creo que los únicos que trabajarían en un
entorno tan terrible serían esclavos. Y una simple sociedad tribal
no tendría capacidad para sostener algo semejante.»
-
132 -
Levy,
antropólogo de formación, llegó al sur de Jordania en 1997 para
estudiar el papel de la metalurgia en la evolución social. El área
de Faynan,
donde los destellos verdiazulados de la malaquita se aprecian desde
lejos, era un campo de estudio obligado. También era el escenario en
el cual el rabino y arqueólogo estadounidense
Nelson
Glueck había
anunciado en 1940, sin ningún decoro, el hallazgo de las minas
edomitas que controlara el rey Salomón.
Más tarde, varios arqueólogos británicos creyeron hallar pruebas
de que la datación de Glueck erraba en unos tres siglos, y que en
realidad Edom correspondía al siglo VII a.C. Pero cuando Levy empezó
a prospectar el yacimiento conocido como Jirbat en-Nahas («ruinas
de cobre» en
árabe), las
muestras que remitió a Oxford para su datación por radiocarbono
confirmaron que Glueck no andaba desencaminado: en efecto era una
factoría del siglo X y,
añade Levy con intención, «la
mina de cobre más cercana a Jerusalén».
El
equipo codirigido por Levy y su colega jordano Mohammad Najjar ha
sacado a la luz una puerta de acceso a la ciudad con cuatro cámaras,
similar a las halladas en ruinas israelíes que podrían
corresponder al siglo X a.C. A pocos kilómetros de las minas han
excavado un cementerio con más de 3.500 tumbas que data del mismo
período. Da la impresión de que las minas fueron abandonadas a
finales del siglo IX, y el estrato que evidencia tal abandono,
excavado por los estudiantes de Levy, podría explicar por qué.
En
dicho estrato hallaron 22 huesos de dátil, que datan del siglo X
a.C., junto a objetos egipcios tales como un amuleto de cabeza de
león y un escarabajo, ambos pertenecientes a la época del faraón
Sheshonq
I, cuya invasión de la zona poco después de la muerte de Salomón
quedó registrada en el Antiguo Testamento y en el templo de Amón en
Karnak.
«Creo
firmemente que Sheshonq desmanteló la producción de metal de esta
factoría a finales del siglo X –dice
Levy–. Los
egipcios del Tercer Período Intermedio no tenían capacidad para
desplegar una fuerza de ocupación, por ello no encontramos moldes de
pan egipcios ni otra cultura material. En cambio
sí eran capaces de organizar campañas militares nada desdeñables,
suficientemente importantes como para someter estos pequeños reinos
y evitar que se convirtieran en una amenaza.»
-
133 -
El
«infierno»
que ha desenterrado Levy en Jirbat en-Nahas quizá dicte el destino
de la baja cronología finkelsteiniana. Las minas de cobre tal vez no
sean tan atractivas como el palacio del rey David
o
el mirador en el campo de batalla de David y Goliat, pero la
excavación de Levy supera en duración y superficie a las de Eilat
Mazar y Yosef Garfinkel, y recurre en muchísima mayor medida al
análisis por radiocarbono para determinar la antigüedad de las
capas estratigráficas del yacimiento. «Todos
los investigadores de las últimas dos generaciones afirmaron que
Edom no existía como estado antes del siglo VIII a.C. –dice
Amihai Mazar–, pero
las dataciones por radiocarbono de Levy cuentan otra historia, una
historia que nos habla de los siglos X y IX a.C., y nadie puede
tacharlas de incorrectas.»
De
hecho, los detractores de Levy sí lo hacen.
Algunos
consideraron sus primeras 46 dataciones insuficientes para una
reordenación en la cronología de Edom. En
la segunda tanda de análisis por C-14 Levy duplicó el número de
muestras y seleccionó con suma meticulosidad carbón vegetal
procedente de arbustos con anillos de crecimiento verificables.
Pese
a lo caro que resulta el análisis por C-14, la técnica no es la
panacea
Pese
a lo caro que resulta el análisis por C-14 (datar un solo hueso de
aceituna cuesta más de 350 euros), la técnica no es la panacea. «El
radiocarbono no ayuda a dirimir toda esta polémica
–apunta Eilat Mazar–. Existe
el más/menos, un margen de error de unos 40 años. Las
interpretaciones varían de laboratorio a laboratorio. Todo el asunto
del C-14 es objeto de debate.» En
efecto, Finkelstein y Amihai Mazar siguen enzarzados en una disputa
interminable sobre la datación de uno de los muchos estratos de Tel
Rehov,
una ciudad de la edad del bronce y del hierro en la margen este del
Jordán. Mazar sostiene que el estrato podría ser salomónico.
Finkelstein dice que es posterior, de la dinastía omrida (llamada
así por Omri, padre de Ahab). El intervalo que hay entre una época
y otra es de unos 40 años.
«Muchas
de las dataciones por radiocarbono del período en cuestión abarcan
justamente la horquilla de la polémica –señala
Amihai Mazar, riendo por lo bajo con desaliento–. Ni
más ni menos. Y así llevamos 15 años.»
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134 -
«¡Si
fuese por el radiocarbono, se podría demostrar que David fue un
aldeano noruego del siglo VI a.C.! –declara
Israel Finkelstein, lanzando una de sus hipérboles favoritas–.
Pero
le digo una cosa: me gusta leer lo que escribe Tom sobre Jirbat
en-Nahas. Me ha inspirado toda clase de ideas. Yo no excavaría allí
ni loco, con el calor que hace. Para mí la arqueología tiene que
ser un placer. Venga a Megiddo; estamos alojados en un hotelito con
aire acondicionado al lado de una piscina de lo más agradable.»
Así
es como Finkelstein inicia sus refutaciones, con preámbulos amables
que no ocultan el brillo sagaz de su mirada. Para ser científico, el
arqueólogo de Tel Aviv se comporta con bastante visceralidad. «Si
quiere llamar la atención, haga como Finkelstein», dice
Eilat Mazar. Tampoco es santo de la devoción de Yosef Garfinkel,
quien al referirse a la beca de investigación de cuatro millones de
dólares que acaba de recibir Finkelstein comenta: «Él
sí que es acientífico».
Pese
a todo ello, las teorías de Finkelstein cuajan en el territorio
intelectual que media entre los «literalistas»
y los «minimalistas»
bíblicos. «Hay
que concebir la Biblia como un yacimiento arqueológico estratificado
–dice–.
Una
parte se escribió en el siglo VIII a.C., otra en el VII, y así
hasta llegar al II a.C., es decir, 600 años de compilación. Eso no
significa que la historia carezca de antigüedad, pero sí que la
realidad presentada es posterior. David, por ejemplo, es una figura
histórica. Es verdad que vivió en el siglo X a.C. Acepto las
descripciones que presentan a David como el jefe de un grupo de
rebeldes que se movían en los márgenes de la sociedad. Pero no
acepto la Jerusalén de oro ni un gran imperio en tiempos de Salomón.
Cuando los autores del texto lo describen así, tienen la vista
puesta en la realidad de su propia época, el Imperio asirio.»
«Y
luego, Salomón–continúa–.
Creo
que le he dado pasaporte, pobre. ¡Lo siento! Pero piénselo bien,
analícelo. Piense en la espectacular visita de la reina de Saba, una
reina árabe que llegó a Jerusalén con toda clase de artículos
exóticos. Es algo inconcebible antes del año 732 a.C.,
aproximadamente, cuando se inició el comercio árabe bajo dominio
asirio. Y la descripción del gran Salomón al mando de carros y
caballos, grandes ejércitos y demás. El mundo que rodea a Salomón
es el universo del siglo asirio.»
-
135 -
A
propósito de la fortaleza minera de Levy, Finkelstein dice: «No
me trago que sea del X a.C. Es imposible que alguien viviese en la
factoría mientras funcionaba. Con el fuego, los humos tóxicos…
¡ni hablar! Eche un vistazo a la fortaleza de En Hazeva, a este lado
del Jordán, construida por los asirios en la ruta principal a Edom.
Para mí el edificio de Tom es una fortaleza asiria del siglo VIII
similar a la otra. Y es más, a fin de cuentas, el suyo es un
yacimiento marginal. No hablamos de una ciudad estratificada con
múltiples períodos, como Megiddo o Tel Rehov. Eso de coger un
escorial y ponerlo en el centro del debate sobre la historia bíblica…
¿Es una broma?»
Con
mayor acritud se mofa Finkelstein de los hallazgos de Garfinkel en
Jirbet Qeiyafa: «Mire,
a mí nunca me oirá decir: “Anda, me he encontrado un hueso de
aceituna en un estrato de Megiddo, y este huesecillo, que contradice
cientos de dataciones por C-14, va a decidir el destino de la
civilización occidental”».
Se ríe con sorna.
Lo
irónico del caso es que el enfant
terrible de
la arqueología bíblica se ha convertido en su figura de autoridad,
un Goliat que repele los ataques insurgentes dirigidos contra su
cronología. La tesis de que en el siglo X a.C. pudo existir una
sociedad compleja a una u otra orilla del Jordán ha colocado la
visión finkelsteiniana de David y Salomón en alerta. Y aunque
Garfinkel logre probar que la tribu de Judá que engendró a David
vivió en la
fortaleza de Saraím, aunque
Eilat Mazar consiga demostrar que el rey David mandó construir un
palacio en Jerusalén, y aunque Tom Levy llegue a la conclusión de
que el rey Salomón supervisaba las minas de cobre de Edom, seguiría
sin aparecer por ningún lado una gloriosa dinastía bíblica.
¿Cuánto más habrá que excavar para dar por cerrada la discusión?
¿Cuánto
más habrá que excavar para dar por cerrada la discusión?
Muchos
arqueólogos deploran la obsesiva carrera por ver quién demuestra
antes la narración bíblica. Uno de ellos, Raphael
Greenberg,
de la Universidad
de Tel Aviv,
lo expresa sin titubeos: «Perjudica
a la arqueología. Lo que se supone que debemos aportar es un punto
de vista que no se encuentra en los textos ni en las preconcepciones
históricas, una visión del pasado: relaciones entre ricos y pobres,
entre hombres y mujeres. Bastante más, en otras palabras, que una
mera validación de la Biblia».
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136 -
¿Acaso
David, con todo su poder metafórico, pierde interés si sus hazañas
y su imperio son considerados pura literatura? Cuando le digo a
Finkelstein que hoy son muchas las gentes cuya tradición entronca
con la figura de David, me sorprende su respuesta. «Mire,
cuando me pongo a investigar, tengo que distinguir entre la cultura
davídica y el David histórico. David es una pieza importantísima
de mi identidad cultural. Igual que puedo conmemorar el Éxodo aunque
en puridad no lo considere un hecho histórico. En este sentido,
David lo es todo. En resumen, estoy orgulloso de que un don nadie
haya acabado siendo una pieza clave de la tradición occidental.»
«Así
que para mí –dice
Finkelstein, el hombre que ha destronado a David-, David no
es una placa en un muro, ni siquiera el simple cabecilla de una banda
del siglo X. Es mucho más que eso.»
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137 -
En
el año 74 d.C., decididos a poner fin a la gran revuelta judía
contra su dominio, los romanos sitiaron la fortaleza de Masada.
Allí resistía un grupo de aguerridos combatientes que prefirieron
suicidarse antes que aceptar la rendición. O al menos así lo cuenta
la leyenda.
La
fortaleza del desierto
Masada
se
yergue sobre un promontorio rocoso a escasa distancia del mar Muerto.
En la imagen se observan los restos del palacio de Herodes, rey de
Judea, distribuidos en terrazas por la ladera del montículo.
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138 -
El
botín de Judea
Los
romanos saquearon el Templo de Jerusalén tras su destrucción. Este
relieve del arco de Tito, en Roma, muestra el traslado de la menorah,
el candelabro sagrado de siete brazos.
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139 -
La
caída de un símbolo
Destrucción
del templo de Jerusalén por los romanos liderados por Tito. Óleo
por Francesco Hayez, 1867.
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140 -
Los
romanos disponen las catapultas y torres de asedio en la rampa frente
a las murallas. Grabado del siglo XIX.
La
fortaleza asediada
Los
romanos construyeron varios campamentos fortificados en los
alrededores de Masada.
Uno de ellos se aprecia en lo alto de una colina en primer plano,
frente a la fortaleza rebelde
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141 -
De
general en Judea a emperador
En
los años 67 y 68, Vespasiano, al frente de tres legiones y un gran
contingente de tropas auxiliares, logró restaurar el dominio de Roma
sobre casi toda Judea. Este éxito le franqueó el camino del trono
imperial a la muerte de Nerón en el año 68.
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142 -
En
el año 70 d.C., las legiones romanas comandadas por Tito, el hijo
del emperador Vespasiano, tomaron Jerusalén a sangre y fuego. Tras
masacrar a sus habitantes y saquear y arrasar el templo de Salomón,
Tito
y sus lugartenientes creyeron haber aplastado definitivamente la gran
rebelión judía contra su dominio, iniciada cuatro años antes.
Quedaban
tan sólo algunos reductos rebeldes, particularmente en tres
fortalezas que se alzaban a orillas del mar Muerto. Dos de ellas,
Maqueronte y Herodion, no tardaron en caer. Pero la
tercera presentaría una encarnizada resistencia y
obligaría a los romanos a organizar una de las mayores y más arduas
operaciones de asedio de la historia de Roma.
Masada
se encuentra sobre un promontorio rocoso que se alza 400 metros sobre
el nivel del mar Muerto. El lugar había sido utilizado como
fortaleza desde el siglo II a.C., pero fue Herodes
el Grande,
rey de Judea entre los años 37 y 4 a.C. y aliado de los romanos,
quien la habilitó como una ciudadela regia,
construyendo una muralla, una torre de defensa, almacenes, cisternas,
cuarteles, arsenales y residencias para los miembros de la familia
real. Desde el año 6 d.C. había estacionada allí una guarnición
romana.
Al
estallar la rebelión judía en
66 d.C., un grupo de rebeldes se apoderó de la plaza fuerte y
eliminó a la guarnición romana. Dirigidos
por un tal Menahem, y tras su muerte por su sobrino Eleazar ben Yair,
pertenecían a un grupo de judíos radicales, los sicarios,
denominados
así por el puñal o sica que solían emplear.
Los sicarios formaban parte a su vez de los zelotas, un movimiento
que propugnaba el uso de la violencia para liberarse del yugo romano
y acelerar la venida del Mesías.
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143 -
A
ojos de los romanos, en cambio, los sicarios eran meros criminales
que utilizaron la revuelta contra Roma como pretexto para sus abusos,
según recogía Flavio Josefo, el principal cronista de la guerra. De
hecho, pese a tomar Masada al principio de la guerra, los hombres
de Eleazar ben Yair no combatieron contra los romanos, sino que se
dedicaron a asolar la región del mar Muerto desde su base en
Masada, protagonizando "hazañas" como el saqueo de la
vecina población judía de Eingedi, donde mataron a setecientas
personas.
La
vida en una fortaleza
Durante
los años de guerra contra Roma, los
sicarios de Masada modificaron las construcciones de la fortaleza
adaptándolas a sus necesidades y prácticas religiosas. Construyeron
talleres o pequeñas viviendas separadas por tabiques, donde los
arqueólogos han hallado utensilios de uso cotidiano como recipientes
de piedra para la comida, ideales para evitar cualquier impureza
ritual descrita en la ley judía. También se construyeron baños
para abluciones rituales (en hebreo, mikvaot)
y una panadería. En el vestuario de la casa de baños de Herodes se
añadieron bancos y se instaló una bañera en una esquina.
La
Ley de Moisés autorizaba a los sicarios a quitar la vida a cualquier
enemigo de Israel
Los
rebeldes también adaptaron a sus necesidades la sinagoga,
construyendo otro banco corrido, algo que sugiere la necesidad de dar
cabida a muchas más personas de las que habían acogido estas
construcciones en origen, cuando sirvieron únicamente para el rey,
su familia y algunos cortesanos. En las excavaciones de la sinagoga
se descubrieron fragmentos de cerámica (ostraca)
con
la inscripción "diezmo de los sacerdotes", lo que
significa que se
preocuparon de pagar el impuesto debido al templo de Jerusalén,
así como una geniza, un hoyo excavado en la tierra para albergar los
textos sagrados que, por su estado de deterioro, ya no fuesen aptos
para el culto.
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144 -
Todo
ello indica que los sicarios eran fervientes cumplidores de la Ley de
Moisés,
aunque en una versión radical que, a su modo de ver, les autorizaba
a quitar la vida
tanto a cualquier enemigo de Israel como a los compatriotas que no
cumplieran sus exigencias de fidelidad a la Ley.
A lo largo
de la guerra, Masada
fue acogiendo a una multitud de judíos que huían de la destrucción
que ya se extendía por todo el país. Además
de los sicarios, las excavaciones han sacado a la luz restos que
demuestran que en la cumbre de Masada se refugiaron samaritanos (una
comunidad de ascendencia judía tachada de impura por los judíos)
así como esenios, secta ascética judía que poseía una comunidad
en Qumrán, no lejos de Masada. La vida interna de los esenios en
Qumrán se organizó en diez zonas, cada una de ellas al mando de un
jefe. El
descubrimiento de unos ostraca que consignan el reparto del pan en
diez secciones nos ha permitido conocer el nombre de otros líderes
rebeldes aparte
de Eleazar ben Yair, como Yehohanán, Simón, Yerahemeyah, Bar Levi,
Talmai, Peliah o Dositeo.
Comienza
el asedio
A
comienzos del año 73 d.C., Flavio Silva, comandante de la Legio
X Fretensis,
se dispuso a enfrentarse con los rebeldes de Masada. Habían pasado
ya tres años desde la caída de Jerusalén, tardanza tanto más
sorprendente cuanto que si
los romanos se pusieron en marcha fue más por consideraciones
económicas que militares, pues los rebeldes de Masada ponían en
peligro el negocio de las plantaciones de bálsamo de
la vecina Eingedi, enormemente lucrativo –según Plinio el Viejo,
el comercio de perfumes de Judea produjo la enorme suma de 800.000
sestercios durante los cinco años de guerra–, y a los romanos no
les convenía perder esta importante fuente de ingresos.
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145 -
Animados
por un espíritu indómito, los sicarios estaban dispuestos a
defenderse hasta el final
El
cerco de Masada planteaba numerosas dificultades. Los romanos debían
traer el agua desde Eingedi, a varios kilómetros de distancia, y los
víveres desde Jericó o Jerusalén, pues en
la depresión del mar Muerto, a 400 metros por debajo del nivel del
mar, las temperaturas de hasta 50 ºC en verano y las heladas en
invierno impedían practicar la agricultura. En
cambio, en la cima de Masada el clima era más benigno y los
asediados contaban con depósitos de agua, provisiones y armas.
Animados por un espíritu indómito, los sicarios estaban dispuestos
a defenderse hasta el final.
El
general romano lo sabía y por ello organizó un gran operativo de
asedio, decidido a evitar que prendiese de nuevo la llama de la
rebelión. Silva
hizo construir una muralla que rodeaba todo el promontorio, con
torres de vigilancia a intervalos, y desplegó un total de ocho
campamentos que debían servir no sólo como cuartel, sino también
para evitar fugas de los sitiados y defenderse frente a incursiones
exteriores.
A continuación mandó construir una rampa por el
lado oeste, el de menor desnivel, de apenas cien metros. En
las obras, que duraron siete meses, se empleó a judíos apresados
durante la guerra. Una
vez terminada la rampa, se construyó en su cima una plataforma sobre
la que se instaló una torre de asalto.
Inmolación
colectiva
Iniciado
el ataque, los romanos lograron derribar un tramo de la muralla
mediante los golpes de su ariete, pero los
defensores lograron cerrar la brecha con maderas y piedras. Flavio
Josefo cuenta que entonces se produjo un incendio seguido de un
cambio de dirección del viento que, por un instante, amenazó la
integridad de la torre romana. Aquel día no cayó Masada, pero tanto
romanos como judíos sabían que era cuestión de tiempo.
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146 -
Cuando
los romanos entraron en Masada se encontraron con una montaña de más
de 950 cadáveres
Según
el mismo autor, por la noche Eleazar
ben Yair pronunció un discurso con el que persuadió a los
defensores de Masada de que lo mejor era quitarse la vida para
ahorrarse el oprobio de verse humillados por los romanos. Puestos
todos de acuerdo, quemaron sus posesiones y víveres, aunque
respetando una parte para dejar claro que no morían por falta de
abastecimiento. Luego, puesto que la ley judía prohíbe el suicidio,
cada hombre se encargó de dar muerte a su esposa e hijos. A
continuación, sortearon
diez hombres que dieron muerte al resto y, por último, uno de ellos
mató a los otros nueve antes de, éste sí, suicidarse. Cuando
al día siguiente los romanos entraron en Masada se encontraron con
una montaña de más de 950 cadáveres y sólo siete supervivientes:
dos ancianas y cinco niños que se habían escondido y que contaron
lo que había ocurrido en la cumbre de Masada durante el asedio.
Sin
embargo, en los últimos años las investigaciones arqueológicas han
cuestionado la exactitud del relato de Flavio Josefo. Por una
parte, la
arqueología no ha conseguido confirmar que en Masada tuviera lugar
un suicidio colectivo.Por
otra, pese a algunos restos de combates localizados junto a la rampa,
hay quien afirma que ésta nunca se terminó y, por tanto, nunca
estuvo operativa, lo que desmentiría la escena del combate en torno
a la torre y el ariete el día anterior a la caída de Masada.
Como quiera que fuese, Masada acabó
en manos romanas y el recuerdo de los sicarios de Eleazar ben Yair se
diluyó en las páginas de los libros de historia. Para
conmemorar la victoria, Roma acuñó una moneda con la leyenda Iudaea
capta, con la imagen de un general en postura desafiante, una palmera
(símbolo del país) y una mujer sentada y llorando. El recuerdo de
Masada se perdió durante casi mil novecientos años, hasta que su
"redescubrimiento" a mediados del siglo XX la convirtió en
símbolo de la tenacidad judía por conservar la independencia y la
libertad.
UN
CRIT DE VIDA EN PLENA GUERRA
PREGANT
AMB PIERRE TEILHARD DE CHARDIN
Durant
la temporada de Pasqua podem pregar a partir d’algunes oracions de
Pierre Teilhard, aquell jesuïta científic que tant va estimar
l’univers, la natura i Nostre Senyor.
“Jo
t’estimo, Jesús, per la Multitud que es recolza en Tu i que
percep, amb tots els altres sers, el murmuri, l’oració i el plor,
quan s’estreny en Tu.” (Le Milieu mystique. Escrit en el front de
guerra el 1916.)
Van
arribant ferits i morts a l’hospital de campanya, homes joves, vida
trencada, desfeta, i ell, portalliteres en actiu, no para, escolta
els gemecs, els crits, sent en el seu cor el dolor immens de la
guerra entre les grans potències europees que desfà els plans i
anhels de la joventut. Mirant més enllà del que veu, pensa en la
gran multitud d'éssers arreu del món que pateixen i clamen... mira
interiorment Jesús i l’estima. Ell també va viure, va plorar i va
pregar durant la seva vida mortal i per tant sap de què va. El
nostre Déu no s’ha quedat a dalt mirant i comentant, sinó que ha
vingut i continua venint perquè estreny amb amor els resultats
humans, animals, vegetals i còsmics d’un mal tan enquistat que no
fa sinó provocar patiment i destrucció.
Quan
ens recolzem en Jesús i ens estrenyem a Ell els ulls se’ns obren
al patiment universal, i Ell ens mou a esdevenir les seves mans, el
seu cos, la seva acció, el seu cor. Mai és una cura exclusivament
personal, tancada en un mateix, sinó expansiva. Treure del pou a qui
s’ofega, visitar els presos, lluitar per la llibertat i la
justícia, viure pels canvis positius i de millora... escoltar,
acompanyar, intentar sanar, transformar.
La
darrera paraula no és de mort sinó de vida. Units a Ell en el
treball, units a Ell en la dificultat, tenim la promesa d’una unió
definitiva en el goig, la plenitud i sobretot l’amor. “T’estimo,
Jesús, per la Multitud que es recolza en Tu.”