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dijous, 24 de setembre del 2015

PARTICIPACIÓN....






RECONOCIMIENTO Y GRATITUD
Comunicado de “ Por una Vida Digna – Bizitza Duinaren Alde “en el Día Internacional de las  personas mayores
ARABAKO PENTSIONISTAK LANEAN y POR UNA VIDA DIGNA (Aprejual, Comisión Social U.P. Sta. Mª Olarizu, H.O.A.C-D.Vitoria., Elkartzen, Pastoral Obrera, Pensionistas CC.OO., Pensionistas U.G.T., Pensionistas U.S.O., Servicio Diocesano del Laicado y Ur Bizia), tonomeli@hotmail.com
VITORIA-GASTEIZ (ÁLAVA).
ECLESALIA, 30/09/15 .- El día 1 de Octubre se celebra el día internacional de las personas mayores. Creemos que es necesario y urgente ensalzar a este sector de la población, al que le debemos los muchos derechos sociales y laborales de los que todavía disfrutamos en la actualidad. Ellas/os, nuestras/os mayores, en muchos casos son un sector empobrecido. Hay muchos informes que aseguran que en los últimos años están sufriendo de manera muy notable las consecuencias de la denominada “crisis”:
  • No son pocos los que sufren la pobreza energética, sin poder hacer uso de luz y calefacción por no poder pagar las facturas.
  • Otros están viéndose afectados por los recortes y demoras en la aplicación de la Ley de Dependencia
  • Todos, se han visto afectados por el copago, más preciso sería decir repago, farmacéutico
  • Todos ven rebajadas sus pensiones y lo que es más grave, han perdido la garantía de la actualización de las mismas en función del Índice de Precios al Consumo.
Además es un hecho, constatado que muchas/os se tienen que hacer cargo de dar de comer y ayudar económicamente  a hijas/os y nietas/os, que han caído en las garras del paro o se ven acuciados por el pago de hipotecas por haber derivado a situaciones de  peor fortuna.
Son un gran sostén en nuestra sociedad y sin embargo son invisibles. Tenemos muchas cosas que aprender  de ellas/os, de sus sacrificios, su lucha obrera y política durante la dictadura, sus reivindicaciones y su estar ahí para echar una mano.
En esta sociedad globalizada y tecnológica que nos permite estar al tanto en el minuto cero de cualquier cosa que ocurra en el mundo, crece el individualismo y nos olvidamos de nuestra propia historia, que es la que ha posibilitado que estemos donde estamos.
Desde la asociación “Por una vida digna”, luchamos por la dignidad de todas las personas, fundamentalmente de los más mayores, para que sean reconocidos sus derechos para no tener que entrar en el umbral de la pobreza como muchas veces ocurre.
Por ello, también, informamos y asesoramos para que todas/os ellas/os reciban lo que les corresponde en pensiones, devolución del copago farmacéutico…, y denunciamos la situación de pobreza a la que muchas/os se ven abocados
Todas/os tenemos derecho a vivir con dignidad pero sobre todo las/os más vulnerables, que son entre otras/os, nuestras/os mayores, que se merecen descanso y tranquilidad después de toda una vida de trabajo.
Para ellas/os nuestro mayor reconocimiento y gratitud, en este y en todos los días. Gracias por vuestra inigualable aportación.
Qué disfrutéis/disfrutemos
Un saludo


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Són persones
Dm, 29/09/2015 per Anna-Bel Carbonell Rios
Ella es troba en aquella edat en que sembla que no però capta, processa i ho relaciona tot. Una etapa en la qual sembla que tot és un joc i tot ho prenen a broma, res té massa importància, tant sols el jugar, el seguir vivint de manera suposadament lleugera, lluny de les preocupacions diàries, que ens acompanyen als adults d’arreu.
I de sobte mentre busca un diari vell per fer una joguina, que només ella sap com serà, es troba amb un exemplar d’una revista on la portada recull la fotografia d’una  embarcació de refugiats  que serà rescatada per la marina grega en un lloc indeterminat en aigües entre Turquia i Grècia, diu el peu de pàgina. El bot pneumàtic enmig d'una mar fosca i desafiant, els ulls desesperats dels qui van en ell, destaquen sobre la negror general de la fotografia…..
I, la nena, pregunta qui són aquells que van a la barca? La mare respon que són gent que fuig de països en guerra, de crisis humanitàries, que tenen gana, por, fred.. i ella exclama, però si tots són Persones! I reconeix que la barca és tan semblant a la del parc d’atraccions que ha visitat aquest estiu, i es pregunta i pregunta si podrà resistir el pes de tantes PERSONES.
I, on van? Insisteix. I la mare li explica que són aquells milers de persones que hem vist en els darrers mesos protagonitzant les notícies d’arreu. I la nena insisteix amb els seus interrogants, i vol saber perquè han de fugir i com ho fan, i on aniran a viure, i perquè no hi ha cap país que les vulgui i els hi obri els braços per acollir-les,  si són PERSONES…..
I amb les respostes, es queda un moment en silenci, i abans d’anar-se’n a jugar deixa amb cura la revista a sobre la taula, i amb cara de no entendre res, torna a dir amb veu clara són PERSONES, com nosaltres, com tu i com jo!


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DE LA EXCLUSIÓN A LA PARTICIPACIÓN

A propósito de Juan 9, 1-41

PEDRO KALMBACH, pedro_kalmbach@yahoo.com.ar
ARGENTINA
ECLESALIA, 25/09/15.- Al imaginarme la escena del lugar previo al paso de Jesús, me lo imagino como un pueblo o un barrio tranquilo. Un barrio con unas casas, una sinagoga, personas caminando, otras descansando o haciendo sus quehaceres, otras yendo y viniendo de sus trabajos. Y en esa escena también me lo imagino a un costado al mendigo, al hombre que era ciego de nacimiento… Quienes vivían allí tenían la vista y el corazón acostumbrados a ese paisaje.
En la vida acostumbramos a nuestra vista y corazones a muchas situaciones. De esa manera situaciones terribles –de exclusión, de discriminación, de miseria- pueden pasar a ser vistas y entendidas como normales. También pueden llevar a que esquivemos nuestras miradas, cerremos nuestros corazones y hagamos de cuenta como que no hemos visto ni sentido nada.
Nos hemos acostumbrado, nuestra sociedad, nuestras iglesias se han acostumbrado a un “paisaje” con gente viviendo en la calle, con gente que nunca va a poder acceder a determinados lugares, con gente excluida por algún tipo de discapacidad como si fuera normal. Nos hemos acostumbrado a ser una sociedad excluyente/discapacitante.
Y pareciera ser que en la época de Jesús esto no era diferente. Así comienza este pasaje en los versículos 9:1-2:
“Vio, al pasar, un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos:”Rabbí, ¿Quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?”
Jesús lo ve al pasar cuando iba caminando con sus discípulos. Y ellos realizan esa pregunta a Jesús. Una pregunta que es propia de quienes están acostumbrados a ver en el paisaje de los pueblos y barrios a mendigos, a personas excluidas, que saben que la sociedad tiene una explicación y justificación para todo eso, pero que de alguna manera sienten que eso no está bien. Ellos necesitaban escuchar del maestro la razón por la cual ese hombre era ciego.
Y Jesús, al responder esta pregunta no entra en la lógica de la misma. Él plantea otra lógica/ paradigma. Él saca del camino la justificación de esa situación a causa del pecado y coloca el foco en otro lugar, plantea otro modo de ver las cosas: las obras de Dios. Las obras de Dios como una clave diferente para poder ver una situación.
Los discípulos realizan la pregunta según la lógica existente, así como habían aprendido. Y esto es notable; a veces pensamos que nos hemos animado a salir de la visión según esa lógica, pero en el fondo no lo logramos si no hacemos el paso de quebrar el paradigma que la sustenta.
La pregunta de los discípulos no va al fondo de la cuestión, ella no logra romper con la lógica de exclusión porque el paradigma que la sustenta plantea la exclusión: El que está excluido, al margen de la sociedad, en cierta forma está ahí por su culpa o por la de sus padres. La respuesta que esperaban los discípulos, a pesar de sentir que eso no está bien, respondía a esa lógica.
Ante ello Jesús propone ver las cosas de una forma diferente. Una forma que tiene que ver con las obras de Dios.
Es interesante notar que en la narración, la obra de Dios trastoca la tranquilidad del barrio/pueblo. A partir de la acción de Jesús se arman una serie de confusiones y malestares. Primero el juicio de los vecinos, luego la interrogación de los fariseos, luego los padres del ciego que tienen miedo de decir claramente lo que deben decir, luego otra vez un interrogatorio al mendigo que culmina con su expulsión de la sinagoga, un segundo encuentro de Jesús con el mendigo y finalmente la conversación desafiante de Jesús con los fariseos. Hay gente que cuestiona, que delata al mendigo, encargados de la fe que se ven cuestionados en su autoridad y en sus creencias, que expulsan al mendigo y discuten con Jesús.
La obra de Dios produjo una conmoción, un revuelo, que si no hubiera sucedido, todo seguiría igual de tranquilo. La obra de Dios realiza algo que cuestiona la manera usual de ver y de entender las cosas. La pregunta por la culpabilidad de ese mendigo y su situación queda, a partir de la acción de Dios en Jesús, totalmente fuera de lugar.
Esa acción levanta una nueva pregunta: ¿dónde está cada uno en relación al mendigo? Ella revierte no solo la situación del mendigo, ella también cuestiona la manera en que las diversas relaciones sociales que vinculaban a ese mendigo con sus vecinos habían colaborado de una u otra forma a mantenerlo aislado, mendigando. La obra de Dios quiebra un paradigma de relaciones humanas excluyentes y propone un nuevo paradigma, un paradigma de inclusión.
Al imaginarme la escena del lugar después del paso de Jesús, quiero imaginármelo un poco diferente de lo que era al inicio, por lo menos con algunas personas cuya vista y corazón comenzaron a negarse al acostumbramiento frente a la exclusión. Es probable que algunas personas hayan revisado sus miradas y sus lugares sociales y que otras no. El mendigo pareciera ser que lo hizo (por reconocer a Jesús como el Señor, fue expulsado de la “sinagoga”). Pero no sabemos lo que hicieron los padres, los vecinos, los fariseos que cuestionaron al mendigo y que discutieron con Jesús, tampoco sabemos lo que hicieron los discípulos.
La narración abre varias preguntas, entre ellas la pregunta por nuestras propias miradas, por nuestros paradigmas. Así también la pregunta por nuestras comunidades e iglesias, por nuestros institutos/centros de formación teológica. ¿Qué hacemos? ¿Cuáles son los paradigmas que los sustentan?
Que nuestro buen Dios nos siga abriendo los ojos y corazones para no acostumbrarnos a las situaciones y a los paisajes dolorosos de exclusión en los cuales vivimos 

dimarts, 8 de setembre del 2015

QUÉ ES DIOS....



LA   MUÑECA
Un año antes de su muerte, Franz Kafka vivió una experiencia insólita. Paseando por el parque Steglitz, en Berlín, encontró a una niña llorando desconsolada: había perdido su muñeca.

Kafka se ofreció a ayudar a buscar la muñeca y se dispuso a reunirse con ella al día siguiente en el mismo lugar.

Incapaz de encontrar a la muñeca compuso una carta “escrita” por la muñeca y se la leyó cuando se reencontraron:

- “Por favor no llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir sobre mis aventuras ...“- Este fue el comienzo de muchas cartas.
Cuando él y la niña se reunían, él le leía estas cartas cuidadosamente compuestas de aventuras imaginarias sobre la querida muñeca. La niña fue consolada. Cuando las reuniones llegaron a su fin, Kafka le regaló una muñeca. Ella obviamente la veía diferente de la muñeca original . Una carta adjunta explicó:

-"mis viajes me han cambiado … “ –

Muchos años más tarde, la chica ahora crecida, encontró una carta metida en una grieta desapercibida dentro de la muñeca. En resumen, decía: -" Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas, pero al final, el amor volverá de una forma diferente“- .








QUÉ ES DIOS PARA MÍ
BRUNO ÁLVAREZ, MENDOZA (ARGENTINA).
ECLESALIA, 09/09/14.- A menudo, suelo preguntarme qué quieren decir las personas cuando utilizan la palabra “Dios”. Hablan de Él como si fuera una realidad evidente, algo que constatamos como si de un objeto se tratara, proyectando muchas veces sobre la divinidad una imagen pueril, y aprisionándola en todo tipo doctrinas que pretenden indicarnos en qué consiste el Ser de Dios.
La existencia de lo divino ha acontecido entre los hombres desde los albores de la humanidad. Aquellos primeros seres humanos que habitaron este planeta experimentaban una profunda admiración ante la realidad en la que se encontraban inmersos. Intuían el Misterio de la existencia y lo expresaban de diversas maneras. A pesar de  los miles de años que han trascurridos desde aquél entonces, los hombres modernos no hemos perdido la capacidad de admiración que apreciaban  los antiguos. La ciencia va revelando los enigmas de la existencia del mundo, en la medida que avanza en su investigación con métodos cada vez más rigurosos que nos permiten conocer el funcionamiento autónomo de nuestro universo, pero no puede desvelar el Misterio Inefable que habita detrás de lo incognoscible por el hombre y que habita en el fondo de nuestro ser . De ese Misterio pretendo hablar hoy, del cual  no sé nada, pero que experimento en mi vida diaria y al interpelarme sobre el sentido último de la existencia.
De esta realidad que llamamos Dios se han dicho muchas cosas: algunas personas lo ven como un Ser celestial que habita en el cielo, allá “arriba”; otros como un Dios que nos crea para servirle y brindarle adoración; hay quienes lo ven como un Ser Justiciero que recompensa a los buenos y castiga a los malos; están aquellos que piensan que interviene de vez en cuando en la historia con milagros y prodigios, reservado sólo para algunos privilegiados y elegidos; y hay quienes, como en el caso de Jesús de Nazaret,  lo percibe como el mejor compañero del hombre, que comparte nuestra existencia y acomete entre los hombres que desean hacer su voluntad y dejarse humanizar por Él. Yo por mi parte, soy  un poco más cauto para hablar de Dios: no sé qué es y no pretendo comprenderle. “Si comprendes, no es Dios” decía  San Agustín. Y me tomo en serio aquella frase de Wittgenstein que reza: “De todo lo que no se puede hablar, hay que callar”.
Es por ello, que pretendo interpretar a Dios siempre como Misterio, pero a su vez como una experiencia que aprendemos a conocer y amar cuando nos abrimos a esa realidad que nos impulsa a ejercer la justicia, la libertad, la compasión; a comprometernos por un mundo más equitativo e igualitario, a romper todas las cadenas que esclavizan al hombre y que soslayan la tarea más acuciante de la religión: la felicidad de los seres humanos en esta vida. Pues del “más allá” no tenemos ninguna certeza que exista, aunque  la mayoría de las veces la predicación religiosa se ocupe de la vida venidera descuidando en gran parte los asuntos mundanos que causan dolor y sufrimiento, inanición, desesperanza y desgana de enfrentar la dureza de la vida.
Decía que de Dios no podemos saber nada. La teología tradicional ha pretendido indicarnos la forma en la que Dios es y actúa. La visión del mundo impuesta por la modernidad cambió nuestro paradigma teológico y nuestra forma de comprender el misterio divino. Hay un hecho innegable: hemos creado a Dios nuestra imagen y semejanza, es decir, le hemos atiborrado de rasgos antropomórficos,  atribuyéndole todo tipo de atrocidades que cometemos  los humanos; basta leer la Biblia Hebrea o el Nuevo Testamento para comprender de qué hablo. El Dios judío Yavhé comporta valores morales inferiores a una persona considerada decente, instando a la matanza de niños inocentes, aprobando la guerra, ordenando el exterminio en masa, estableciendo directrices difíciles de cumplir para quienes quieran tener una relación apropiada con Él,  y un largo etc. Esta imagen sanguinaria de Dios del Antiguo Testamento, “uno de los libros más llenos de sangre de la literatura mundial” en palabras de NorbertLohfink, uno de los exégetas más reconocidos del siglo XX, sigue imperando en la mente de muchos creyentes. Soy ateo de ese Dios. Pero el Nuevo Testamento no se queda atrás: se vislumbra a Dios como un Ser que sacrificó deliberadamente a su Hijo en la cruz para redimirnos de nuestros pecados y así poder perdonar las ofensas que habíamos cometido contra él. También soy ateo de ese Dios, claro está.
En los últimos años, y mediante la lectura de místicos y místicas de diversas corrientes religiosas, he descubierto con gozo una nueva forma de hablar de la divinidad: el apofatismo. Lo que quiere decir este término es que Dios es inefable, indecible. También se lo ha denominado teología negativa, esto es, que de Dios es más acertado decir lo que no es que lo que es. De Dios no podemos saber ni decir nada, pues escapa de nuestra limitada compresión de aquél Misterio que nos trasciende y nos habita. La única forma de  hablar de Dios es mediante los símbolos y las metáforas. El lenguaje literal sobre Dios no puede existir, pues no podemos captar lo infinito con nuestro ser finito. Ya Santo Tomás de Aquino decía que de Dios sólo podemos hablar por analogías.
Dicho todo esto, ¿qué es Dios para mí? Antes que nada Misterio; al cual accedemos mediante la experiencia contemplativa, creándonos una  reverencia y admiración irresistible aun en aquellos momentos en los que dudamos de su existencia.  Habrá que “pensar” menos a Dios y “sentirlo” más, convirtiéndose de este modo en criterio existencial para confrontar una vida lacerante que en ocasiones se nos presenta como un sinsentido.
Sin embargo, en aquellos momentos en los que pretendo desvelar la naturaleza insondable de Dios y encontrar un referente por cual pueda acceder a su misterio, no encuentro una manera más segura que acercarme a la fascinante figura de Jesús.  Cuando pienso en cómo es Dios, cómo actúa en los seres humanos y qué quiere para ellos, me basta con recurrir a la Buena Nueva del Evangelio de Jesús. Es en su lucha por la liberación de toda opresión que asedia al hombre, su amor para con el prójimo necesitado, su compasión ante los que sufren, su lucha por un mundo más fraterno y más justo en donde yo encuentro la inefabilidad divina. Intuyo, gracias al personaje histórico de Jesús, que a Dios lo puedo relacionar con la Justicia, la Libertad, la Compasión, el Amor, el Sentido y la Verdad.  Dios para mí es, a su vez, Presencia Ausente, o Ausencia Presente. Dios se manifiesta en la vida de Jesús y de todos aquellos que se comprometen por un mundo más justo y servicial. No obstante, nos da la impresión que “calla” frente a la cruz de Jesús y de todos los derrotados de la historia humana. Pero la experiencia de la resurrección que compartieron los apóstoles quiere indicarnos que el mal no tiene la última palabra. Detrás del sufrimiento y el dolor que provocan los humanos y los desastres naturales, se encuentra Dios suscitando la Vida. Es en esa Ausencia-Presencia donde trascurre nuestra existencia, entre la congoja de saberse finito y el coraje de existir sustentado por Dios (Paul Tilich). 

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Parla’m   de  Déu   i  l’ametller  florit..

Vaig dir tremolós al sol ponent: Parla'm de Déu!
El sol es colgà sense dir-me res.
I el somni es convertí en realitat.

L'endemà al matí,
quan jo obria la finestra,
el sol ja m'esperava somrient.

Vaig dir a l'ametller: Parla'm de Déu!
i l'ametller florí.

Vaig dir a la font: Parla'm de Déu!
i l'aigua brollà.
Vaig dir a la natura: Parla'm de Déu!
i la natura es va cobrir de bellesa.
Vaig dir al meu fill: Parla'm de Déu!
i l'infant em va dir: Parla-me'n tu.
Vaig dir al meu pare: Parla'm de Déu!
i ell se'm quedà mirant i estimant.
Vaig dir a la meva mare: Parla'm de Déu!
i la mare em va fer un petó.
Vaig dir al pagès: Parla'm de Déu!
i al pagès m'ensenyà a llaurar.
Vaig dir a l'obrer: Parla'm de Déu!
I ell em va dir: treballa i el trobaràs.
Vaig dir al pobre: Parla'm de Déu!
i em donà un tros de pa que es duia a la boca.
Vaig dir a l'enemic: Parla'm de Déu!
i l'enemic em va donar la mà.

Vaig dir a un nen: Parla'm de Déu!
i el nen em somrigué.

Vaig dir a un soldat: Parla'm de Déu!
i el soldat va deixar les armes.

Vaig dir a la gent: Parla'm de Déu!
i la gent m'estimà.

Vaig dir a la mà: Parla'm de Déu!
i la mà esdevingué servei.

Vaig dir al dolor: Parla'm de Déu!
i el dolor es féu agraïment.

Vaig dir-te: Parla'm de Déu!
i tu ja saps prou què em vas dir.
Vaig dir a la Bíblia: Parla'm de Déu!
i la Bíblia s'ofegà de tant parlar-ne.

Vaig dir a Jesús: Parla'm de Déu!
i Jesús resà el Parenostre.

Vaig dir a Déu: Parla'm de Déu!
i Déu em va dir: Et parlaré de tu.
P.  Miquel  Estradé


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LA   MUÑECA



Un año antes de su muerte, Franz Kafka vivió una experiencia insólita. Paseando por el parque Steglitz, en Berlín, encontró a una niña llorando desconsolada: había perdido su muñeca.

Kafka se ofreció a ayudar a buscar la muñeca y se dispuso a reunirse con ella al día siguiente en el mismo lugar.

Incapaz de encontrar a la muñeca compuso una carta “escrita” por la muñeca y se la leyó cuando se reencontraron:

- “Por favor no llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir sobre mis aventuras ...“- Este fue el comienzo de muchas cartas.
Cuando él y la niña se reunían, él le leía estas cartas cuidadosamente compuestas de aventuras imaginarias sobre la querida muñeca. La niña fue consolada. Cuando las reuniones llegaron a su fin, Kafka le regaló una muñeca. Ella obviamente la veía diferente de la muñeca original . Una carta adjunta explicó:

-"mis viajes me han cambiado … “ –

Muchos años más tarde, la chica ahora crecida, encontró una carta metida en una grieta desapercibida dentro de la muñeca. En resumen, decía: -" Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas, pero al final, el amor volverá de una forma diferente“- .