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dimarts, 27 d’octubre del 2015

CRÒNICA "PREVERES PART FORANA"






COL·LECTIU DE PREVERES DE PART FORANA ...

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2 set. 2015 - COL·LECTIU DE PREVERES DE PART FORANA - MALLORCA. La meva foto. Preveres Part Forana - Mallorca: Correu electronic: ...

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CURS   2015-2016
 
Col·lectiu “Capellans de Part Forana”
            Monti-sion de Porreres

                                                                                  22 d’octubre de de 2015

            Amics del col·lectiu:
            Ja hem començat el curs 2015/2016. La primera reunió la celebràrem el passat dia 24 de setembre a Monti-sion. I la pròxima està prevista per a la setmana que ve, el dijous dia 29 d’octubre, de les 10h fins després del dinar també a Monti-sion.
            Vos oferim en primer lloc un breu resum de la reunió passada. I a continuació vos presentam unes propostes per a la pròxima reunió.
            Atentament, Sebastià Salom
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Resum de la reunió del passat 24 de setembre.
            - Començàrem amb un intercanvi d’idees sobre la reunió del bisbe amb els capellans dels arxiprestats.
            - Després iniciàrem el diàleg sobre els possibles temes que podríem tractar durant el present curs a les reunions del nostre col·lectiu. I sorgiren bàsicament dues propostes, que possiblement es podrien conjuntar:
            1- La primera proposta era la de fer una reflexió personal i col·lectiva per a descobrir quin és el nucli de la nostra fe i del nostre treball pastoral. Per exemple, demanar-nos en quin Déu creim, o quin Déu predicam. Perquè aquesta és la base o el fonament d’on surten després les nostres inquietuds i les nostres ocupacions i preocupacions.
            2- Una altra proposta va ser la de cercar i oferir la dimensió profètica de l’Evangeli a davant fets concrets o notícies de la nostra societat: per exemple, si aquest estiu ha estat un gran any per a l’hoteleria a Mallorca, amb una ocupació del 92%, demanar-nos i demanar als beneficiats si aquests beneficis només beneficien l’empresa o si també repercuteixen en una millora dels salaris dels treballadors i del compliment dels pagaments a la Seguretat Social. Només és un exemple. I així podríem anar analitzant altres situacions i denunciar-les, si fos el cas.
            3- Una tercerca proposta era la de conjuntar els dos punts anteriors, com una derivació o una conseqüència del primer respecte al segon.
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Proposta d’ordre del dia per a la pròxima reunió de dia 22 d’octubre:           
1.- A la primera part, hem convidat en Pere Fullana, autor del llibre “El bisbe arquitecte”, que els assistents haurem fet el deure d’haver-lo llegit íntegrament, o almanco d’haver-lo fullejat i espigolat en els capítols que més ens hauran interessat, a fi que puguem fer preguntes a l’autor i ens expliqui els detalls que vulgui sobre la seva elaboració.
2.- A la segona part, després del cafetet, n’Eugeni Rodríguez introduirà breument el tema, que podríem titular “”El trípode constitutiu de la persona humana” per anar situant el lloc que la fe i l’espiritualitat ocupen dins el conjunt de les nostres vides.
3.- I haurem pensat i oferirem alguns fets concrets de la societat actual, que ens duguin a fer alguna acció concreta d’anunci de la Bona Nova i de denúncia profètica de comportaments antievangèlics.
4.- I com sempre, abans d’anar a dinar, deixarem un temps per a les informacions diverses que hi pugui haver
            Atentament, Sebastià Salom
                                  






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Avatares de la creencia en Dios
Es posible que en el secreto recinto personal se escuche la atormentada voz de Pascal con su inolvidable ‘incomprensible que exista Dios e incomprensible que no exista’: la dialéctica entre el sí y el no, compañera asidua de la condición humana
A la memoria de mi hermana Dolores (1942-2015)
En plena Ilustración europea se prohibían en España los libros que intentasen demostrar la existencia de Dios; se los consideraba peligrosos. Y es que Dios era tan evidente que no necesitaba demostración alguna. Se cuenta que durante el reinado de Felipe IV (1621-1665) se pensó, para remediar la pobreza de nuestras tierras, en canalizar los ríos Manzanares y Tajo; pero una ilustre comisión de teólogos se declaró en contra con la siguiente sutil argumentación: si Dios hubiese querido que ambos ríos fuesen navegables le habría bastado con pronunciar un sencillo “hágase”. Si no lo hizo, sus razones tendría. Y no está permitido enmendarle la plana.
Salta a la vista que por aquellas fechas Dios era algo inmediato, asequible, presente, familiar. Era un dato más de la realidad, o incluso el gran dato. Europa y, por supuesto, España convivían sin mayores traumas con la fe en Dios, una fe heredada de las buenas gentes del pasado.
También parece obvio que en la actualidad Dios no encuentra fácil acomodo, al menos en la geografía occidental. Hace más de un siglo que Nietzsche, con su habitual desparpajo, lo envió a engrosar la lista del paro; lo declaró viejo y cansado, incapaz de asumir las tareas que los nuevos tiempos demandan. Y un gran conocedor e intérprete de Nietzsche, M. Heidegger, no tuvo reparo en afirmar que “en el ámbito del pensamiento es mejor no hablar de Dios”. Se tiene la impresión de que la recomendación del filósofo de la Selva Negra goza de notable aceptación. En España, constataba con ironía Antonio Machado, “se puede hablar de la esencia del queso manchego, pero nunca de Dios…”.
Se ha hecho un gran silencio sobre Dios; su muerte ha sido repetidamente anunciada. Lo hizo, pero sin triunfalismo ni euforia, Nietzsche. De hecho percibió como pocos que, sin Dios, sonaba la hora del desierto, del vacío total, del nihilismo completo. Acudió a tres certeras metáforas para ilustrar las consecuencias de la muerte de Dios: se vacía el “mar”, es decir, ya no podremos saciar nuestra sed de infinitud y trascendencia; se borra el “horizonte” o, lo que es igual, nos quedamos sin referente último para vivir y actuar en la historia, se esfuman los valores; y, por último, el “sol” se separa de la tierra, es decir, el frío y la oscuridad lo invaden todo, el mundo deja de ser hogar. ¡Noble forma de despedir a un difunto! Nietzsche era consciente de que la muerte de Dios cambiaba el destino del mundo y de la historia y le quiso dedicar un gran elogio fúnebre. Repetidamente se ha evocado el carácter clarividente, casi profético, de la figura de este genial escritor y filósofo. ¿Intuiría que un siglo después de su muerte, en nuestros días, nos íbamos a quedar casi sin mar, sin horizonte, sin sol? Tal vez fue consciente de la notable dificultad que entraña convertir en categorías seculares vinculantes los pilares religiosos de antaño.
No parece posible, ni lo pretende este artículo, retornar a los lejanos tiempos en los que la presencia de Dios era tan obvia que se contaba con él a la hora de canalizar los ríos. Occidente ha seguido, más bien, el itinerario de Feuerbach: “Dios fue mi primer pensamiento, el segundo la razón, y el tercero y último el hombre”. En el ámbito filosófico, la teología de ayer se llama hoy antropología. Y tampoco asistimos en la actualidad a contundentes proclamaciones de ateísmo. El ardor negativo de otros tiempos ha dado paso al desinterés actual. Muchos ateos de ayer prefieren llamarse hoy increyentes.
Y es que tal vez todos, creyentes e increyentes, nos hemos dado cuenta, como Bonhoeffer, de que “el problema de Dios tiene su origen en Dios”, en su “invisibilidad”, en el carácter misterioso de su revelación. Bien lo sabía san Agustín: “Si lo comprendes, no es Dios”. De ahí que el aplomo afirmativo de otras épocas haya sido reemplazado por un incómodo balanceo entre el sí y el no. El maestro Eckhart era llamado “el hombre del sí y del no”. Se referían al carácter dialéctico de su pensamiento, también cuando hablaba de Dios. Solo abandonaba la dialéctica cuando se disponía a preparar una sopilla para los pobres; no había para él urgencia mayor.
Impresiona constatar cómo creyentes tan profundos y auténticos como José Gómez Caffarena se adherían a la “dramática ponderación entre el sí y el no a la fe cristiana”. En él vencía el sí, pero su fe supo de noches oscuras, de travesías del desierto. Y no es menor la impresión que causan algunas frases del papa Francisco: “Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien”. O esta otra: “Si uno tiene respuesta a todas las preguntas es prueba de que Dios no está con él”. Y añade: “Un cristiano que lo tiene todo claro y seguro no va a encontrar nada”. Desde luego no estamos ante un lenguaje muy pontificio, pero sí hondamente humano, altamente teológico, y sensible a nuestro convulso siglo XXI.
No puede, pues, extrañar que dos grandes maestros de la teología cristiana, Karl Rahner y Karl Barth, se mostrasen abiertos a una teología más propensa a la pregunta que a la respuesta. Preguntado en una ocasión el primero si de veras se consideraba creyente cristiano, respondió con aire taciturno: “Sí, pero no a tiempo completo”. Obviamente no quería decir que, por ejemplo, era creyente en las horas centrales del día e increyente al atardecer. Sencillamente aludía al carácter débil, precario, de su fe; estaba traduciendo al lenguaje de nuestro tiempo el evangélico “creo, Señor, pero ven en ayuda de mi incredulidad”. Rahner, calificado por H. Fries como “el mayor testigo de la fe del siglo XX”, solo se consideraba, pues, creyente a intervalos. Es más: dejó escrito que lo de ser cristiano no es un “estado”, sino una meta, un ideal. Propiamente no es correcto decir “soy cristiano”, sino “aspiro a ser cristiano”. En parecidos términos se expresaba el otro gran maestro, en este caso de la teología protestante, Karl Barth, al rechazar la distinción entre creyentes e increyentes. Aducía que él conocía a un increyente llamado Karl Barth. En realidad, la tradición cristiana siempre supo que somos ambas cosas a la vez, creyentes e increyentes. Nuestro Unamuno lo expresó lapidariamente: “Fe que no duda es fe muerta”.
Por último: los avatares de la creencia en Dios son asunto de la “interioridad apasionada” (Kierkegaard) de cada creyente. Pero es posible que en ese secreto recinto personal se escuche la atormentada voz de Pascal con su inolvidable “incomprensible que exista Dios e incomprensible que no exista”. Es, de nuevo, la dialéctica entre el sí y el no, compañera asidua de la condición humana y de la creencia religiosa.

Manuel Fraijó, catedrático emérito de la Facultad de Filosofía de la UNED.

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