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dimarts, 8 de setembre del 2015

QUÉ ES DIOS....



LA   MUÑECA
Un año antes de su muerte, Franz Kafka vivió una experiencia insólita. Paseando por el parque Steglitz, en Berlín, encontró a una niña llorando desconsolada: había perdido su muñeca.

Kafka se ofreció a ayudar a buscar la muñeca y se dispuso a reunirse con ella al día siguiente en el mismo lugar.

Incapaz de encontrar a la muñeca compuso una carta “escrita” por la muñeca y se la leyó cuando se reencontraron:

- “Por favor no llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir sobre mis aventuras ...“- Este fue el comienzo de muchas cartas.
Cuando él y la niña se reunían, él le leía estas cartas cuidadosamente compuestas de aventuras imaginarias sobre la querida muñeca. La niña fue consolada. Cuando las reuniones llegaron a su fin, Kafka le regaló una muñeca. Ella obviamente la veía diferente de la muñeca original . Una carta adjunta explicó:

-"mis viajes me han cambiado … “ –

Muchos años más tarde, la chica ahora crecida, encontró una carta metida en una grieta desapercibida dentro de la muñeca. En resumen, decía: -" Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas, pero al final, el amor volverá de una forma diferente“- .








QUÉ ES DIOS PARA MÍ
BRUNO ÁLVAREZ, MENDOZA (ARGENTINA).
ECLESALIA, 09/09/14.- A menudo, suelo preguntarme qué quieren decir las personas cuando utilizan la palabra “Dios”. Hablan de Él como si fuera una realidad evidente, algo que constatamos como si de un objeto se tratara, proyectando muchas veces sobre la divinidad una imagen pueril, y aprisionándola en todo tipo doctrinas que pretenden indicarnos en qué consiste el Ser de Dios.
La existencia de lo divino ha acontecido entre los hombres desde los albores de la humanidad. Aquellos primeros seres humanos que habitaron este planeta experimentaban una profunda admiración ante la realidad en la que se encontraban inmersos. Intuían el Misterio de la existencia y lo expresaban de diversas maneras. A pesar de  los miles de años que han trascurridos desde aquél entonces, los hombres modernos no hemos perdido la capacidad de admiración que apreciaban  los antiguos. La ciencia va revelando los enigmas de la existencia del mundo, en la medida que avanza en su investigación con métodos cada vez más rigurosos que nos permiten conocer el funcionamiento autónomo de nuestro universo, pero no puede desvelar el Misterio Inefable que habita detrás de lo incognoscible por el hombre y que habita en el fondo de nuestro ser . De ese Misterio pretendo hablar hoy, del cual  no sé nada, pero que experimento en mi vida diaria y al interpelarme sobre el sentido último de la existencia.
De esta realidad que llamamos Dios se han dicho muchas cosas: algunas personas lo ven como un Ser celestial que habita en el cielo, allá “arriba”; otros como un Dios que nos crea para servirle y brindarle adoración; hay quienes lo ven como un Ser Justiciero que recompensa a los buenos y castiga a los malos; están aquellos que piensan que interviene de vez en cuando en la historia con milagros y prodigios, reservado sólo para algunos privilegiados y elegidos; y hay quienes, como en el caso de Jesús de Nazaret,  lo percibe como el mejor compañero del hombre, que comparte nuestra existencia y acomete entre los hombres que desean hacer su voluntad y dejarse humanizar por Él. Yo por mi parte, soy  un poco más cauto para hablar de Dios: no sé qué es y no pretendo comprenderle. “Si comprendes, no es Dios” decía  San Agustín. Y me tomo en serio aquella frase de Wittgenstein que reza: “De todo lo que no se puede hablar, hay que callar”.
Es por ello, que pretendo interpretar a Dios siempre como Misterio, pero a su vez como una experiencia que aprendemos a conocer y amar cuando nos abrimos a esa realidad que nos impulsa a ejercer la justicia, la libertad, la compasión; a comprometernos por un mundo más equitativo e igualitario, a romper todas las cadenas que esclavizan al hombre y que soslayan la tarea más acuciante de la religión: la felicidad de los seres humanos en esta vida. Pues del “más allá” no tenemos ninguna certeza que exista, aunque  la mayoría de las veces la predicación religiosa se ocupe de la vida venidera descuidando en gran parte los asuntos mundanos que causan dolor y sufrimiento, inanición, desesperanza y desgana de enfrentar la dureza de la vida.
Decía que de Dios no podemos saber nada. La teología tradicional ha pretendido indicarnos la forma en la que Dios es y actúa. La visión del mundo impuesta por la modernidad cambió nuestro paradigma teológico y nuestra forma de comprender el misterio divino. Hay un hecho innegable: hemos creado a Dios nuestra imagen y semejanza, es decir, le hemos atiborrado de rasgos antropomórficos,  atribuyéndole todo tipo de atrocidades que cometemos  los humanos; basta leer la Biblia Hebrea o el Nuevo Testamento para comprender de qué hablo. El Dios judío Yavhé comporta valores morales inferiores a una persona considerada decente, instando a la matanza de niños inocentes, aprobando la guerra, ordenando el exterminio en masa, estableciendo directrices difíciles de cumplir para quienes quieran tener una relación apropiada con Él,  y un largo etc. Esta imagen sanguinaria de Dios del Antiguo Testamento, “uno de los libros más llenos de sangre de la literatura mundial” en palabras de NorbertLohfink, uno de los exégetas más reconocidos del siglo XX, sigue imperando en la mente de muchos creyentes. Soy ateo de ese Dios. Pero el Nuevo Testamento no se queda atrás: se vislumbra a Dios como un Ser que sacrificó deliberadamente a su Hijo en la cruz para redimirnos de nuestros pecados y así poder perdonar las ofensas que habíamos cometido contra él. También soy ateo de ese Dios, claro está.
En los últimos años, y mediante la lectura de místicos y místicas de diversas corrientes religiosas, he descubierto con gozo una nueva forma de hablar de la divinidad: el apofatismo. Lo que quiere decir este término es que Dios es inefable, indecible. También se lo ha denominado teología negativa, esto es, que de Dios es más acertado decir lo que no es que lo que es. De Dios no podemos saber ni decir nada, pues escapa de nuestra limitada compresión de aquél Misterio que nos trasciende y nos habita. La única forma de  hablar de Dios es mediante los símbolos y las metáforas. El lenguaje literal sobre Dios no puede existir, pues no podemos captar lo infinito con nuestro ser finito. Ya Santo Tomás de Aquino decía que de Dios sólo podemos hablar por analogías.
Dicho todo esto, ¿qué es Dios para mí? Antes que nada Misterio; al cual accedemos mediante la experiencia contemplativa, creándonos una  reverencia y admiración irresistible aun en aquellos momentos en los que dudamos de su existencia.  Habrá que “pensar” menos a Dios y “sentirlo” más, convirtiéndose de este modo en criterio existencial para confrontar una vida lacerante que en ocasiones se nos presenta como un sinsentido.
Sin embargo, en aquellos momentos en los que pretendo desvelar la naturaleza insondable de Dios y encontrar un referente por cual pueda acceder a su misterio, no encuentro una manera más segura que acercarme a la fascinante figura de Jesús.  Cuando pienso en cómo es Dios, cómo actúa en los seres humanos y qué quiere para ellos, me basta con recurrir a la Buena Nueva del Evangelio de Jesús. Es en su lucha por la liberación de toda opresión que asedia al hombre, su amor para con el prójimo necesitado, su compasión ante los que sufren, su lucha por un mundo más fraterno y más justo en donde yo encuentro la inefabilidad divina. Intuyo, gracias al personaje histórico de Jesús, que a Dios lo puedo relacionar con la Justicia, la Libertad, la Compasión, el Amor, el Sentido y la Verdad.  Dios para mí es, a su vez, Presencia Ausente, o Ausencia Presente. Dios se manifiesta en la vida de Jesús y de todos aquellos que se comprometen por un mundo más justo y servicial. No obstante, nos da la impresión que “calla” frente a la cruz de Jesús y de todos los derrotados de la historia humana. Pero la experiencia de la resurrección que compartieron los apóstoles quiere indicarnos que el mal no tiene la última palabra. Detrás del sufrimiento y el dolor que provocan los humanos y los desastres naturales, se encuentra Dios suscitando la Vida. Es en esa Ausencia-Presencia donde trascurre nuestra existencia, entre la congoja de saberse finito y el coraje de existir sustentado por Dios (Paul Tilich). 

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Parla’m   de  Déu   i  l’ametller  florit..

Vaig dir tremolós al sol ponent: Parla'm de Déu!
El sol es colgà sense dir-me res.
I el somni es convertí en realitat.

L'endemà al matí,
quan jo obria la finestra,
el sol ja m'esperava somrient.

Vaig dir a l'ametller: Parla'm de Déu!
i l'ametller florí.

Vaig dir a la font: Parla'm de Déu!
i l'aigua brollà.
Vaig dir a la natura: Parla'm de Déu!
i la natura es va cobrir de bellesa.
Vaig dir al meu fill: Parla'm de Déu!
i l'infant em va dir: Parla-me'n tu.
Vaig dir al meu pare: Parla'm de Déu!
i ell se'm quedà mirant i estimant.
Vaig dir a la meva mare: Parla'm de Déu!
i la mare em va fer un petó.
Vaig dir al pagès: Parla'm de Déu!
i al pagès m'ensenyà a llaurar.
Vaig dir a l'obrer: Parla'm de Déu!
I ell em va dir: treballa i el trobaràs.
Vaig dir al pobre: Parla'm de Déu!
i em donà un tros de pa que es duia a la boca.
Vaig dir a l'enemic: Parla'm de Déu!
i l'enemic em va donar la mà.

Vaig dir a un nen: Parla'm de Déu!
i el nen em somrigué.

Vaig dir a un soldat: Parla'm de Déu!
i el soldat va deixar les armes.

Vaig dir a la gent: Parla'm de Déu!
i la gent m'estimà.

Vaig dir a la mà: Parla'm de Déu!
i la mà esdevingué servei.

Vaig dir al dolor: Parla'm de Déu!
i el dolor es féu agraïment.

Vaig dir-te: Parla'm de Déu!
i tu ja saps prou què em vas dir.
Vaig dir a la Bíblia: Parla'm de Déu!
i la Bíblia s'ofegà de tant parlar-ne.

Vaig dir a Jesús: Parla'm de Déu!
i Jesús resà el Parenostre.

Vaig dir a Déu: Parla'm de Déu!
i Déu em va dir: Et parlaré de tu.
P.  Miquel  Estradé


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LA   MUÑECA



Un año antes de su muerte, Franz Kafka vivió una experiencia insólita. Paseando por el parque Steglitz, en Berlín, encontró a una niña llorando desconsolada: había perdido su muñeca.

Kafka se ofreció a ayudar a buscar la muñeca y se dispuso a reunirse con ella al día siguiente en el mismo lugar.

Incapaz de encontrar a la muñeca compuso una carta “escrita” por la muñeca y se la leyó cuando se reencontraron:

- “Por favor no llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir sobre mis aventuras ...“- Este fue el comienzo de muchas cartas.
Cuando él y la niña se reunían, él le leía estas cartas cuidadosamente compuestas de aventuras imaginarias sobre la querida muñeca. La niña fue consolada. Cuando las reuniones llegaron a su fin, Kafka le regaló una muñeca. Ella obviamente la veía diferente de la muñeca original . Una carta adjunta explicó:

-"mis viajes me han cambiado … “ –

Muchos años más tarde, la chica ahora crecida, encontró una carta metida en una grieta desapercibida dentro de la muñeca. En resumen, decía: -" Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas, pero al final, el amor volverá de una forma diferente“- .

AGERE AUDE...










Carlos F. Barberá nos ofrece otra reflexión sobre los que debería ser un cristianismo vivo y una Iglesia viva que parte de la base y de la atención a los pobres.
Calificándola de religión burguesa, Metz ha definido el modelo de cristianismo salido de la cultura del Renacimiento y la Ilustración. Una religión de servicios, legitimadora del sistema y en el fondo acorde con la idea del progreso y del triunfo. Impregnada en todo caso de un clima de individualismo,
Rememorando la religión que viví en mi adolescencia, he querido encontrar rasgos que verificasen esa definición. Era sin duda una religión de servicios, destinados a la custodia –en el doble sentido de guarda y de vigilancia– de los cristianos, aceptadores sin crítica del sistema. Una Iglesia del lado y a honor y gloria de los triunfadores. El éxito del Opus Dei era el símbolo más claro de ese paradigma. Que Franco entrase en las iglesias bajo palio no debe producir extrañeza. El era por antonomasia el prototipo del triunfador. Si hoy en una misa oficial la homilía comienza por el saludo a las autoridades presentes, ello responde a la misma lógica. En esa religión, como en la sociedad misma, los últimos no son los primeros.

En ese modelo las autoridades religiosas revestían la mayor importancia. Ellas guardaban al rebaño y con su figura, con sus títulos, con sus gestos mostraban lo que eran verdaderamente, autoridades. Aunque tuviese lugar   después del Concilio, el papado  de Juan Pablo II respondió igualmente a ese modelo. El mismo era una fuerza vital, un triunfador, incluso quiso serlo de la enfermedad y de la muerte.

No es necesario añadir que quienes suspiraban por un cambio eclesial esperaban que viniera desde arriba. Un papa nuevo, nuevos obispos. Como ni uno ni otros eran nunca nuevos, ser católico entrañaba siempre una dosis de frustración y hasta de vergüenza, ajena y de rebote propia.

Llegó el Vaticano II y explicó que la mejor definición de la Iglesia era la que la calificaba como pueblo de Dios. Pocas fueron sin embargo las consecuencias de esa visión transformadora. Las buenas ideas hay que instrumentarlas pero los encargados de hacerlo no se pusieron a una tarea a la que eran manifiestamente opuestos.

Por una de esas sorpresas que procura la historia, ha llegado a nosotros el papa Francisco. Recordemos que su primer gesto fue pedir la oración y la bendición de los fieles y su primer gran documento fue para denunciar el sufrimiento de las víctimas del sistema. Ofrecía de este modo unas coordenadas distintas: quería una Iglesia con las manos manchadas, una Iglesia que saliera a la calle, unos creyentes que abrieran caminos. Muchos esperaban nuevos decretos, nuevas leyes eclesiásticas. Ofreció en cambio gestos inéditos, actitudes novedosas, invitaciones a ver de manera diferente.  En mi opinión, el resultado ha sido escaso, bien escaso. Apenas veo que eso haya dado lugar a iniciativas novedosas. Estoy  convencido de que los católicos, contra la advertencia de los ángeles, siguen aun mirando al cielo, esperando que de él les llueva la salvación. Quizá muchos no saben que, cuando Carlos Osoro, antes de su toma de posesión en Madrid, participó en una sesión académica en al Instituto de Pastoral, los asistentes le recibieron puestos en pie con un aplauso cerrado. Parecía que llegaba el salvador. Después se ha podido comprobar que los salvadores escasean.

Con ello llego a lo que quiere ser el meollo de este artículo. Kant utilizó una sentencia de Horacio que con él se hizo famosa: Sapere aude, atrévete a pensar. Del mismo modo creo que para los católicos hay una consigna urgente: Agere aude, atrévete a actuar. De los obispos no va a llegar ninguna Iglesia nueva y parece que tampoco de los nuevos curas, nuevos por la edad y por ninguna otra característica. Es de la base católica de donde ha de llegar la renovación. Metz ha dicho que sólo tiene futuro la Iglesia de base.

Y ¿qué tendría que hacer esa Iglesia? Quiero empezar con una frase de Bloch que trae el mismo teólogo alemán: “los teólogos se empeñan en ser más seculares y críticos que el mismo hombre secular. Pasan entonces de racionales a racionalistas y ya nada tendrán que decirnos”. Se tratará, pues, de una Iglesia religiosa, si es que eso no es una redundancia.

Esa Iglesia de base ha debe ser espiritual, con la espiritualidad del Evangelio. Es decir, ha de aprender a hacer una lectura creyente –realista, religiosa, esperanzada– de los acontecimientos. Esa será sobre todo su oferta al mundo porque, como dijo san Pablo, cada momento es un momentos de salvación. Como se ve, no se trata de dar doctrina –aunque la reflexión teológica sea importante– sino de hacer un anuncio permanente: el reino de Dios está en medio de nosotros.

Esto supuesto, será una Iglesia comunitaria Hace años un obispo francés, monseñor Rouet, decía en una declaraciones: “Mire mi diócesis: hace setenta años, tenía 800 curas. Hoy en día, tiene 200, pero también cuenta con 45 diáconos y 10. 000 personas involucradas en las 320 comunidades locales que comenzamos a crear hace quince años”. La Iglesia de base debería ser la de las comunidades. Aunque antes ha de reflexionar a fondo de lo que entraña esa palabra.

En consecuencia, debería emprender una lucha frontal contra todo lo que no favorece la comunidad, empezando por las misas parroquiales. Pocos son los que siguen la consigna de Unamuno: “¿Tropezáis con uno que miente?, gritarle a la cara: ¡mentira!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que roba?, gritarle: ¡ladrón!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que dice tonterías, a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta?, gritarles: ¡estúpidos!, y ¡adelante! ¡Adelante siempre!”. Trasladando la idea a la comunidad eclesial, no deberían cesar las denuncias de la estupidez, de la incoherencia, de la mentira, tanto en el campo político como en el religioso.

Finalmente, tendrá a los pobres como uno de los puntos de referencia de su vida. Los pobres como conjunto, creando y apoyando iniciativas de denuncia y de lucha contra la pobreza y los pobres como individuos, a los que se toma a cargo. Alguna vez dijo Mounier que lo típico del cristiano no es amar a la humanidad sino amar al prójimo. No socorrerlo sino amarlo.

Una Iglesia comunitaria, de denuncia y de amor, necesitará celebrar. Lo hará de forma sencilla, acogedora, comunitaria. Ahí tendrán un espacio propio conceptos tradicionales, revividos y experimentados: dolor, culpa, redención, perdón, reconciliación. Son conceptos no gratos a la sociedad secular pero cuyo recuerdo es necesario. Constituyen el fondo del ser humano y tienen en el cristianismo, en la historia de Jesús, una raíz profunda. La Iglesia no puede cesar de ofrecerlos y vivirlos.

Esperemos, pues,  las iniciativas que pongan en marcha esa nueva Iglesia. Agere aude.


dimecres, 26 d’agost del 2015

LA NOSTRA ESGLÉSIA...






LA MORT D’UNA PART DEL PASSAT
Pere Fullana, historiador – ÚLTIMA HORA dissabte 22 agost 2015

Com a lector de diari allò que cerques són explicacions fiables que t’il·luminin les fosques del present i et permetin seguir desitjant un futur millor. Vull pensar que no t’interessen les visions nostàlgiques del passat, per més que la història és dipositària d’episodis bells. El 17 d’agost de 2015, un col·lectiu considerable de creients, arribats de tots els indrets, ens trobàrem a Sant Honorat per commemorar el 125è aniversari de la fundació dels Missioners dels Sagrats Cors. La comunitat reunida vessava fe per tots els costats perquè avui a Mallorca només es pot anar a una celebració d’aquestes característiques des de la fe i des de les conviccions que il·luminen el desànim del present. El silenci de Sant Honorat t’incitava a pensar i convidava a participar i a escoltar. Servidor es dedicà íntegrament a pensar, més en la mort que en l’episodi de la resurrecció que es llegí a la missa. Humanament, l’Església mallorquina sembla ferida de mort, a punt d’entrar en fase terminal, talment com si estàs a punt de desaparèixer el passat que recordàvem. Però Mallorca no seria la que és sense el treball incansable realitzat durant cent vint-i-cinc anys pels Missioners fundats per P. Joaquim Rosselló. La presència dels Missioners a Sant Honorat, Lluc i La Real ha repercutit en el país i avui, al marge de què la nostra espiritualitat sigui confessional cristiana o no, constatam que aquests indrets mantenen viva la llumeneta de la identitat i es caracteritzen per la voluntat de ser espais alternatius a una Església que sembla navegar cap cop més a la deriva. La Congregació no està en condicions de llançar les campanes al vol però navega amb el desig d’oferir un espai per a tots els damnificats del present, també per a les víctimes d’aquesta institució mil·lenària que encapçala un papa d’una altra galàxia. El bisbe de Roma és un líder pel planeta terra, mentre la majoria de bisbes donen la impressió de ser-ho d’altres planetes i continuen parlant llenguatges gens efectius, gens en sintonia amb els problemes actuals. En aquest món cada cop més desnortat, hi ha sectors d’Església que continuen essent referència, petites comunitats càlides, amb suport escassíssim i no espera gairebé res d’una estructura que va començar a fer figa amb la primera aluminosi els anys seixanta. 




NUEVO VICARIO

Germà Ventayol – ÚLTIMA HORA lunes 24 agosto 2015



ES LA COMIDILLA DEL VERANO entre el clero mallorquín. En el transcurso de las próximas, probablemente después de que Jorge Mario Bergoglio canonice a Junípero Serra en Washington, ceremonia prevista para mediados del próximo mes de septiembre, el obispo de Mallorca, Javier Salinas, tiene previsto un cambio importante en la cúpula de la Diócesis: la sustitución del vicario general, Antoni Vera. La decisión no se produce por desavenencias sino por razones personales del actual titular del cargo, el segundo en el escalafón de mando en la iglesia mallorquina. Ya se sabe que todos estos temas la discreción, por no hablar de secretismo, es una constante. No obstante, todos los rumores coinciden en señalar el nombre del substituto: Joan Bauzà, el actual deán de la Seu. La designación del canónigo le permitiría compatibilizar las nuevas funciones diocesanas con las de presidente del Cabildo catedralicio, además de situarle en una posición inmejorable para asumir más altas responsabilidades en el futuro.



LAS CUITAS en la Diócesis de Mallorca no son comparables a las que tienen en el seno del Partido Popular, …




divendres, 21 d’agost del 2015

SERENATES A L'AUBA

































El  tocaren  dia  20  AGOST  2015

COPIAT   DEL  CONCERT  DEL  30  DE  JUNY


   

dijous, 20 d’agost del 2015

TAIZÉ... AVUI










Ejemplo del ecumenismo de la santidad y el amor
El Papa a la Comunidad de Taizé: "Continúen dando testimonio de Cristo resucitado"
La comunidad está considerada una 'parábola de comunión' viviente
RV, 20 de agosto de 2015
Hace diez años que el fundador de Taizé fue asesinado por una enferma mental


















(RV).- ¡Buen camino para la comunidad de Taizé! Es el aliento del Papa Francisco al término de la Audiencia General, del tercer miércoles de agosto, a la Comunidad Ecuménica de Taizé en la víspera del aniversario de su fundación y donde recordó a su fundador, quien fue asesinado por una enferma mental hace 10 años atrás durante la oración vespertina:
«Mañana la Comunidad de Taizé cumple 75 años. Deseo dirigir mi saludo acompañado con mi oración a los hermanos, en el recuerdo de su amado fundador Roger Schutz, del que hemos recordado el X aniversario de su muerte, hace tres días. ¡Buen camino para la comunidad de Taizé!»
Además, el Santo Padre envió un mensaje para esta ocasión al actual superior de Taizé, frère Alois, donde expresa su gratitud a Dios, quien genera "siempre nuevos testigos fieles hasta el final". Citando a su predecesor, Benedicto XVI, el Papa define al fundador, frére Roger "un incansable testigo del Evangelio de la paz y de la reconciliación, animado por el fuego del ecumenismo de la santidad". "Ha sido este fuego, subraya el Obispo de Roma, lo que lo ha llevado a fundar una comunidad que puede ser considerada como una verdadera ‘parábola de comunión', que hasta hoy, ha tenido un rol importante en construir puentes de fraternidad entre los cristianos".




















"Buscando apasionadamente la unidad de la iglesia, Cuerpo de Cristo, frére Roger - escribe el Papa - se ha abierto a los tesoros de las diferentes tradiciones cristianas, sin realizar rupturas con su origen protestante". Con la perseverancia de quien ha dado testimonio durante su larga vida, ha contribuido a cambiar las relaciones entre los cristianos aun separados, trazando para muchos un camino de reconciliación".
Alimentado por la Sagrada Escritura, frére Roger ha recibido la enseñanza de los Padres de la Iglesia, actualizando las fuentes cristianas para los jóvenes. El superior de Taizé - señala el Pontífice - "entendía a las nuevas generaciones; tenía confianza en ellos haciendo de Taizé un lugar de encuentro donde los jóvenes provenientes de todo el mundo se sientan respetados y acompañados en su búsqueda espiritual". "Frére Roger - recuerda el Papa ha amado a los pobres, a los desheredados, a aquellos que aparentemente no cuentan, mostrando con su existencia y con la de sus hermanos que la oración va de la mano con la solidaridad humana".
Finalmente, el Santo Padre, agradece a Dios "por la vida donada del fundador frére Roger, hasta la muerte violenta. Pueda la comunidad de Taizé - desea el Papa - mantener siempre vivo el testimonio que él ha dado de Cristo resucitado y el llamado que constantemente ha renovado a elegir amar".