ontraron:
- “Por favor no llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir sobre mis aventuras ...“- Este fue el comienzo de muchas cartas.
Cuando él y la niña se reunían, él le leía estas cartas cuidadosamente compuestas de aventuras imaginarias sobre la querida muñeca. La niña fue consolada. Cuando las reuniones llegaron a su fin, Kafka le regaló una muñeca. Ella obviamente la veía diferente de la muñeca original . Una carta adjunta explicó:
-"mis viajes me han cambiado … “ –
Muchos años más tarde, la chica ahora crecida, encontró una carta metida en una grieta desapercibida dentro de la muñeca. En resumen, decía: -" Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas, pero al final, el amor volverá de una forma diferente“- .
QUÉ
ES DIOS PARA MÍ
BRUNO ÁLVAREZ, MENDOZA (ARGENTINA).
BRUNO ÁLVAREZ, MENDOZA (ARGENTINA).
ECLESALIA, 09/09/14.- A menudo, suelo preguntarme qué
quieren decir las personas cuando utilizan la palabra “Dios”. Hablan de Él como
si fuera una realidad evidente, algo que constatamos como si de un objeto se
tratara, proyectando muchas veces sobre la divinidad una imagen pueril, y
aprisionándola en todo tipo doctrinas que pretenden indicarnos en qué consiste
el Ser de Dios.
La existencia de lo divino ha acontecido entre los
hombres desde los albores de la humanidad. Aquellos primeros seres humanos que
habitaron este planeta experimentaban una profunda admiración ante la realidad
en la que se encontraban inmersos. Intuían el Misterio de la existencia y lo
expresaban de diversas maneras. A pesar de los miles de años que han
trascurridos desde aquél entonces, los hombres modernos no hemos perdido la
capacidad de admiración que apreciaban los antiguos. La ciencia va
revelando los enigmas de la existencia del mundo, en la medida que avanza en su
investigación con métodos cada vez más rigurosos que nos permiten conocer el
funcionamiento autónomo de nuestro universo, pero no puede desvelar el Misterio
Inefable que habita detrás de lo incognoscible por el hombre y que habita en el
fondo de nuestro ser . De ese Misterio pretendo hablar hoy, del cual no
sé nada, pero que experimento en mi vida diaria y al interpelarme sobre el
sentido último de la existencia.
De esta realidad que llamamos Dios se han dicho muchas
cosas: algunas personas lo ven como un Ser celestial que habita en el cielo,
allá “arriba”; otros como un Dios que nos crea para servirle y brindarle adoración;
hay quienes lo ven como un Ser Justiciero que recompensa a los buenos y castiga
a los malos; están aquellos que piensan que interviene de vez en cuando en la
historia con milagros y prodigios, reservado sólo para algunos privilegiados y
elegidos; y hay quienes, como en el caso de Jesús de Nazaret, lo percibe
como el mejor compañero del hombre, que comparte nuestra existencia y acomete
entre los hombres que desean hacer su voluntad y dejarse humanizar por Él. Yo
por mi parte, soy un poco más cauto para hablar de Dios: no sé qué es y
no pretendo comprenderle. “Si comprendes, no es Dios” decía San Agustín.
Y me tomo en serio aquella frase de Wittgenstein que reza: “De todo lo que no
se puede hablar, hay que callar”.
Es por ello, que pretendo interpretar a Dios siempre
como Misterio, pero a su vez como una experiencia que aprendemos a conocer y
amar cuando nos abrimos a esa realidad que nos impulsa a ejercer la justicia,
la libertad, la compasión; a comprometernos por un mundo más equitativo e igualitario,
a romper todas las cadenas que esclavizan al hombre y que soslayan la tarea más
acuciante de la religión: la felicidad de los seres humanos en esta vida. Pues
del “más allá” no tenemos ninguna certeza que exista, aunque la mayoría
de las veces la predicación religiosa se ocupe de la vida venidera descuidando
en gran parte los asuntos mundanos que causan dolor y sufrimiento, inanición,
desesperanza y desgana de enfrentar la dureza de la vida.
Decía que de Dios no podemos saber nada. La teología
tradicional ha pretendido indicarnos la forma en la que Dios es y actúa. La
visión del mundo impuesta por la modernidad cambió nuestro paradigma teológico
y nuestra forma de comprender el misterio divino. Hay un hecho innegable: hemos
creado a Dios nuestra imagen y semejanza, es decir, le hemos atiborrado de
rasgos antropomórficos, atribuyéndole todo tipo de atrocidades que
cometemos los humanos; basta leer la Biblia Hebrea o el Nuevo Testamento
para comprender de qué hablo. El Dios judío Yavhé comporta valores morales
inferiores a una persona considerada decente, instando a la matanza de niños
inocentes, aprobando la guerra, ordenando el exterminio en masa, estableciendo
directrices difíciles de cumplir para quienes quieran tener una relación
apropiada con Él, y un largo etc. Esta imagen sanguinaria de Dios del
Antiguo Testamento, “uno de los libros más llenos de sangre de la literatura
mundial” en palabras de NorbertLohfink, uno de los exégetas más reconocidos del
siglo XX, sigue imperando en la mente de muchos creyentes. Soy ateo de ese
Dios. Pero el Nuevo Testamento no se queda atrás: se vislumbra a Dios como un
Ser que sacrificó deliberadamente a su Hijo en la cruz para redimirnos de
nuestros pecados y así poder perdonar las ofensas que habíamos cometido contra
él. También soy ateo de ese Dios, claro está.
En los últimos años, y mediante la lectura de místicos
y místicas de diversas corrientes religiosas, he descubierto con gozo una nueva
forma de hablar de la divinidad: el apofatismo. Lo que quiere decir este
término es que Dios es inefable, indecible. También se lo ha denominado
teología negativa, esto es, que de Dios es más acertado decir lo que no es que
lo que es. De Dios no podemos saber ni decir nada, pues escapa de nuestra
limitada compresión de aquél Misterio que nos trasciende y nos habita. La única
forma de hablar de Dios es mediante los símbolos y las metáforas. El
lenguaje literal sobre Dios no puede existir, pues no podemos captar lo
infinito con nuestro ser finito. Ya Santo Tomás de Aquino decía que de Dios
sólo podemos hablar por analogías.
Dicho todo esto, ¿qué es Dios para mí? Antes que nada
Misterio; al cual accedemos mediante la experiencia contemplativa, creándonos
una reverencia y admiración irresistible aun en aquellos momentos en los
que dudamos de su existencia. Habrá que “pensar” menos a Dios y
“sentirlo” más, convirtiéndose de este modo en criterio existencial para
confrontar una vida lacerante que en ocasiones se nos presenta como un
sinsentido.
Sin embargo, en aquellos momentos en los que pretendo
desvelar la naturaleza insondable de Dios y encontrar un referente por cual
pueda acceder a su misterio, no encuentro una manera más segura que acercarme a
la fascinante figura de Jesús. Cuando pienso en cómo es Dios, cómo actúa
en los seres humanos y qué quiere para ellos, me basta con recurrir a la Buena
Nueva del Evangelio de Jesús. Es en su lucha por la liberación de toda opresión
que asedia al hombre, su amor para con el prójimo necesitado, su compasión ante
los que sufren, su lucha por un mundo más fraterno y más justo en donde yo
encuentro la inefabilidad divina. Intuyo, gracias al personaje histórico de
Jesús, que a Dios lo puedo relacionar con la Justicia, la Libertad, la
Compasión, el Amor, el Sentido y la Verdad. Dios para mí es, a su vez,
Presencia Ausente, o Ausencia Presente. Dios se manifiesta en la vida de Jesús
y de todos aquellos que se comprometen por un mundo más justo y servicial. No
obstante, nos da la impresión que “calla” frente a la cruz de Jesús y de todos
los derrotados de la historia humana. Pero la experiencia de la resurrección
que compartieron los apóstoles quiere indicarnos que el mal no tiene la última
palabra. Detrás del sufrimiento y el dolor que provocan los humanos y los
desastres naturales, se encuentra Dios suscitando la Vida. Es en esa
Ausencia-Presencia donde trascurre nuestra existencia, entre la congoja de
saberse finito y el coraje de existir sustentado por Dios (Paul Tilich).
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Parla’m de Déu
i l’ametller florit..
Vaig dir
tremolós al sol ponent: Parla'm de Déu!
El sol es colgà sense dir-me res.
I el somni es convertí en realitat.
El sol es colgà sense dir-me res.
I el somni es convertí en realitat.
L'endemà al
matí,
quan jo obria la finestra,
el sol ja m'esperava somrient.
Vaig dir a l'ametller: Parla'm de Déu!
i l'ametller florí.
quan jo obria la finestra,
el sol ja m'esperava somrient.
Vaig dir a l'ametller: Parla'm de Déu!
i l'ametller florí.
Vaig dir a la font: Parla'm de Déu!
i l'aigua brollà.
i l'aigua brollà.
Vaig dir a la natura: Parla'm de
Déu!
i la natura es va cobrir de bellesa.
i la natura es va cobrir de bellesa.
Vaig dir al
meu fill: Parla'm de Déu!
i l'infant em va dir: Parla-me'n tu.
Vaig dir al meu pare: Parla'm de
Déu!
i ell se'm quedà mirant i estimant.
i ell se'm quedà mirant i estimant.
Vaig dir a la meva mare: Parla'm de
Déu!
i la mare em va fer un petó.
i la mare em va fer un petó.
Vaig dir al pagès: Parla'm de Déu!
i al pagès m'ensenyà a llaurar.
i al pagès m'ensenyà a llaurar.
Vaig dir a l'obrer: Parla'm de Déu!
I ell em va dir: treballa i el trobaràs.
I ell em va dir: treballa i el trobaràs.
Vaig dir al
pobre: Parla'm de Déu!
i em donà un tros de pa que es duia a la boca.
i em donà un tros de pa que es duia a la boca.
Vaig dir a
l'enemic: Parla'm de Déu!
i l'enemic em va donar la mà.
i l'enemic em va donar la mà.
Vaig dir a
un nen: Parla'm de Déu!
i el nen em somrigué.
Vaig dir a un soldat: Parla'm de Déu!
i el soldat va deixar les armes.
Vaig dir a la gent: Parla'm de Déu!
i la gent m'estimà.
Vaig dir a la mà: Parla'm de Déu!
i la mà esdevingué servei.
Vaig dir al dolor: Parla'm de Déu!
i el dolor es féu agraïment.
Vaig dir-te: Parla'm de Déu!
i tu ja saps prou què em vas dir.
i el nen em somrigué.
Vaig dir a un soldat: Parla'm de Déu!
i el soldat va deixar les armes.
Vaig dir a la gent: Parla'm de Déu!
i la gent m'estimà.
Vaig dir a la mà: Parla'm de Déu!
i la mà esdevingué servei.
Vaig dir al dolor: Parla'm de Déu!
i el dolor es féu agraïment.
Vaig dir-te: Parla'm de Déu!
i tu ja saps prou què em vas dir.
Vaig
dir a la Bíblia: Parla'm de Déu!
i la Bíblia s'ofegà de tant parlar-ne.
Vaig dir a Jesús: Parla'm de Déu!
i Jesús resà el Parenostre.
Vaig dir a Déu: Parla'm de Déu!
i Déu em va dir: Et parlaré de tu.
i la Bíblia s'ofegà de tant parlar-ne.
Vaig dir a Jesús: Parla'm de Déu!
i Jesús resà el Parenostre.
Vaig dir a Déu: Parla'm de Déu!
i Déu em va dir: Et parlaré de tu.
P.
Miquel Estradé
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ontraron:
- “Por favor no llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir sobre mis aventuras ...“- Este fue el comienzo de muchas cartas.
Cuando él y la niña se reunían, él le leía estas cartas cuidadosamente compuestas de aventuras imaginarias sobre la querida muñeca. La niña fue consolada. Cuando las reuniones llegaron a su fin, Kafka le regaló una muñeca. Ella obviamente la veía diferente de la muñeca original . Una carta adjunta explicó:
-"mis viajes me han cambiado … “ –
Muchos años más tarde, la chica ahora crecida, encontró una carta metida en una grieta desapercibida dentro de la muñeca. En resumen, decía: -" Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas, pero al final, el amor volverá de una forma diferente“- .
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