"Estamos llamados
a construir una Iglesia en la que todos sean protagonistas"
Modino: "Muchos no
entienden, o no quieren hacerlo, a ese Papa llegado del fin del mundo y que
pretende descentralizar la Iglesia"
"Dios nos llama
para hacerle presente en la vida de la humanidad"
Luis Miguel Modino, 16 de agosto de 2015
a las 19:10
Resulta más fácil despertar las
diferentes vocaciones cuando éstas son vistas como instrumento de servicio a
una comunidad que camina y decide en común
Red por la vida e
(Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en
Brasil).- La Iglesia Católica de Brasil celebra en agosto el mes vocacional.
Cada domingo las comunidades son invitadas a reflexionar sobre las diferentes
llamadas de Dios. Así el primer domingo es contemplada la vocación al
ministerio ordenado, en el segundo a la vida en familia, el tercero es dedicado
a la vida religiosa, el cuarto a los ministerios laicales y el último a los
catequistas.
Son vocaciones que
surgen de un tronco común, que es la condición de bautizados, lo que nos
llama a construir una Iglesia donde todos sean protagonistas, donde no haya
unos que mandan y otros que obedecen, donde no existan señores feudales y
burros de carga. Es evidente que, en muchos lugares, esto todavía es una
utopía, inclusive cada vez más lejana, consecuencia de uno de los grandes
pecados que continuamente denuncia el Papa Francisco, el clericalismo, que
hace que todo gire en torno de la figura sacerdotal, asumida a veces como
sinónimo de dominación y no de servicio.
La imagen de
Iglesia que surgió del Concilio Vaticano II fue ésta, pero poco a poco se
fue desgastando hasta ser olvidada o reprimida, con métodos que no
respondían al espíritu de Jesús de Nazaret. El peso de la historia y de la
Tradición habló más alto y apagó las tentativas de renovación que surgieron
cincuenta años atrás, en las que se pretendía una vuelta a las fuentes
originales del cristianismo.
Otro de los
pecados del catolicismo es el eurocentrismo. Por eso muchos no
entienden, o no quieren hacerlo, a ese Papa llegado del fin del mundo y que
pretende descentralizar la Iglesia. Señales de esto aparecen constantemente
en sus gestos, actitudes y decisiones. Y ante esto, reacciones contrarias son
igualmente cotidianas.
Es desde el Sur
que se entiende que una Iglesia centralizada en la figura sacerdotal pierde
gran parte de su sentido y potencial evangelizador. En muchas regiones la
presencia del presbítero es esporádica y, a veces, testimonial. A pesar de eso
el trabajo evangelizador es encomiable y la vida de fe de las comunidades y de
aquellos que forman parte de ellas resulta enriquecedor, hasta para quienes
viven anclados en estructuras muchas veces caducas.
Sé que hacer estas
afirmaciones puede llevar a algunos a decir que eso va contra las vocaciones
sacerdotales, pero afirmar eso sería negar el problema de fondo y despreciar
la gran labor evangelizadora que en muchos lugares es desarrollada en las
familias, a través de la vida religiosa o por los diferentes ministros y
ministras y catequistas que son reconocidos como verdaderos instrumentos de
Dios en la vida del pueblo.
Resulta más
fácil despertar las diferentes vocaciones cuando éstas son vistas como
instrumento de servicio a una comunidad que camina y decide en común. No hay elementos suficientes para continuar usando
esquemas que en otros momentos de la historia han podido resultar acertados.
Cada tiempo y lugar nos llaman a encontrar métodos adecuados para poder llevar
a cabo el proceso evangelizador. De lo contrario estaremos fuera de lugar y no
responderemos a los desafíos del momento.
No olvidemos que Dios
nos llama para hacerle presente en la vida de la humanidad y eso se
consigue a partir del compromiso y la entrega para mejor poder servir y amar.
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